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Faith se acercó.

—Tus ojos no son demasiado… humanos.

La mayoría de la gente no se percataba de ello puesto que, simplemente, lo achacaban a que tenían un color poco común.

—Mi bestia es más fuerte que la de la mayoría.

Así había sido desde aquella semana en la que había sobrevivido transformándose en jaguar y permaneciendo en forma animal. Porque incluso un bebé jaguar tenía más posibilidades de sobrevivir en el bosque que un niño humano de diez años. Pero permanecer en forma felina durante ese período de tiempo a tan temprana edad le había cambiado para siempre.

Faith avanzó otro paso, como si el tono de voz más calmado de Vaughn la tranquilizara.

—¿Qué significa eso?

Vaughn sirvió café en una taza.

—¿Leche? ¿Azúcar?

—No lo sé.

—Toma, prueba.

Le acercó la taza a los labios y la observó mientras tomaba un sorbo. Ella cerró los ojos y aspiró el aroma al tiempo que lo saboreaba. Vaughn jamás había visto a ninguna mujer hacer eso con la pasión que le ponía Faith, nunca había sido tan consciente de la sensualidad inherente en aquel acto.

—¿Está bueno?

—Échale azúcar —ordenó sin abrir los ojos.

A Vaughn no se le daba bien acatar órdenes, pero aquello era diferente. Para él se trataba de una especie de juego, aunque lo más probable era que Faith no lo viera de esa forma. Una lástima. Faith estaba jugando con un gato muy interesado, y cuando ese gato se interesaba por algo, no le gustaba que le rechazaran.

—Toma. —Dejó que ella saboreara el café azucarado.

Una vez más, Faith aspiró profundamente y lo saboreó.

—Leche.

—Listo.

Un minuto después, ella abrió los ojos.

—Los sabores son… poco corrientes. —Faith parecía estar buscando las palabras.

—¿Te gusta?

—¿Gustarme? Los psi no sentimos agrado o desagrado. —Sacudió la cabeza—. Pero tal vez debido a que nunca se nos ha dado comida con tantos sabores distintos, carezco de una base con la que comparar. Yo… prefiero el café con azúcar pero sin leche.

Vaughn se lo preparó, divertido por el modo en que ella trataba de expresar las cosas a fin de no tener que admitir que sentía algo remotamente parecido a las emociones.

—Aquí tienes. —Dejando que tomara un sorbo, se encaminó a la nevera y abrió la puerta—. Tienes hambre y yo también. ¿Qué te parecen unos huevos con beicon? —Comenzó a sacar los ingredientes.

—De acuerdo.

Faith estaba justo a su lado. La había oído acercarse, desde luego, pero lo había dejado estar. Ella todavía estaba asustada y Vaughn podía mostrarse amable en lugar de intratable cuando así lo quería. Colocó el pan y otras cosas sobre la encimera y cerró la nevera.

—Vamos, pelirroja. Es hora de una lección de cocina.

Faith dejó la taza de café junto a la de él.

—Estoy lista.

Vaughn le acarició la mejilla con el nudillo y esbozó una sonrisa cuando ella se sobresaltó.

—¿Estás segura? —Estando tan cerca reparó en que, a pesar de que tenía una piel cremosa, no era tan pálida como la de muchos pelirrojos, sino que poseía un vivo rico dorado que hacía que fuese más tentadora—. ¿Cuál es tu historia, Faith NightStar? ¿De dónde te viene ese cabello rojo y esa piel?

—Hay muchos pelirrojos en el clan psi NightStar… es un rasgo predominante en nuestro código genético. El tono de mi piel se lo debo a mis padres. —Alargó la mano y tomó los huevos—. Necesito nutrientes.

Vaughn le enseñó lo que tenía que hacer con el primer huevo y luego dejó que ella lo intentase.

—Así que eres americana por ambas partes.

—No. Mi madre nació en la antigua república de Uzbekistán y emigró a Estados Unidos siendo niña. Mi padre es un NightStar. Su ascendencia es principalmente anglo-italiana, aunque su bisabuelo era de origen asiático.

—La mezcla racial de los psi… cuidado con el fuego, cielo.

Vaughn le apartó la mano a Faith cuando esta la acercó demasiado al fuego, pero ella se zafó de inmediato.

—Gracias. Creo que ya están los huevos.

—Ajá. —Vaughn los sirvió en una fuente—. Si pones el beicon en ese recipiente de ahí no saltará mientras se fríe.

—¿Cómo es que sabes cocinar? En los libros que leía antes de acercarme a los DarkRiver, a los machos de los clanes depredadores siempre se les describe como criaturas muy dominantes y nada dispuestos a aprender a realizar tareas domésticas.

—No he dicho que me guste cocinar. Pero sé hacerlo si la situación lo requiere.

—¿Qué me decías sobre los psi?

—Que vuestra mezcla racial sería más digna de admiración si fuera mediante el contacto físico. En vez de eso, todo se hace a nivel genético. A menos que tus padres tuvieran un grave ataque de lujuria y te engendraran por placer…

Observó la concentración con la que Faith realizaba una tarea tan sencilla como cocinar y lo encontró extrañamente excitante. Tenía la sensación de que Faith lo haría todo con la misma dedicación.

—Sabes que los psi no sentimos ni lujuria ni placer. —Retiró el beicon y lo dejó a un lado.

Vaughn le acarició de nuevo la mejilla.

—Si tu cuerpo es capaz de experimentar sensaciones, siempre cabe la posibilidad de que la lujuria sea una de ellas.

* * *

Lucas contempló a Sascha pasearse por el dormitorio y disfrutó de la vista. No estaba desnuda, pero era igualmente deliciosa… su pragmática psi se había enamorado locamente de la lencería femenina de encaje en los meses posteriores a su desconexión de la red.

—No puedo creer que me convencieras para que dejase a Faith con Vaughn. —Se plantó las manos en las caderas, apenas cubiertas por un níveo picardías blanco y le fulminó con la mirada—. Anoche se comportó de un modo completamente irracional.

—Todos somos irracionales, cariño. —Se preguntó si Sascha había vuelto a ponerse las braguitas—. Ven aquí.

—Son las seis de la mañana. Deberíamos ponernos en marcha y comprobar si Vaughn ha conseguido evitar volverla loca durante la noche.

—Creía que te gustaba Vaughn.

—Me gusta, pero es demasiado para Faith… para el caso, podríamos haberla dejado con un tigre rabioso.

—Vaughn se ofendería si te oyera decir eso. —Le encantaba discutir con su compañera, disfrutar viendo el fuego que se encendía en aquellos ojos que, en otro tiempo, solo denotaban la gélida frialdad típica de los psi.

—Hablo en serio, Lucas. —Finalmente se subió a gatas a la cama y se puso a su lado—. Estoy preocupada por Faith.

—Vaughn no le hará daño.

—No a propósito. —Le puso la mano sobre el pecho—. Pero él no sabe a lo que se enfrenta. Los cambiantes creéis que el contacto físico siempre es algo bueno, pero no es así, no para alguien como Faith. Le he estado dando vueltas y creo que podría quebrarse bajo la presión.

Lucas frunció el ceño.

—¿Tan débil es?

—No. —Sascha hizo presión con la mano al ponerse de rodillas—. Pero ha vivido aislada toda la vida. ¿Qué crees que pasará si de repente la expones al mundo?

—Mierda. —Lucas se incorporó—. Vamos.

El alfa confiaba en Vaughn de forma implícita, pero Sascha tenía razón: el jaguar había estado actuando de un modo inusualmente agresivo desde que había encontrado a Faith. Podría empujar a la psi pelirroja al abismo sin ser consciente de ello.

* * *

Faith estaba sentada en su dormitorio vestida con ropa de calle. Comer con Vaughn había sido toda una aventura. Él no había vuelto a tocarla después de que le amenazara con marcharse a media comida, pero sabía que tal promesa había prescrito en cuanto terminaron el desayuno. Si salía de aquella habitación, él empezaría a presionarla de nuevo.

Lo extraño era que no deseaba quedarse dentro de esa habitación hasta que Sascha llegara. Lo que Vaughn estaba haciendo ponía en peligro su cordura, pero también la… estimulaba. Por primera vez en su vida se sentía viva, y no solo a nivel psíquico. Su cuerpo siempre le había parecido algo que no era del todo suyo, pero ahora tenía la certeza de que formaba parte de ella: Vaughn ponía a prueba todos y cada uno de sus sentidos al máximo.

Y hacía que la oscuridad se marchara.

Se levantó y se frotó los muslos con las palmas. No había una razón lógica para salir por aquella puerta, pero Faith decidió que ese día la lógica no iba a serle de ayuda. Se encontraba en territorio de los cambiantes, territorio de depredadores. Se regían por leyes diferentes.

Vaughn no la estaba esperando en el pasillo tal y como en parte había esperado. Ni tampoco estaba en el salón. Imaginando que podría haber salido, fue al porche y se sentó en un sillón de columpio en el que no se había fijado la noche anterior. El vaivén del sillón resultaba sedante, pero el no poder ver a Vaughn hizo que fuera incapaz de relajarse.

Escuchó el ruido de garras raspando madera.

Se quedó inmóvil cuando un gran jaguar rodeó la esquina y se acercó sigilosamente hacia ella. Los ojos que la observaban desde aquella cara salvaje y feroz le eran familiares, pero no menos peligrosos. El animal pasó por su lado rozándole las piernas con su pesado y tibio cuerpo.

La sensación era indescriptible.

Su mente se colapsó mientras trataba de procesar la nueva sensación. La caricia de aquel pelaje sobre la ropa, el intenso calor no humano, la absoluta belleza de la criatura que tenía a su lado. Una parte de ella deseaba extender el brazo para tocarla, la parte que había vivido dentro de unos muros tan gruesos que no había estado cerca de otra presencia viva. Pero otra parte deseaba huir. Porque aquel depredador tenía unos dientes muy afilados y no había decidido si ella era amiga o enemiga.

El jaguar dio la vuelta y se rozó de nuevo contra sus piernas. El aliento se le quedó retenido en la garganta y el corazón le martilleaba fuertemente contra las costillas. Supo que había llegado al límite. Su mente estaba a punto de alcanzar el estado crítico: la falsa sensación de seguridad que le había permitido enfrentarse a él esa mañana había desaparecido bajo la inminente realidad de un colapso mental masivo. Subió los pies al columpio y se rodeó las rodillas con los brazos. Mientras luchaba desesperadamente contra las alas de la oscuridad que se cernían sobre ella, escuchó un grave y gutural gruñido.

Se negó a abrir los ojos, se negó a permitir la entrada de más sensaciones en su mente. Tenía que dejar de oír, de sentir, de ver. Quizá entonces pudiera mantener a raya los nervios que se estaban descontrolando en su interior. Entonces unas manos humanas le enmarcaron el rostro y todo explotó.

Vaughn sintió cómo Faith se quedaba completamente inmóvil al tocarla. Un segundo después, su cuerpo se convulsionó con tal violencia que supo que ella había perdido el control sobre el mismo. La segunda vez logró cogerla por los pelos antes de que se golpeara fuertemente la cabeza contra el respaldo del columpio, pero ya estaba inconsciente.

—No —susurró con voz ronca.

No podía permitir que el Consejo ganara, y si dejaba en paz a Faith, si no la tocaba, lo haría. Ahora era fundamental para él que aquella psi se hiciera lo bastante fuerte como para tomar decisiones distintas a las que le imponían.

Estaba a punto de levantarse tras decidir no llevarla dentro, cuando escuchó el sonido lejano de un coche que se aproximaba. Una vez lo identificó como el del motor ecológico, utilizó su considerable velocidad para entrar en la casa y ponerse algo de ropa. Cuando Lucas y Sascha se detuvieron, él ya estaba de nuevo en el columpio con Faith en sus brazos. Sascha prácticamente saltó del vehículo y subió corriendo las escaleras.

—¡Oh, Dios mío, Vaughn! —Sus ojos, cada vez más oscuros, recorrieron el cuerpo laxo de Faith—. ¿Cómo has podido…?

—Sé lo que hago.

Tal vez Sascha fuera una psi-e, pero el jaguar no iba a ceder en ese punto. El felino sabía algo que ella ignoraba, lo sabía en su fuero interno, al más primitivo de los niveles. Si alguien le hubiera pedido a Vaughn que se explicara, no habría sido capaz de expresar su certeza con palabras, pero eso no cambiaba nada.

—Se encuentra en un estado de inconsciencia tan profundo que no puedo llegar a ella, ¿y tú crees que sabes lo que haces? —espetó atropelladamente.

—Lucas —dijo Vaughn en voz queda.

Los ojos del alfa se clavaron en los del centinela.

—¿Estás seguro?

—Sí.

Sascha se volvió airada hacia su compañero y al ver que ella no hablaba en voz alta, Vaughn supo que estaba gritando a Lucas mentalmente. Lucas no podía transmitir, pero los dos habían descubierto que podía escuchar a Sascha alto y claro. Lo cual tenía sentido, dado que la tatarabuela de Lucas había sido una psi.

El alfa hizo una mueca y enganchó a Sascha de la cintura para atraerla contra su cuerpo.

—Es un centinela. Su deber es proteger. Déjalo estar, cariño.

—Puede que su deber sea el de proteger, pero dicha protección no incluye a Faith.

—Ahora sí.

Todos guardaron silencio.

—¿Desde cuándo? —preguntó Lucas.

—Desde que así lo he decidido —replicó Vaughn.

—Vale.

Sascha paseó la mirada del uno al otro y luego meneó la cabeza con manifiesta frustración.

—Deja que vea si está mejor. —Se zafó de Lucas para acercarse a ellos—. Es como una mariposa que está saliendo del capullo.

Vaughn comprendió y, debido a que Sascha era uno de los pocos seres a los que respetaba, le dijo:

—No lastimaré sus alas, querida Sascha.

Una sonrisa danzó en los labios de Sascha ante aquella broma.

—¿Qué mosca te ha picado?

El centinela guardó silencio mientras ella ponía las manos sobre el cuerpo de Faith y trataba de leer su estado emocional. Lo cierto era que Vaughn no sabía la respuesta. A pesar de la promesa que acababa de hacer, no estaba seguro sobre Faith. Su historia tenía sentido, aunque bien podía ser una astuta tapadera. El felino no lo creía así, pero a pesar de su naturaleza depredadora, en ocasiones este demostraba una inocencia que un hombre jamás podría poseer.

—Su estado es comparable a un coma… no sé cuándo saldrá de él.

Vaughn meció a Faith contra su pecho.

—Se pondrá bien en unos minutos.

Sascha, que estaba en cuclillas, se levantó.

—¿Cómo lo sabes?

—Quizá sea un psi.

Sascha exhaló un suspiro.

—¿Es el desayuno eso que huelo? —Sin esperar respuesta, entró en la casa.

Lucas habló solo cuando su compañera no podía oírle:

—Nunca he puesto en duda tu juicio y no voy a hacerlo ahora.

—¿Pero?

—Ella no es como Sascha, Vaughn. Sascha ya podía sentir cuando vino a nosotros. Aunque la historia de Faith sea totalmente cierta, es tan fría como el resto de su raza. No lo olvides.

Mientras la sostenía entre sus brazos podía sentir el latido de su corazón y la sangre fluyendo por sus venas.

—No es tan insensible como piensas.

—¿Qué es lo que ha pasado?

—Creo que Sascha y tú debéis oírlo. Desayunad primero y dadle tiempo a Faith para que despierte.

Lucas asintió y siguió a su compañera al interior. Vaughn sintió que una extraña tensión desaparecía de sus hombros. No podía precisar la fuente pero, aunque Lucas era su amigo en el sentido más amplio de la palabra, algo en él le había puesto de los nervios. Su relación no había sido nunca la de un alfa y un centinela. La lealtad forjada en los sombríos días de su infancia era mutua; Lucas y Vaughn confiaban ciegamente el uno en el otro. Pero de repente sus instintos reaccionaban como si el otro hombre representase una amenaza.

Frunciendo el ceño, centró nuevamente la atención en la mujer que tenía entre sus brazos. No tenía motivos para retenerla. Por lo que Sascha les había contado desde que se convirtió en miembro de los DarkRiver, los psi estaban acostumbrados a vivir en un habitáculo y parecía que Faith había estado más recluida que la mayoría. Pero aquella mujer no tenía reparos en adentrarse sola en un bosque, de modo que quizá una parte oculta de aquella psi en particular ansiara la libertad que podía encontrarse en la naturaleza.

Vaughn captó un leve movimiento. Entonces recorrió el femenino brazo con la mano rozando la tela de su camisa, y le acarició la espalda hasta que se despertó. Cuando ella movió la cabeza contra su pecho, el centinela utilizó los pies para mecer suavemente el columpio. Faith pestañeó levemente y luego abrió los ojos de nuevo.

—¿Qué tal la siesta, pelirroja? —Vaughn habló en voz baja en un esfuerzo por que la conversación fuera privada.

Faith cerró el puño contra su pecho.

—¿Por qué me estás tocando? —Fueron las primeras palabras que salieron de su boca, en un tono quedo y un tanto ronco.

—¿Por qué no estás sufriendo otro ataque?

Aquellos ojos estrellados parpadearon y, cuando se irguió, utilizó ambas manos para retirarse el cabello de la cara.

—Tienes razón. ¿Por qué no estoy teniendo otro ataque?

Sorprendido, Vaughn no supo qué responderle. Justo en ese instante, salieron Sascha y Lucas. La expresión en el rostro de Sascha al ver a Faith despierta y aparentemente consciente fue impagable. Lucas había sacado un par de sillas de dentro de la casa, que ahora colocó frente a Vaughn y a Faith.

—Siéntate.

Sascha, que sujetaba dos platos llenos de comida, hizo lo que le pedía.

—¿Te encuentras bien? —preguntó mientras Lucas le quitaba el plato más grande de las manos.

—Eso creo. —Faith se masajeó las sienes—. Todos mis escudos aguantan contra… —Hizo una pausa y dio la impresión de que tenía que obligarse a pronunciar sus siguientes palabras—: Contra la PsiNet.

En sus palabras podía apreciarse un gran alivio, y Vaughn supo de pronto qué era lo que Faith más temía. Cuando la joven se dispuso a bajarse de su regazo, tuvo ganas de obligarla a quedarse, pero fue ese mismo impulso lo que hizo que la dejase marchar.

Faith se levantó con las piernas temblorosas y respiró hondo.

—Sí, creo que estoy bien. Aunque el bloqueo que me impide hablar de la PsiNet es bastante potente.

—Cuéntales tu visión, pelirroja. —Vaughn ya había imaginado lo que ella había visto, pero deseaba que Faith hablara, que se enfrentara a ello.

Ella cubrió la pequeña distancia hasta la barandilla y pareció centrar la atención en el frondoso verdor de los árboles.

—Otra vez la densa e indefinida oscuridad… el principio de una visión. Esta va aumentando hasta que hay un asesinato que alivia la presión. Al menos así es como creo que funciona. Nunca antes había tenido contacto con un asesino.

—¿Por qué lo llamas oscuridad? —quiso saber Lucas.

—No puedo ver nada de forma detallada. Simplemente tengo una sensación de oscuridad. —Parecía no poder encontrar otra palabra para describirlo—. En la oscuridad hay maldad, una intención malévola que comprendo, aunque nunca antes haya experimentado nada de eso. —Su voz dejaba entrever una tensión que Vaughn casi pudo palpar—. Creo que es porque de algún modo me convierto en él mientras estoy teniendo las visiones.

—¿Es eso lo normal? —Sascha dejó el tenedor en el plato.

—No. —Faith enderezó la espalda y por fin se volvió hacia ellos—. Normalmente veo con total nitidez, detalles de series de números, pero todo muy definido. Nunca participo en ello.

—Pero no esta vez. —A Vaughn no le gustaba que Faith se hubiera distanciado del grupo cuando era evidente que necesitaba que la abrazaran.

—No. —Sus ojos se estaban volviendo negros otra vez y el efecto era inquietante—. Es como si se comunicara conmigo y me retuviera. No pude salir de la visión hasta que me tocaste.

—Ven a sentarte aquí —le ordenó, agotada ya su paciencia.

Faith negó con la cabeza.

—No mantendrás la distancia.

—Eso es justamente lo que necesitas.

—¿Quién eres tú para juzgarlo?

—Esta mañana he visto algo en tu cuarto. Ven aquí y te lo contaré.

Los ojos de Faith eran ahora del todo negros y desbordaban desconfianza. Se tomó unos segundos para pensar en ello antes de acercarse y tomar asiento en el columpio… tan lejos de él como le fue físicamente posible. El felino deseaba proferir un gruñido, pero el hombre sabía cuándo debía exigir y cuándo debía dejar estar las cosas.

—¿Qué es lo que viste? —preguntó—. No eres un psi… ¿qué puedes haber visto?

—Había algo rodeándote cuando despertaste. Una negrura física tan real que parecía tangible.

—Vaughn, ¿estás seguro? —Sascha se inclinó hacia delante.

—Era como una sombra que se pegaba a ella.

Faith había empezado a balancear el columpio sin darse cuenta.

—No lo entiendo. Ninguna de mis visiones se ha manifestado de esa forma, y me han estado monitorizando desde que tenía tres años.

—Pero nunca habías tenido esta clase de visiones —señaló Vaughn cautivado por su delicado perfil. Era tan frágil. Jamás le haría un solo arañazo, pero otros no tenían tanto cuidado y el Consejo de los Psi estaba formado por monstruos.

—No. Por eso acudí a vosotros. Necesito saber cómo detenerlas.

Vaughn levantó la mirada y vio la expresión pesarosa de Sascha cuando respondió:

—Faith, lo siento, pero no creo que puedas.

Faith se agarró al borde del asiento.

—He de encontrar el modo. De lo contrario no seré capaz de funcionar a un nivel aceptable.

—No has acudido a nosotros porque quisieras detener las visiones. —Vaughn esperó hasta que ella le miró—. Lo que quieres es la facultad para controlarlas… y así poder ver lo que tu mente intenta mostrarte.

Faith meneó la cabeza.

—No. Carezco de la capacidad para poder soportar las visiones. ¿Por qué iba a querer que continuasen?

Clavando la mirada en aquellos ojos negros como el ébano, puso fin a la distancia que los separaba.

—Porque entonces dejarás de sentirte culpable por la muerte de tu hermana.

El cuerpo de Faith se convirtió en hielo y volvió la vista al frente.

—Soy una psi. No siento culpabilidad.

—No podías hacer nada. —Apretó el muslo contra el de ella, obligándola a prestarle toda su atención—. No te entrenaron para enfrentarte a la clase de cosas que ahora estás viendo.

—No debería estar viéndolas.

—¿Por qué?