19
Faith casi se quedó sin respiración. Con sumo cuidado, estrechó el ya reducido alcance de pensamiento.
—Me llamo Faith. ¿Tú cómo te llamas?
—¿¿¿???
Parecía que no entendía la palabra hablada, pero había reaccionado a las emociones. Mordiéndose el labio en el mundo físico, inspiró hondo y lanzó una imagen suya, con su cabello rojo oscuro, su estatura inferior a la media y sus ojos de cardinal. No era nada extraordinario, pero era única, como también lo era la MentalNet. ¿Entendería el mensaje?
Se hizo un prolongado silencio y Faith creyó que la había perdido, pero entonces una avalancha de imágenes la golpeó, una furia infinita que amenazó con aplastar su mente. Se quedó estupefacta con la sobrecarga en el plan psíquico y en el físico, agarrándose la cabeza que amenazaba con estallarle.
—¡Para!
Imágenes de destrucción, sensaciones de dolor.
De pronto cesaron. Luego otro roce seguido de silencio.
—Despacio —le dijo, acompañando el pensamiento de su perdón, de felicidad por el contacto, de imágenes que expresaban la necesidad de que no fuera tan rápido.
Otro silencio, como si estuviera pensando o se hubiera asustado. Deseando tranquilizarla, revivió uno de sus recuerdos más preciados: la forma en que Vaughn le había acariciado el cabello cuando habló de Marine. Intentó imprimir la insoportable ternura de aquella caricia en el siguiente pensamiento que lanzó.
Le respondió un aluvión más pausado de imágenes. Veloz incluso para un psi, pero soportable. Era evidente que la MentalNet pensaba mucho más rápido que ella, calculaba mucho más deprisa, con mayor facilidad, pero también estaba claro que era muy joven. Necesitaba que la guiaran y, más que eso, necesitaba cuidados.
Entendiendo su deseo como quizá solo un psi-c cardinal podía hacerlo, dejó que ella le mostrase lo que quisiera, lo que le preocupaba. Los secretos de un niño.
No eran imágenes per se, sino más bien retazos inconexos de pensamientos. Retazos de lo que la MentalNet sabía, instantáneas de lo que había sido, matices enigmáticos. La estaba poniendo a prueba. Faith no podía culparla por su desconfianza, si en efecto el Consejo había intentado encadenarla. Darse cuenta de aquello acabó con las últimas y frágiles esperanzas sobre los líderes de su gente, porque tras escasos segundos de contacto comprendió que la MentalNet era un ser verdaderamente sensible. Y, como tal, se le debería haber concedido el respeto y la libertad para desarrollarse sin interferencias ni manipulaciones. Pero, claro, el Consejo no concedía nada de eso ni siquiera a su propia gente.
Quería preguntarle a la MentalNet por qué había elegido hablar con ella, pero no se le ocurría ninguna imagen que pudiera expresar la cuestión. Finalmente le envió una de ella conversando con alguien, pero su compañero era un borrón. La respuesta le llegó con velocidad de vértigo y vio que la MentalNet se veía a sí misma como… la PsiNet cobrando forma. Había imitado la imagen que Faith le había enviado de ella misma, solo que coloreada como una noche estrellada. Tuvo la impresión de que a pesar de la forma femenina, no tenía sexo. Pero era hermosa e intentó decírselo.
En respuesta, ella le envió un segundo autorretrato, pero este era inquietantemente diferente. No había una, sino dos mujeres, la una junto a la otra. La segunda, sin estrellas, era de un negro tan absoluto que parecían sombras dentro de otras sombras. Faith intentaba aún comprender la imagen cuando la MentalNet le envió una instantánea de estrellas negras que se dirigían directamente hacia ella.
Faith no se paró a pensar. Se desplazó a otro remoto punto de anclaje actuando por instinto, y este le gritaba que aquellas estrellas negras no eran algo amistoso. O bien Kaleb había contratado a otros para que le hicieran el trabajo sucio o bien el Consejo había descubierto que la MentalNet estaba en contacto con un individuo no autorizado. Faith habría apostado más por lo último; a Krychek no se le conocía por lanzar ataques frontales.
—¿¿¿???
La MentalNet la había encontrado de nuevo. Al ver que Faith guardaba silencio, le mandó imágenes de las estrellas negras perdiéndose en la estela de un falso rastro que ella había dejado en solo unos segundos. Porque ella estaba en todas partes.
El alivio que sintió fue como una fresca brisa. Faith le envió un ramo de flores en agradecimiento y, como la niña a la que le recordaba, la MentalNet multiplicó las imágenes por cien y se las devolvió. Tenía ganas de reír, de modo que le envió copias de los sentimientos que Vaughn le inspiraba cuando bromeaba. Ella le contestó mostrándole un camino seguro a casa, que eludiría a los buscadores y no dispararía ninguna alarma.
Sus conclusiones sobre la MentalNet cambiaron de nuevo… aunque pudiera ser infantil en algunos aspectos, también era una inteligencia infinita e intemporal en otros. Mandándole una rosa para darle las gracias, emprendió el camino de regreso a través de los enlaces cuyas marcas ella le había dado.
Se adentró en las profundidades de su ser como si se tratara de un río fundiéndose con el mar; su mente interna reconoció y aceptó su yo errante. Estaba a salvo, pero esa seguridad era precaria en el mejor de los casos. Tal vez sus cortafuegos fueran impenetrables, pero si no era necesario dejar con vida al objetivo, una explosión masiva de energía liberada podría matarla en cuestión de minutos.
* * *
Vaughn había pasado la noche descargando su frustración en una nueva escultura; no podía soportar trabajar en la de Faith. Pero a pesar de la noche en vela, su piel irradiaba energía al sol de media mañana. Al felino no le gustaba estar en el mismo territorio que los lobos, aun cuando la tierra y el cielo fueran las únicas barreras que los cercaban.
—Bonito traje —repuso Hawke, el alfa de los SnowDancer y quien había convocado la reunión matutina.
—¿Qué es tan urgente? —Lucas frunció el ceño—. Tengo una reunión en las oficinas de Duncan.
—¿Te acompaña Sascha? —El lobo dijo el nombre de la psi-e como siempre, como si tuviera algún derecho íntimo sobre ella.
—Menos mal que a ella le agradas. —La piel de Lucas se tensó sobre las cicatrices que marcaban la parte derecha de su rostro—. Joder, sí, Sascha me acompaña. No pienso dejar que esa puta desalmada de Nikita la ignore. Y mi compañera conoce sus secretos —replicó enfatizando el «mi». Después de años de indiferencia, Vaughn entendía ahora las ganas de reclamar, de marcar.
—Indigo ha encontrado algo que deberíais saber. —Hawke hizo una señal a su teniente.
La mujer alta de cabello negro azulado y piel fría y pálida era hermosa. También era letal. Vaughn la había visto derrotar a machos que le doblaban en tamaño sin apenas pestañear. Sintió el pinchazo de las garras de su felino raspándole la piel.
—Me tropecé con un lince mientras estaba de patrulla. —Se acercó a su alfa con una flexibilidad que le reveló que sus habilidades seguían siendo tan buenas como siempre.
—¿Sin autorización? —Vaughn frunció el ceño. Las reglas que regulaban la entrada en territorio de los clanes depredadores eran categóricas: si querías hacer una visita, tenías que pedir permiso. De lo contrario, en la mayoría de los casos, estabas firmando tu sentencia de muerte. Eran duras, pero necesarias. Sin esas reglas, las guerras territoriales los habrían destruido hacía mucho tiempo.
—Claro. Pero no es esa la parte divertida. —Indigo apretó los dientes con fuerza—. Estaba fuera de sí por culpa del jax.
La sustancia psicotrópica preferida de los psi.
—¿Qué coño hacía un cambiante colocado de jax?
Su efecto en los psi era bien conocido; la adictiva sustancia no solo acababa destruyendo su capacidad para hablar y pensar de forma racional, sino que los despojaba de las habilidades que hacían de ellos lo que eran. ¿Qué decía eso sobre su raza?
—Estaba demasiado colocado como para decírmelo —respondió la teniente mientras Vaughn entornaba los ojos, furioso—. Los psi tienen que estar detrás de esto, son ellos quienes inventaron la droga. Como no puede arriesgarse a atacar de frente, el jodido Consejo intenta envenenarnos.
—¿El lince era parte de algún grupo? —preguntó Lucas, su voz había adquirido la gravedad del leopardo.
—No pude captar ningún olor en particular y se les conoce por su preferencia por los pequeños grupos familiares. —Echó un vistazo a su alfa y, cuando este le hizo un gesto, prosiguió—: Estaba hecho un asco, y no precisamente como los psi que se meten jax. Cuando lo encontré, estaba en forma humana, pero su mano era una zarpa y tenía parches de pelaje por todo el cuerpo.
Vaughn no comprendía el problema.
—¿Se estaba transformando?
—No. Se quedó atrapado en mitad de la metamorfosis. Balbuceaba lo suficiente para que pudiese entender que no había sido capaz de transformarse desde algunos días después de haber tomado esa puta sustancia por primera vez.
Era una idea aterradora. Ser incapaz de convertirse en animal era similar a perder el alma.
—¿Dónde está? —Vaughn sentía pena por la criatura. Eso era lo que hacía de él un cambiante en lugar de una bestia salvaje.
—Muerto —respondió taxativamente—. Pero yo no lo hice. No pude. Hubiera sido como darle una patada a un cachorro herido. Le llevaba a que lo viera nuestra sanadora cuando comenzó a tener convulsiones. Su cuerpo se transformó varias veces. Cuando acabó, estaba muerto y… hecho un asco. —En su voz se apreciaba el rastro de la conmoción, algo inesperado en una mujer célebre por estar hecha de acero templado—. En parte humano, en parte lince, con la piel del revés y huesos en sitios donde no deberían estar. Joder, nunca he visto nada parecido.
—¿Y el cadáver? —Lucas miró a Hawke.
—En la guarida. Queremos que Tamsyn venga a examinarlo junto con Lara y las demás sanadoras.
—Enviaré a Nate y a Tammy tan pronto como hayamos terminado de hablar.
—Podemos recogerlos con el coche —se ofreció Hawke, con una expresión peculiar en aquellos ojos azul claro que conservaban el mismo tono tanto en su forma humana como en la animal.
Lucas soltó un bufido.
—¿Confiarías a tu compañera a uno de nosotros?
—Eso nunca sucederá. —El tono de Hawke era tajante… como si supiera que jamás tendría una compañera. Si eso era cierto, no era de extrañar que el alfa de los lobos tuviera un cabreo monumental.
—Toma.
Vaughn atrapó la foto que Indigo le lanzó y echó un vistazo. Se le revolvió el estómago.
—¡Joder! —Se la pasó a Lucas—. Filtremos esto al público… tanto el hecho de que alguien está vendiendo esa mierda a los cambiantes más débiles como el efecto que tiene. Eso debería evitar que nadie más quiera probarlo.
—Yo digo que mandemos copias de las fotografías —sugirió Indigo—. Una vez que las ves, te entran arcadas solo de pensar en el jax.
Hawke observó que Lucas examinaba la diapositiva.
—Tenemos que actuar pronto. No quiero arriesgarme a que algún otro se enganche.
Lucas asintió. Vaughn estaba completamente de acuerdo. Estar en la cúspide de la cadena alimentaria conllevaba ciertas responsabilidades. Cuando les atacaban, era a los depredadores a quienes acudían el resto de los cambiantes. Y en California, esos eran los SnowDancer y los DarkRiver.
—Cian puede coordinar la divulgación de la información con ese viejo lobo que tenéis como bibliotecario en tu clan. —Lucas le devolvió la diapositiva.
—Dalton. —Indigo se la guardó en el bolsillo sin mirarla—. Se le da bien esta clase de cosas. Me ocuparé de que se ponga en contacto con Cian.
Estaban a punto de marcharse cuando Lucas preguntó:
—¿Qué tal están los Lauren?
Se refería a la familia de desertores psi que había encontrado un insólito refugio entre los lobos. El Consejo los creía muertos, lo cual proporcionaba a los lobos una ventaja estratégica. Pero no lo suficiente como para equilibrar la balanza de agravios, a juzgar por la expresión torva de Hawke.
—Tu compañera ha liado a Judd para que le ayude con Brenna, y ya puedes imaginar lo poco que les ha gustado eso a Andrew y a Riley. Solo con que parpadee en presencia de su hermanita le harán pedazos… salvo que a ese loco psi no parece importarle una mierda nada, lo cual podría ser lo único que le mantiene con vida. —El alfa cruzó los brazos—. Y sí, Walker ya está entrenando a los pequeños para que potencien sus escudos a fin de evitar que hagan cualquier cosa que pueda delatarlos de forma involuntaria.
Lo que dejaba fuera a Sienna Lauren. La adolescente era probablemente la causa de la expresión hosca de Hawke. El alfa confirmó las sospechas de Vaughn un segundo después.
—Sienna es un auténtico problema. Comienzo a pensar que la mocosa es una maldita loba disfrazada.
—Eres demasiado blando con ella. —Las palabras de Indigo no encajaban con la chispa de diversión de sus ojos.
Hawke profirió un grave gruñido.
—Como veo que te resulta tan divertido, te pongo a cargo de sus clases de defensa personal. Lucha como una gata doméstica, mucho gruñir y poco morder.
Indigo palideció, y eso era algo que Vaughn jamás había esperado ver.
—¿Cuánto tiempo?
—El que sea necesario. —Con una sonrisa satisfecha, Hawke centró nuevamente la atención en Lucas y en Vaughn—. Estaremos pendientes de vuestra gente. Dale un beso a la querida Sascha de mi parte.
El lobo evitó por los pelos que las garras de Lucas le abrieran la garganta.
* * *
Vaughn siguió a Lucas de regreso al emplazamiento de la urbanización en construcción, próximo al lugar donde Hawke había organizado la reunión. Su alfa y amigo se detuvo brevemente a la orilla y tomó una profunda bocanada de aire.
—Sascha sufre al ver a Nikita. Casi le parte el alma.
—Lo sé. —Vaughn comprendía perfectamente lo que suponía para un niño ver alejarse a su madre.
—La cosa mejorará una vez que haya otra psi en el clan de los DarkRiver. Los Lauren son diferentes. Están encerrados en la LaurenNet, su red familiar. Lo que necesitamos es otra mente en nuestra Red Estelar.
Vaughn apretó los puños.
—No puedo forzar a Faith.
—¿Y qué me dices de la persuasión? —Metiéndose las manos en los bolsillos, Lucas se meció sobre los talones.
—No tengo el control necesario —dijo con absoluta franqueza.
—Confía en ti mismo. No puedes hacerle daño.
—El gato está cada vez más desesperado.
Lo bastante para que Vaughn pudiera sentir las garras presionando de manera constante contra su piel, a un suspiro de liberarse. ¿Cómo coño podía confiar en no lastimar a Faith con la piel tan delicada que tenía?
—Pues satisfácelo —replicó Lucas—. No somos psi, y Faith tiene que aceptar eso antes de tomar cualquier decisión. Muéstrale lo que eres.
—Apenas he sido amable con ella hasta el momento.
—Pero tampoco le has exigido lo que necesitas. Puedo notar tu tensión y ya está afectando a los machos más jóvenes del clan. —Otra verdad incontestable; tan sensibles como eran a los olores en cualquiera de sus dos formas, la constante necesidad sexual de Vaughn seguramente estaba sacando de quicio a los menores—. Tómala o búscate una gata que te rasque el picor.
Vaughn se enfadó.
—¿Te follarías tú a otra estando con Sascha?
—A eso me refiero. —Lucas meneó la cabeza—. No puedes vivir sin ella. ¿De verdad quieres intentarlo?
«¡Joder, no!» Y así, sin más, supo lo que tenía que hacer.
—¿Puedes apañártelas sin mí durante uno o dos días?
El felino estaba cansado e iba a tomar el control.
Lucas desvió la atención hacia el coche que se detuvo en silencio al otro lado del emplazamiento.
—Buena caza. Me voy a besar a mi propia mujer.
Vaughn se fundió de nuevo con el bosque, su bestia se agitó anticipándose a la cacería más importante de su vida. Estaba harto de jugar según las reglas de Faith. El jaguar estaba libre y tenía hambre. De su garganta surgió un rugido áspero y peligroso. Faith NightStar estaba a punto de verse las caras con un depredador decidido a poseerla. Sin compromisos; sin piedad.
* * *
Faith terminó la predicción para Industrias BlueZ, Sem-Tech y Lillane Contracting y acto seguido apagó el panel de detonantes.
—Voy a dar un paseo por el jardín.
—Entendido.
Solo cuando hubo salido y estuvo oculta por varios árboles de gran tamaño inspiró profundamente y se frotó las manos en la parte delantera de los vaqueros. Se había puesto aquellos pantalones en vez del vestido que normalmente llevaba en respuesta a una visión que había tenido a primera hora de aquella misma mañana.
Un jaguar venía a por ella.
La visión había sido una advertencia: «elige». Pero ya había tomado su decisión, ya había aceptado que él la reclamara. Después de aquel día jamás regresaría a esa casa, su lugar seguro, familiar. Aunque había fracasado en su empeño de encontrar al asesino de Marine —él no había mordido el anzuelo de su mente desprotegida ni la noche pasada ni esa mañana— tenía que abandonar la PsiNet. La venganza seguiría siendo suya, pues ella sabía lo que estaba pasando.
Regresó a la casa y realizó otras tres predicciones más antes de almorzar.
—¿Seguro que no estás estresada? —preguntó Xi Yun después de la tercera.
—Creo que ya me he exigido demasiado por hoy. —Necesitaría su fuerza para manejar al depredador que se dirigía hacia ella.
—Puedo solicitar que te atienda un equipo médico.
—No es necesario. Dado el incremento de mi potencial psíquico, estaba intentando ver hasta dónde llegan mis poderes.
—Sí, naturalmente. Deberías haberme avisado. Remitiré los detalles de los escáneres. Parece que tu mente está regulando tu cuerpo con mayor eficiencia durante las sesiones. No se aprecia ninguna línea de estrés.
—Excelente. —Se le ocurrió una idea—. Es probable que duerma profundamente después del agotamiento de la mañana, así que te ruego que te asegures de que no me molesten al menos en doce horas una vez que me retire.
—Entendido.
—Gracias.
Consciente de que estaba siendo examinada en busca de cualquier comportamiento errático como resultado de un estrés inexistente, se obligó a seguir con su rutina normal. Entró en la cocina, se sirvió y se tomó un vaso de la bebida altamente energética, que contenía la mayoría de las vitaminas y minerales que necesitaba, y luego ingirió dos barritas con deliberada lentitud. A continuación descargó en su agenda personal los escáneres médicos prometidos y se sentó en el salón para revisarlos.
Tenía toda la intención de llevarse la información consigo cuando desertara. Seguramente sería su última oportunidad de acceder a unos escáneres tan detallados, y tenían un valor inestimable para un psi-c, pues hacían un seguimiento exhaustivo de todas las áreas del cerebro. Inclusive aquellas secciones más vulnerables al deterioro mental. Porque sucediera lo que sucediese, ella era una psi-c, y eso conllevaba un mayor riesgo de caer presa de la locura. Siempre había sido así.
Pasadas dos horas, se desperezó y se fue a su dormitorio, sin dejar de revisar los archivos. Dejó caer la máscara en cuanto estuvo dentro, apresurándose a meter en la mochila las pocas pertenencias que deseaba llevarse. No había mucho: su agenda, un holograma de Marine, incluido en la base de datos del clan, y otro de su padre. Anthony la consideraría una traidora después de esa noche, pero a pesar de toda su frialdad, él había sido la única constante en su vida, y le echaría de menos. Por último, metió una muda de ropa. Ya estaba todo. Una triste crónica de lo que había sido su vida hasta la fecha.
Salió de nuevo al salón y se sorprendió al escuchar el sonido de una llamada entrante.
—¿Sí? —respondió en modo audio.
—Tu padre desea hablar contigo.
—Encenderé la pantalla.
—No es necesario… está en la verja.
Dejó caer la mano de la tecla que activaba la pantalla, de repente tenía la boca tan seca como el más árido de los desiertos.
—Me reuniré con él en el jardín. —No era lo que había querido decir pero, una vez más, aquella certeza había surgido de repente.
Tras poner fin a la llamada, salió de la casa y recorrió el camino que conducía a la verja. Anthony solo la visitaba en persona cuando deseaba hablar sobre asuntos confidenciales, y estar al aire libre era el mejor modo de garantizar la privacidad. Únicamente se le ocurrían dos razones para aquella repentina aparición. Podría ser algo tan simple como la solicitud para una predicción particularmente peliaguda, pero también podría tratarse de un tema mucho más delicado: su posible nominación para entrar a formar parte del Consejo.
Y ahí estaba su padre acercándose a ella. Un hombre alto, con la piel dos o tres tonos más oscura que la suya y el cabello negro, que había comenzado a encanecer en las sienes. Con su traje oscuro, camisa blanca y corbata azul marino, era la viva imagen del perfecto psi. ¿Qué haría él si descubriera que planeaba desertar?
«Detenerme. A toda costa.»
—Padre.
—Pasea conmigo, Faith. —Abandonó el camino principal por otro que se adentraba sinuosamente en los jardines—. A mi conocimiento han llegado noticias alarmantes.
Un escalofrío le recorrió el cuerpo a pesar de la soleada tarde.
—¿Kaleb Krychek?
Para alivio suyo, Anthony asintió.
—Hay rumores de que ha decidido no darle opción al Consejo.
—Nada que no esperásemos.
—Quiero que te retires.
—¿Padre? —Volvió el rostro hacia él, deteniéndose en seco con genuina sorpresa.
Anthony se paró a su lado.
—No fuiste entrenada en maniobras ofensivas. Kaleb ha tenido años para practicar.
—Lo sé, pero…
—Eres demasiado valiosa para arriesgarnos a que te hagan daño.
Así que su rentabilidad económica superaba la ambición de su padre.
—Entiendo. Los negocios son los negocios. Pero ¿y si decido luchar por entrar en el Consejo?
—El clan psi te ayudará, desde luego. No obstante, piénsalo detenidamente, Faith. Como clarividente cardinal, ya posees un considerable poder político si decides hacer uso de él.
—Estoy completamente aislada.
—Eso puede cambiar si lo deseas.
Faith habló sin pensar.
—¿De veras?
Anthony la miró durante un largo momento. Se preguntó si su padre sospechaba algo.
—Ya he perdido una hija —dijo finalmente—. Es suficiente. Haré cuanto esté en mi poder para mantenerte a salvo.
Faith deseó percibir emoción, preocupación, amor, en su declaración, pero sabía que se estaría engañando a sí misma.
—¿Te han dado tus fuentes una estimación de tiempo para el ataque? ¿O la clase de ofensiva que va a emprender? —Obligándose a pensar más allá de las necesidades de la solitaria niña que vivía en su interior, reanudó el paseo.
—En los dos próximos días. En cuanto al tipo, a Krychek se le conoce por utilizar la PsiNet. Se sospecha que posee una serie de poderes sobre los que no se tiene conocimiento que, junto con sus habilidades telequinésicas, le permiten atacar sin ser detectado.
—¿Crees que es algo similar al don de Nikita Duncan?
—¿Virus mentales? —Anthony pareció considerar la idea—. No. Es otra cosa. El resultado final de sus habilidades especiales es único y extremadamente alarmante.
—Creía que sus víctimas tenían tendencia a desaparecer.
—Así es. Pero he descubierto que no es Krychek quien las hace desaparecer. Son las familias… no quieren que se les asocie con sus víctimas.
—¿Qué resultado podría provocar una reacción tan radical?
Faith deseaba recabar tanta información como le fuera posible sobre el hombre que casi con toda seguridad se convertiría en el miembro más nuevo del Consejo. La información era poder, y estaba harta de encontrarse desvalida.
—¿Estás segura de querer saberlo?
—Por supuesto.
—Las víctimas de Nikita o bien mueren o bien quedan incapacitadas hasta el punto de no poder cuidar de sí mismas… efectos similares a ciertos tipos de daños cerebrales accidentales. Una desgracia para el individuo, pero nada orgánico o genético, nada que repercuta en la familia.
No era nada habitual que su padre se anduviese por las ramas con respecto a ningún tema.
—¿Por qué Krychek es diferente?
—Sus víctimas se vuelven clínicamente locas.