22
—¡No!
El grito surgió de una sección de su mente que nunca antes había visto. Terca y rebelde, le hizo recobrar los sentidos y le dijo que se liberase. ¡Ya! Si no lo hacía, el Consejo, los psi-m, el clan psi… todos ganarían.
La violencia funcionó. Su ojo mental se imbuyó de la fuerza de aquella bofetada emocional, y Faith se sacudió el pánico de encima y comenzó a pensar de forma racional otra vez. Se negaba a dejar que ellos ganasen, a que Vaughn tuviera que sentir que había tomado a una mujer débil como amante, a ser alguien que necesitaba constantemente que la rescatasen.
Armada con una determinación fruto de toda una vida reprimiendo la ira, erigió una sólida muralla psíquica contra el colapso. No era tan fácil escapar al Efecto Casandra, que arremetió contra el bloqueo con tal fuerza que el muro se combó. Pero no se rompió; disponía de un mínimo espacio de tiempo antes de que se desencadenara la avalancha. Sin permitirse concentrarse en eso, comenzó a reparar las grietas que habían conducido al colapso.
El trabajo fue laborioso.
Muy, muy laborioso.
Se sentía como si su mente estuviera apresada por un torno. Solo su brusca e indomable reacción emocional, la furia provocada por la oscuridad y la sed de venganza la impulsaban a seguir. Eso y la necesidad de hacer que Vaughn se sintiera orgulloso de ella, de ser una mujer digna de un jaguar. Sin aquella feroz hoguera de sentimientos, habría estado impedida como lo había estado tantos años, dependiente de otros para que la sacaran.
Sin embargo ninguna de sus anteriores crisis, causadas por las potentes visiones comerciales, había sido tan severa. Nunca había estado ni remotamente cerca del Efecto Casandra. Era una prueba de fuego que amenazaba con engullirla en sus venenosas llamas, pero Faith no tenía intención de quemarse.
Trabajó con férrea determinación, y la muralla se fortalecía cada vez más a medida que reparaba cada fractura. Por extraño que pareciera, fue el adiestramiento de su don para los negocios lo que acudió en su auxilio en un momento crítico, cuando el agotamiento comenzaba a embotarle la mente y corría el peligro de cometer un error fatal. Utilizó el truco de amoldar las neuronas a ciertos patrones repetitivos, un paulatino uso mecánico de su mente que no requería del pensamiento consciente.
Dejando que ese patrón reparase las fracturas más sencillas, centró su ser racional en arreglar las brechas casi invisibles de su núcleo. Alzó la vista de nuevo cuando ya lo había reconstruido con éxito. La superficie de su mente estaba en paz, la oscuridad había desaparecido y la crisis había sido sofocada. Cansada pero exultante, retrocedió del plano psíquico y abrió los ojos. Se encontraba acunada contra Vaughn, rodeada por puro e inamovible músculo.
—Tenías problemas —la acusó sin vacilar—. Podía olerlo.
Faith inclinó la cabeza para mirarle.
—He logrado salir.
Sus ojos eran los del jaguar, pero Vaughn no había sido dominado del todo por la bestia.
—Sabía que podías.
Tras tumbarse boca arriba, le echó la mano por encima para posarla sobre su trasero cuando ella cambió de posición para acomodarse contra su pecho.
—¿Por qué no has intervenido?
—Porque sabías lo que hacías.
Se dio cuenta de que Vaughn nunca la defraudaría. Él siempre exigiría que fuera todo lo mujer que pudiera, aun cuando esa mujer prometiera hacerle la vida más complicada. Un marcado contraste con la gente a la que durante tanto tiempo había llamado su familia.
Sintiendo una inexplicable opresión en el corazón, le acarició la áspera mandíbula, sombreada por la incipiente barba.
—Vaughn, al final, cuando mi mente era pura, vi algo.
Algo tan imposible que no estaba dispuesta a creerlo del todo. Y sin embargo…
—¿El qué?
Él le acarició la espalda y pequeñas chispas de energía inundaron su sangre, centellearon en su mente.
—Otro vínculo. —Deslizó los dedos hasta su hombro—. Técnicamente similar al enlace con la PsiNet, pero diferente en todos los sentidos. Es salvaje. Como tú. —Aunque no poseía el olfato de un cambiante, aquel vínculo tenía el olor mental de Vaughn, un aroma tan familiar como el suyo propio, aunque no recordaba haber estado nunca en su mente—. ¿Qué es?
—Me une a ti. Para siempre —le dijo de forma tajante—. Eres mi compañera.
—Compañera… —susurró considerando todo lo que sabía sobre la sociedad de los cambiantes, que no era mucho—. ¿Como Sascha y Lucas?
—Sí.
Faith apenas podía respirar.
—¿De verdad?
—Sí. Está hecho. No puedes librarte. —Apretó los dedos sobre la cadera de Faith.
—¿Librarme? —Quería echarse a reír, pero era incapaz de inhalar aire suficiente—. Vaughn, tenía miedo de haberlo imaginado porque lo deseaba como nunca he deseado nada en esta vida.
Él aflojó los dedos.
—Bien.
—¿Cómo funciona?
—Lo desconozco. También es la primera vez para mí.
—Oh.
Aquella opresión se hizo más intensa.
—Pero sí sé que te mantendrá con vida después de que te desconectes de la PsiNet.
—La mente de un cambiante no puede proporcionarle al cerebro de un psi la retroalimentación que necesita. Los experimentos lo han demostrado de forma irrefutable. —Sacudió la cabeza al tiempo que le clavaba las uñas en la piel—. No voy a matarte para mantenerme con vida.
—¿Confías en mí?
Faith confiaba ciegamente en él.
—Siempre.
—Entonces no te preocupes por eso.
—No puedes darme la retroalimentación necesaria —insistió—. Es psíquicamente imposible.
Vaughn le dio un beso.
—Ten confianza, pelirroja. La confianza no siempre guarda una lógica ni tiene sentido.
—Confío en ti con mi propia vida. —Depositando un beso en la mandíbula de su jaguar, levantó la vista para mirarle a los ojos—. Pero no estoy segura de confiar en ti a costa de la tuya. —Porque sabía cuán protector y posesivo era el felino.
Una sonrisa perezosa se dibujó en los labios de Vaughn.
—Ah, no, pelirroja. Tengo planeado vivir mucho, mucho tiempo ahora que me he buscado una compañera que satisfaga todas mis necesidades.
Los dedos de Vaughn se demoraron en la elevación de las nalgas acompañando aquella sonrisa pícara con imágenes de…
—De rodillas no —replicó Faith en tono jocoso.
—¿Y si me dedico a lamerte hasta que cedas? —Su mano descendió para acariciar esas zonas más calientes—. ¿Te pondrías entonces de rodillas?
—Quizá. —Sintió que comenzaba a alterársele la respiración—. Intentas apartarme del tema.
—No, pelirroja. Intento hacer que comprendas. —Vaughn dejó de provocarla con los dedos—. Si muero por culpa de la retroalimentación, tú también lo harás. No voy a dejar que eso suceda. —Una torva determinación teñía cada una de sus palabras.
—Los escudos están aguantando. Podría mantener el enlace y descargar más información.
—No tengas miedo de desconectarte.
Faith trazó círculos con un dedo sobre su torso.
—La PsiNet es muy hermosa, rebosa tanta vida.
—Pero es hora de que te desligues de ella. Lo sabes.
—Sí.
En cuanto descubrieran su desaparición, enviarían guardias de NightStar para que la localizaran en el plano psíquico y la llevaran de regreso. Costara lo que costase. Eso si el Consejo no decidía ocuparse personalmente del problema… no se había olvidado de aquellas mentes marciales encubiertas.
Flechas.
Asesinos.
Seguramente en su caso tratarían de encerrarla. Pero Faith preferiría morir que ser recluida.
—Te tengo.
Su mano callosa le retiró el cabello de la cara para ahuecarla sobre la mejilla. La inesperada ternura del gesto hizo que se le encogiera el corazón, y en lo más profundo de su mente vio el vínculo vibrar. Pero entonces paró. Faith frunció el ceño antes de poder contenerse y miró dentro.
—No puedo experimentar el vínculo por completo hasta que corte el enlace con la red.
—Creía que lo estabas bloqueando de forma inconsciente. —Frunció el ceño—. A menos que… Por lo general, ambas partes tienen que aceptarlo expresamente para que su funcionamiento sea pleno. Pensaba que nos habíamos saltado esa fase.
—Yo no estoy haciendo nada. Ni siquiera sabía que era posible. —Hizo una pausa—. Debe de ser un proceso mental automático. Tiene su lógica que solo pueda haber operativo un vínculo profundo. De lo contrario, el riesgo de sobrecarga sería intolerable. Pero el vínculo de pareja está funcionando hasta cierto punto. —Faith podía ver las imágenes que él le enviaba y Vaughn podía sentir cuando ella atravesaba problemas en el plano psíquico.
El jaguar la besó apasionadamente en la boca. Faith jadeó y le miró fijamente.
—Puedes analizar el vínculo cuanto quieras una vez estés fuera de la red —exigió él—. No me gusta que seas vulnerable a un ataque del Consejo.
—Vaughn. —Sentía cosas por él que ni siquiera habría imaginado sentir hacía solo unas semanas—. Mi hermana.
—¿Crees que tienes posibilidades reales de encontrar al asesino gracias a la red?
Faith se tomó su tiempo para responder, para ordenar sus pensamientos.
—Las visiones son el único enlace y proceden de los canales de mi mente. No he encontrado nada en la PsiNet.
—Entonces hazlo ahora, Faith. Antes de que se percaten de que te has pasado al bando de los jodidos y alborotadores animales.
Una pequeña carcajada brotó de sus labios. Acabó antes de comenzar, pero había sido algo espontáneo y muy real.
—Cógeme.
—Siempre.
Apoyando la cabeza sobre el pecho de Vaughn, inspiró profundamente y cerró los ojos. Sintió un dolor oprimiéndole el corazón. Era prácticamente una compulsión de adentrarse en la PsiNet para echar un último vistazo al magnífico mundo que estaba a punto de quedar para siempre fuera de su alcance. Pero no podía. Había demasiado en juego. El vínculo de pareja la conectaba a Vaughn… si le tendían una trampa o la eliminaban, a saber cómo le afectaría eso. Y él era más importante que nada en el mundo para ella. Sin embargo lamentaba no tener la oportunidad de despedirse del único ente de la red que no estaba roto, que no era retorcido. Tenía la esperanza de que la MentalNet entendiera lo que había hecho y por qué.
Inspirando el olor de su compañero, se internó en lo más profundo de su ser, pasó todos los escudos y muros, más allá de la razón y la cognición hasta el núcleo primitivo… porque el enlace con la PsiNet estaba inducido por el instinto y se forjaba al nacer, lo único que su raza no controlaba y manipulaba.
Y ahí estaba, en el centro.
Había pensado en posponerlo, pero no podía. Dolía demasiado. Despidiéndose con un adiós susurrado, alcanzó el vínculo y lo cortó de un solo golpe.
Todo terminó.
Durante un microsegundo, en el universo estaba ella sola, la única luz en la oscuridad, el único ser vivo que existía en el recuerdo. Sus terminaciones nerviosas gritaban en agonía y sintió que su cuerpo físico se convulsionaba con tal violencia que amenazaba con desgarrar los músculos de los huesos. La vida no podía existir en el vacío y ella estaba…
Pero alguien la estaba abrazando.
Había otro ser que respiraba.
Otro ser con vida.
Otro ser que desprendía una luz brillante en aquel negro vacío.
Se despertó jadeando mientras su mente atravesaba la solitaria avenida que quedaba… el vínculo con Vaughn. Una avalancha de color, un abrumador torrente de sonido y olor, pelaje bajo sus dedos y las afiladas garras de la pasión animal, todo ello se introdujo en su corazón y comenzó a hundirse en él.
Entonces alguien la besó.
Y ese alguien era suyo de un modo que jamás nadie lo sería. Comprendió que él era la furia y la pasión, el calor masculino y la rica tierra. Incluso sabía su nombre.
—Vaughn.
El débil susurro de Faith contra su boca hizo que el corazón de Vaughn diera un violento vuelco. Nunca había sentido tanto terror como en el momento en que había notado que Faith se quedaba paralizada.
Sin pulso.
Sin respiración.
Sin vida.
Había sido menos de un segundo, pero Vaughn casi había muerto con ella. Entonces una infinita soledad se apoderó de él con la violencia de un tren de carga a toda velocidad y cuesta abajo. Eso casi le había desgarrado el corazón.
—Estoy aquí, cielo. Estoy aquí.
Besándola una y otra vez, satisfizo su desesperada necesidad de ella, haciéndole saber que no estaba sola, que nunca volvería a estarlo.
Faith le murmuró sin palabras, le rodeó con brazos y piernas de forma desesperada. Le besó como una mujer que intenta convencerse de que él existía. Vaughn dejó que hiciera lo que quisiera, habría dado su vida si ella se lo hubiera pedido. Pero lo que Faith quería era su pasión, su deseo, su calor.
De modo que le dio eso, acarició cada centímetro de su cremosa piel marcándola con sus manos y sus besos. Faith continuó aferrándose a él. Como tampoco estaba dispuesto a romper el contacto, encontró un modo de amarla deslizando las manos bajo el trasero de Faith para colocarla encima de su erección, tenía la piel tan tirante que el placer fue exquisitamente doloroso.
Tenía la intención de ir despacio, pero ella no quería esperar, y presionó para acogerle en su cuerpo como un guante perfecto. Vaughn la sujetó con firmeza y cambió de posición, colocando el cuerpo lozano y acogedor de Faith debajo del suyo. Se apoyó en un brazo y utilizó el otro para agarrarla de la cadera.
—Faith —le advirtió, pero ella respondió deslizándole las uñas por la espalda y mordiéndole con fuerza en el hombro.
Con un grave gruñido en el fondo de la garganta, se hundió profundamente en ella una vez, y luego otra.
Ella era fuego líquido corriendo por las venas de Vaughn, puro calor femenino, y cuando Faith abrió los ojos, pudo ver en ellos centelleantes chispas blancas de formas irregulares.
* * *
Faith yacía en sus brazos escuchando latir su corazón. Real, verdadero, regular, era su punto de apoyo. Pero a pesar de eso y de que casi había amanecido, su mente continuó a pleno rendimiento. Tenía que ver el nuevo mundo en el que ahora vivía. A diferencia de aquel cambiante que era el ser más importante de su vida, el plano mental era tan real para ella como lo eran el cielo y la tierra, los árboles y el bosque.
Preferiría saber si dicho plano era baldío, y tenía que hacerlo mientras Vaughn dormía. No deseaba hacerle sufrir dejándole entrever que le dolía no formar parte de la PsiNet, estar excluida de una faceta de su existencia que era fundamental para su legado como psi.
Cerrando los ojos en un plano, los abrió en el otro. Pero no podía salir, no podía soportar enfrentarse a la infinita oscuridad.
—Abre los ojos, Faith. Mira la Red Estelar.
¿Cómo había sabido él lo que estaba haciendo? Vaughn no era psi, pero era su compañero.
—¿La Red Estelar? —preguntó, de pie frente a la entrada de su mente.
Vaughn respondió depositando tiernamente un beso en la vena que latía en el cuello de Faith.
Armándose del valor que aquella simple caricia le infundió, dio un paso adelante y miró. No había estrellas sobre terciopelo negro, ni luces solitarias fulgurando como cuchillas ni espacios negros. Faith se quedó sin aliento. No porque aquel fuera un lugar baldío, sino porque no lo era. Había color por doquier, chispas multicolores que titilaban como un arco iris y atraían rápidamente la atención.
Con el corazón desbocado, miró más allá de la deslumbrante belleza que amenazaba con hechizarla y encontró la mente de Vaughn. Poseía la luz de un cardinal, solo que ardiente y dorada, salvaje y apasionada. Estaba vinculada a él por una hebra dorada, y aunque tenía un aspecto quebradizo, sabía que era irrompible. Cuando dirigió la vista hacia el fondo, vio que él estaba enlazado a una mente central mediante otra hebra, pero dicha hebra era diferente al vínculo que los unía a ambos.
Su mente psi se sentía como en casa. De algún modo entendía que aquel otro vínculo podía romperse. Y que no estuviera roto, era su fuerza. Otras mentes se conectaban al núcleo. No muchas, pero sí las suficiente como para mantenerla con vida sin dejar a nadie agotado. Más que suficiente. Esas centelleantes mentes rebosaban energía, como si cada una de ellas fuera más de lo que parecía a simple vista. Mientras las lágrimas brotaban en el fondo de su ser más recóndito, buscó la fuente de aquellas brillantes y hermosas chispas cuya existencia, habiendo sido una niña criada en la oscuridad, jamás había imaginado posible.
Atónita ante la explosión de color y vida de su nuevo mundo psíquico, un universo que aun siendo tan pequeño, nunca se estancaría, retrocedió y abrió los ojos en el plano físico.
—Los colores… es Sascha, ¿verdad?
—No puedo ver lo que tú ves, pelirroja —señaló Vaughn—. Pero ella es una empática.
—No sé lo que es eso. —Aunque tenía toda una vida por delante para descubrirlo—. Vaughn, ¿cómo puede existir esta red? Exceptuando la de Sascha, el resto de las mentes que he visto son de cambiantes.
Y según los conocimientos de los psi, los cambiantes no poseían la capacidad de mantener enlaces psíquicos de ningún tipo.
Vaughn la acarició con la nariz antes de besarla de nuevo. Faith no era reacia a que él se diera el gusto, no cuando seguía aturdida por la desconexión de la red.
—Tiene que ver con el juramento de sangre que realizan los centinelas. No sabemos cómo funciona… habíamos olvidado incluso que existía.
Vaughn nunca se había sentido tan feliz. Era como si una parte perdida de sí mismo hubiera regresado, una parte sin la que había estado viviendo pero sin la que nunca podría sobrevivir ahora que la había encontrado. Faith estaba dentro de él, alojada en el fondo de su corazón animal, protegida por toda la fuerza que poseía. Si ella veía su vínculo al nivel de la mente, él veía su realidad física, su fuerza y su pureza.
Faith le pasó la mano por el cabello y él ronroneó pidiéndole más. Ella accedió, pues le comprendía sin necesidad de palabras. Era parte del vínculo, pero también se debía a que quería saber, quería complacerle. Y eso le produjo más placer al jaguar que cualquier otra cosa.
Pero una cierta tristeza la embargaba y Vaughn sabía el porqué.
—Estás pensando en Marine.
—Tenemos que detenerle.
—Llamaré al clan.
—¿Al clan?
—Eres de los nuestros. Querrán ayudar.
—¿Incluso a una psi?
—Ahora eres mi psi.
Agradecía la vena posesiva de Vaughn, pero eso le hizo pensar en algo menos agradable.
—El Consejo no permitirá que me vaya sin luchar.
—Déjame eso a mí. Tú ocúpate de pensar en cómo atrapar al asesino y yo descubriré el modo de mantenerte a salvo.
—De acuerdo.
Confiar en Vaughn era fácil. Él jamás haría una promesa que no pudiera cumplir.
* * *
Faith no se sorprendió cuando Vaughn la llevó a la ya conocida cabaña de madera para asistir a una reunión con sus compañeros de clan. Tenía la sensación de que a su jaguar no le agradaba que hubiera demasiada gente en su territorio. Tras bajarse del coche, irguió la espalda y se encaminó hacia el porche. No quería parecer débil delante de las personas que apreciaban al hombre que lo era todo para ella.
Sin embargo, Sascha y su compañero no eran los únicos que les estaban esperando, sino que con ellos había un desconocido vestido de negro.
—Este es Judd Lauren —dijo Sascha sentada en una silla junto a la de Lucas.
Faith asintió percatándose del repentino aumento de la agresividad de Vaughn. Lucas tampoco parecía contento. Lo verdaderamente curioso era que el silencioso desconocido también disparó sus alarmas internas. No veía un motivo aparente. Lo que sí sabía era que a pesar de su gélida belleza masculina, era un hombre letal. Pero claro, también lo eran los dos cambiantes.
Consciente de que estaba siendo grosera, pero incapaz de dejarlo estar, continuó con la vista clavada en aquel tipo apoyado contra la pared exterior de la cabaña.
—Yo te he visto antes.
—No. —Su expresión no reveló nada, ni siquiera se inmutó.
Nadie poseía semejante control. Nadie salvo un psi. Pero era imposible que Judd fuera un miembro de su raza.
—No —convino—. Pero he visto a otros como tú.
Aquel hombre inspiraba el mismo miedo instintivo que la guardia secreta que la habían escoltado hasta la reunión para la candidatura al Consejo.
Era poco probable que Judd fuese uno de las casi míticas Flechas, pero la ponía muy nerviosa. Y por si no bastara con eso, en aquel instante apareció doblando la esquina de la casa otro hombre que ponía en alerta sus defensas. Se acercó sigilosamente y se apoyó contra la barandilla a escasa distancia de los demás; sus ojos verdes la observaron con la mirada imperturbable de un depredador valorando a su presa. Le alegraba en grado sumo tener a Vaughn a su lado.
Lucas saludó con la cabeza al recién llegado.
—Clay, creía que ibas a traer a Tammy.
—Cachorros. Rosales. Espinas —respondió de manera abreviada.
Todos salvo ella parecieron comprender. Sascha sacudió la cabeza, con una ligera sonrisa en los labios.
—¿Están bien?
Clay asintió.
Sintiéndose fuera de lugar, se apoyó contra el pecho de Vaughn. Sintió que una lengua de fuego líquido ascendía por las yemas de sus dedos allí donde tocaban los vaqueros de él. Vaughn se quedó paralizado y acto seguido pareció reponerse, sin dejar de acariciarle de forma tranquilizadora el brazo.
—Todos sabéis por qué estamos aquí.
—Para localizar al hombre que asesinó a la hermana de Faith —respondió Sascha—. Pero creía que no sabíais lo suficiente.
—¿Pelirroja?
—Al principio —comenzó Faith—, solo la veía a ella, a la futura víctima… con la piel muy pálida, cabello rubio platino y ojos azules. Un físico muy poco habitual en un psi, pero no demasiado útil para localizarla. —Se obligó a sumergirse de nuevo en la maldad de las visiones—. Luego empecé a ver más…
—¿Porque él la estaba siguiendo? —interrumpió Sascha.
—En aquel momento fue porque pensaba en seguirla.
Todos guardaron silencio mientras asimilaban la realidad de lo que era su vida. Lucas fue el primero en reaccionar.
—¿Hasta dónde ha llegado?
—Se encuentra en las fases finales. Las visiones que tengo ahora son sangrientas. —Vaughn la rodeó con los brazos, aunque ella no había dejado traslucir nada ni en su postura ni en su tono de voz. Ser fríamente psi era un modo de protegerse de aquellos depredadores, los cuales no estaban todos de su lado—. Tenemos que detenerle cuando vaya a secuestrarla porque conozco la localización e incluso sé el momento.
—¿Cómo? —preguntó el hombre de piel tostada llamado Clay.
Faith tuvo que contenerse para no apretarse aún más contra Vaughn.
—En la última serie de imágenes había marcadores temporales, cosas que me permiten situar una visión en la franja temporal correcta. Algunos marcadores son difíciles de divisar, como los cambios de estación o el color del cielo, pero estos eran inconfundibles.
Nadie dijo nada, de modo que continuó hablando, refugiándose en la tibieza del musculoso cuerpo que la rodeaba. Sabía que el abrazo de Vaughn era una declaración tácita de su lealtad.
—Vi una agenda abierta sobre el escritorio de la chica así como la pantalla de un reloj electrónico. Ambos señalaban la misma fecha.
Los marcadores temporales nunca eran mucho más concisos que eso.
Entonces reveló algo que le había contado a Vaughn en el coche después de descifrar el resto de los marcadores.
—Tenemos un día. —Un plazo demasiado breve como para tomárselo con demasiada calma—. Si no le cogemos… es probable que no consigamos salvarla. Se siente… —Buscó las palabras correctas—… rebosante, rebosante de expectación, de necesidad. Tampoco retiene y tortura a sus víctimas. Aunque seguir a su futura víctima le excita, es el asesinato lo que realmente le hace sentirse eufórico.
Como cuando había matado a Marine. El corazón se le encogió una vez más, pero ahora sabía cómo definirlo: una mezcla de dolor y pena, desconsuelo y pérdida.
—¿Dónde? —preguntó Judd, con la voz carente de inflexión.
—Eres un psi. —Faith estaba total y absolutamente convencida de ello—. Se suponía que Sascha era la única desconectada de la red.
Él no respondió a la pregunta implícita.
—¿Dónde?
Faith decidió preguntarle a Vaughn más tarde.
—En la pequeña universidad privada que se construyó hace unos años a las afueras de Napa. Está especializada en viticultura.
—La mayoría de los estudiantes y del personal es humano o cambiante —señaló Lucas—. ¿Qué iba a hacer un psi allí? No tienen demasiado interés en los recursos orgánicos.
—Creo que la chica es una especie de técnico. ¿No cuentan las bodegas con sofisticados sistemas de supervisión y refrigeración?
—Podría ser. —Vaughn bajó las manos hasta las caderas de Faith; un acto de posesión masculina al que no tenía deseos de resistirse—. No es que importe mucho que ella esté o no allí ese día y a esa hora. Le atraparemos antes de que la coja.
—¿Por qué tenemos que solucionar otra vez un embrollo de los psi? —replicó la profunda voz de Clay—. Faith no corre peligro. El asesino y la víctima probable son psi. ¿No debería ser el Consejo quien se encargase de esto?
—¡Clay! —Sascha parecía escandalizada—. Estamos hablando de la vida de una mujer.
—No estoy diciendo que nos olvidemos del tema, tan solo que dejemos que sean los propios responsables quienes se encarguen de solucionarlo.
—¿Y si no lo hacen? —preguntó Faith en voz baja mirando fijamente aquel rostro de marcados rasgos masculinos que no reflejaba la menor piedad.
Clay era diferente de Vaughn, por mucho que su jaguar acechara muy cerca de la superficie. Había algo muy oscuro en aquel leopardo, algo que se movía en la fina línea que separaba el bien del mal.
Tuvo una premonición casi nada más pensar aquello: el tiempo de Clay se estaba acercando. Un buen día, no tan lejano, tendría que decidir en qué lado de esa línea quería estar.
—¿Y si esa chica desaparece sin más como las otras de las que he oído hablar en la red? ¿Serás capaz de dormir por la noche con la conciencia tranquila?
Aquel hombre aún no se había perdido del todo, aún estaba en el lado del bien. Aunque por muy poco.
Clay enarcó una ceja.
—Así que nos cargamos a este tipo. Genial. ¿Y qué hay del próximo, y del siguiente y del que vaya después de ese?
—Hay hechos futuros que no se pueden ver, vidas que no pueden salvarse, pero esta sí podemos salvarla. Hablaremos del resto más tarde —declaró Faith sin saber de dónde provenía su respuesta.
—Hay un problema mayor. —Lucas inclinó la silla hacia atrás, apoyando los pies en la barandilla—. Si ni la víctima ni el asesino son cambiantes, está dentro de la jurisdicción de la policía. No tenemos derecho a imponer nuestra ley.
Faith se había olvidado de eso.
—Podríamos avisar a las autoridades.
—Eso sería igual que contárselo al Consejo —bufó Clay—. A menos que estés dispuesta a dejar este puto problema en manos de tu raza de psicópatas.
Vaughn se quedó completamente inmóvil.
—Mucho cuidado con lo que dices, gato.
Faith no entendía todo lo que estaba pasando, pero podía percibir la agresividad que impregnaba el ambiente. Cambió de posición para rodear la cintura de Vaughn con un brazo, sin que este apartara los ojos de Clay.
Después de un momento tenso, el otro centinela asintió lentamente.
—He estado fuera de lugar. —Hizo una pausa—. Ella me recuerda a alguien.
Faith analizó el comentario, sorprendiéndose al darse cuenta de que Vaughn se había vuelto hostil con Clay debido a que había sido maleducado con ella. Sintió una oleada de calor en el fondo de su corazón. Pero a pesar de eso, no quería ser la causante de que Vaughn se peleara con su clan.
—En cuanto a la policía… —dijo deslizando la mano bajo la camiseta de Vaughn para posarla sobre su espalda. Su gato respondió a la caricia apartando por fin la mirada de Clay.
—Conozco a un par de polis en quienes podemos confiar —respondió Clay, tomándola por sorpresa—. Si ellos llevan a cabo el arresto, será legal.
—Y el asesino estaría libre al caer la noche, liberado por el Consejo. Desaparecerá en la red y no se volverá a saber nada de él —repuso Sascha con voz sombría—. O puede que le maten para cerciorarse de que nadie se entere del fracaso del Protocolo o, en caso de que sea uno de los suyos que se ha convertido en renegado, que intenten restablecer el control.
Lucas bajó los pies de la barandilla y se inclinó para besar a su compañera. Ya más tranquila, Sascha se asió a su bíceps, pero el alfa se volvió hacia ellos con los ojos entornados.
—Sascha tiene toda la razón. Ya vimos lo que sucedió la última vez.
De pronto podía palparse la ira en el ambiente. Por casualidad Faith estaba mirando a Sascha y vio que la otra cardinal respiraba hondo varias veces y que sus ojos se tornaban completamente negros, como les sucedía a los psi cuando utilizaban grandes cantidades de energía. La cólera quedó aplacada.
—Yo puedo ocuparme de él. —Judd parecía que estuviera hablando del tiempo—. Incluso desde cierta distancia.
Faith sintió que se le encogía el estómago.
—No. No podemos cometer un asesinato para evitar otro.
Ella misma había pensado hacer justamente eso, pero fue en un arrebato de cólera. No era una asesina a sangre fría.
—¿Se te ocurre algo mejor? —preguntó Judd, con cierto tonillo insolente en su, por lo demás, gélido timbre de voz.
—Déjalo —le avisó Vaughn con suma serenidad. Faith podía apreciar la diferencia de su reacción con Clay; esta vez era peligroso, en tanto que antes solo había lanzado una advertencia—. Estás aquí porque ayudaste a salvar la vida de Sascha, pero ahí termina todo.
El otro hombre esbozó una sonrisa carente de humor.
—Ahí no termina nada.
Faith era una neófita comprendiendo las emociones, pero tenía la impresión de que el psi quería una pelea física. ¿Qué era lo que podía instigar semejantes deseos de morir? Aunque Judd fuera una Flecha, Vaughn era un jaguar.
—Esperad, tengo una idea.
Todo el mundo volvió la vista hacia ella.
—Incapacítale. —Miró a Judd—. Encadena su mente de forma que jamás pueda liberarse.
—¿Qué te hace pensar que puedo hacer eso? —Judd clavó los ojos en ella, desafiándola.
—Si las Flechas existen, entonces tú fuiste una de ellas. —Oyó a Sascha proferir un grito estrangulado—. Es muy posible que una Flecha telépata esté entrenado en ese tipo de cosas.
Judd no negó ni su acusación ni su suposición en referencia a su estatus de telépata.
—Esa hará que se vuelva loco. Imagina no poder expresar ninguno de tus impulsos… funcionará, pero solo a un nivel muy básico.
Faith sintió que le invadía la furia.
—Entonces esa será su cadena perpetua.
Al menos tendría una vida que vivir, a diferencia de Marine y del resto de las mujeres a las que había asesinado. Y no cabía duda de que había habido otras. Sus apetitos eran demasiado reales, sus gustos demasiado definidos.
—¿Tendrás que entrar de forma clandestina en la PsiNet para hacer lo que Faith sugiere? —preguntó Lucas—. ¿Podrán rastrearte?
—No, puedo hacerlo telepáticamente, pero se trata de una habilidad especial. Deducirán que hay un renegado desconocido entre ellos, aunque eso ya lo saben. —No explicó el porqué—. Sin embargo tendré que atravesar sus muros defensivos.
—¿Será muy difícil?
—Teniendo en cuenta lo que Sascha me ha contado acerca de su efecto en Faith, tiene que ser muy poderoso, pero estará dominado por el instinto homicida. Cualquiera que esté afectado por emociones tan poderosas se vuelve vulnerable. Él no va a ser una excepción. —Miró a Faith sin inmutarse, con inquietante intensidad—. Si tú le distraes en el momento crítico, eso facilitará que pueda entrar.
El gruñido de Vaughn fue casi demasiado bajo para el oído de los psi, pero Faith lo sintió en los huesos.
—Ella no va a acercarse a ese hijo de puta.
—Vaughn, escucha…
—De ningún modo. Olvídalo.
—No tiene por qué ser a nivel físico —dijo ella—. Simplemente podría rozarle telepáticamente. Él reconocerá mi olor mental.
—¿Porque de algún modo es capaz de conectar contigo a través de las visiones? —Sascha recordaba bien su conversación anterior.
—Sí. Puedo ver el futuro, pero lo veo a través de sus filtros mentales —explicó en favor de los demás—. Es como si experimentásemos las visiones juntos… —Se quedó boquiabierta—. Un psi-c. Tiene que ser alguien de mi designación.
Las repercusiones de aquello eran escalofriantes.
—Quizá —interrumpió Judd—. Pero antes de que ahondemos en eso, ¿estás segura de poder identificarle?
—Sí. No te preocupes de que puedas incapacitar a un hombre inocente.
—Soy un psi. La preocupación es una emoción de los cambiantes.
Faith se preguntó a quién intentaba convencer, porque lo cierto era que Judd ya no era un psi. Había dejado de existir en la PsiNet, seguramente le habían declarado fallecido. Y ahora vivía en un mundo diferente.
—Lo sabré. Le he visto la cara.
Y, tras sus palabras, se hizo el silencio.