5
Faith sintió que Vaughn se apartaba y dejó escapar un suave suspiro de lo que algunos podrían haber llamado alivio. Él era demasiado grande, demasiado intimidatorio, aunque jamás lo admitiría en voz alta. Sin haberle visto, ya sabía qué constitución tenía: fibrosa, todo músculo y furia. Una parte de ella, la misma que se había aventurado en un bosque oscuro sin detenerse y se había bajado del coche delante de un enorme felino, un animal de presa, se sentía fascinada por él.
Naturalmente, esa fascinación era puramente intelectual, pero eso no hacía que fuera menos inoportuna. Al parecer había cierta inclinación a la estupidez en su estructura mental que había sobrevivido al condicionamiento; inclinación que se deleitaba jugando con fuego y esperando para ver hasta qué punto se quemaba.
Eso, sumado al estrés que le producían las preguntas de Vaughn acerca de su niñez, era demasiado. Podía sentir cómo estaba sobrepasando sus límites mentales. Raras veces había tenido tanto trato con nadie, y nunca con gente que no escondía nada de lo que sentía, que se tocaba y que dejaba entrever en sus palabras una cantidad absolutamente inadmisible de emoción.
¿Y si sus escudos se resquebrajaban? Sufrir un ataque podría provocar un daño crítico en su cerebro y dejarla expuesta en el más íntimo de los sentidos. En la grabación que había visto, el psi-c en cuestión casi se había seccionado la lengua de un mordisco. Además, había perdido el control de sus procesos mentales durante el tiempo del ataque… incluso los escudos que le protegían de los vastos espacios públicos de la PsiNet se habían venido abajo. Faith no podía imaginar nada peor. Cada día de su vida, las visiones se abrían paso en su mente por la fuerza. Como mínimo, necesitaba tener cierta sensación de control, cierta sensación de seguridad, cierta sensación de intimidad dentro de los muros de su psique.
—¿Por qué tus padres dejaron que te separaran de ellos? —La pregunta de Sascha rompió el silencio.
Faith no deseaba seguir hablando sobre su pasado. Pero eso era algo irracional, y ella no era un individuo irracional.
—En el clan NightStar han nacido psi-c desde hace mucho tiempo. Sabían que no sobreviviría en un entorno normal.
—O tal vez eso era lo que les venía bien decirte. —La voz de Vaughn fue como un ronco roce sobre su piel. Imposible. Semejante efecto no tenía base en las respuestas fisiológicas de las especies humanas.
—Mi familia no gana, ni ganaba, nada mintiéndome.
—Dime, Faith, ¿cuánto dinero generas para el clan? —Por alguna razón, la voz de Sascha era diferente a la de cualquier otro psi que Faith hubiera escuchado. Parecía tener un efecto tranquilizador sin que pudiera apreciarse presión psíquica discernible.
—No llevo la cuenta. —Pero lo sabía—. Mi familia se asegura de que tenga todo cuanto necesito.
—Me hago una idea —dijo Sascha—. Vales millones. Y ha sido así desde que empezaron a adiestrarte para que les dieras lo que necesitaban: previsiones en el lucrativo campo de las finanzas.
—Las visiones no se pueden impedir.
—No. Pero como ha dicho Vaughn, quizá puedan canalizarse.
Faith no respondió y nadie dijo nada más, pero ella podía escuchar su silencio. Por mucho que intentara no escuchar nada.
* * *
Vaughn estaba irritable, como si le estuvieran acariciando el pelaje a contrapelo. Miró a la mujer con los ojos vendados que se encontraba a escasa distancia y supo que ella era la culpable. Pero después de haber explorado su mente en busca de posibles trampas —un truco que Sascha había enseñado a todos los centinelas— sabía a ciencia cierta que Faith no estaba utilizando sus poderes psi con él.
El felino suponía que estaba bien darse el gusto.
Levantó la mano para acariciar con el dedo uno de los mechones de aquel cabello que descansaba contra el respaldo del asiento. Una vez más, sintió que Faith se quedaba levemente paralizada. Vaughn frunció el ceño. A los psi no se les conocía por poseer una sensibilidad extrema a los estímulos físicos, lo cual hacía que Faith fuera más interesante.
El coche redujo la velocidad.
Haciendo gala de su agilidad felina, Vaughn se apeó casi antes de que el vehículo se detuviera.
—Ya hemos llegado. —Aunque abrió la puerta de Faith, dejó que se bajara ella sola.
Ella se movió con incertidumbre, pero no tardó en salir y situarse junto a la puerta adoptando la postura rígida típica de su raza.
—No —le ordenó Vaughn cuando ella se disponía a levantar las manos.
Acto seguido alargó los brazos y le desató el pañuelo. El felino que moraba en su interior aprovechó la oportunidad para deleitarse con el intenso y dulce aroma de Faith, pero el hombre se mantuvo en guardia.
Ella parpadeó a causa de la luz procedente del porche —Lucas había encendido la única bombilla— y Vaughn vio por primera vez sus ojos como hombre y no como animal. Los encontró igual de impresionantes, igual de bellos. Dos pedacitos arrancados al cielo nocturno.
Faith alzó la mirada… y tuvo que alzarla un poco más. Tal y como había deducido al sentirle a su espalda, el jaguar era alto en forma humana. Su cabello era espeso, de color ámbar dorado, lo bastante largo como para que le rozara los hombros, y sus ojos… tenían un extraordinario tono áureo: los ojos de un gato convertido en humano. No había nada suave en él, nada dócil. Pero ella, una mujer que nunca antes había entendido el concepto, lo encontró hermoso. Era una reacción inexplicable que su cerebro no podía aceptar, pues contravenía todas las reglas del Silencio.
Se le cortó la respiración y enseguida se tornó más agitada de lo conveniente. Sabía que estaba teniendo una reacción de estrés, pero no podía reprimirla. El ritmo cardíaco comenzó a acelerarse un segundo después. Recordando una sencilla técnica de relajación, apoyó la mano sobre la parte superior de la puerta abierta del coche y apretó. Pero la acción física no surtió efecto.
De pronto, unas manos grandes le enmarcaron la cara obligándola a levantar la vista y a mirar aquellos extraordinarios ojos.
—Para.
Faith levantó las manos y trató de zafarse de las de él. ¿Es que ese hombre no sabía que estaba empeorando las cosas? La presión se había multiplicado por mil con aquel contacto de piel contra piel. Calor, sensaciones, poder, todo lo que él era se filtró dentro de Faith y amenazaba con provocar un cortocircuito en su ya sobrecargada mente.
—Vaughn, suéltala. —La orden de Sascha fue como una bendición—. No puede soportar tantas sensaciones.
—Sí que puede. —Aquellos ojos felinos se clavaron en los de ella.
Faith deseaba luchar contra él, pero no tenía ni idea de cómo utilizar sus habilidades en un combate que no fuera mortal. Se tambaleó sintiéndose mareada y se enfrentó a su mirada.
—Voy a perder la consciencia. —Sabiendo el posible peligro que entrañaba para sus escudos en la PsiNet, estaba paralizada ante la agonía física de unas terminaciones nerviosas que se estaban volviendo locas.
—No, no vas a perderla. Si lo haces estarás indefensa. —Vaughn no aflojó—. ¿Quieres estar a mi merced?
Faith intentó decirle que no era una decisión que estuviera en su mano tomar. Su cuerpo se estaba colapsando. Y entonces la última de sus neuronas se apagó.
Maldiciendo, Vaughn cogió el cuerpo de Faith antes de que cayera y se hiciera daño.
—¡Maldita sea! ¿Por qué no la has soltado cuando te lo he dicho? —Sascha se apresuró a acunar entre las manos el rostro de la mujer que Vaughn sostenía en brazos.
—Le tiene demasiado miedo a todo. —La bestia que moraba en él actuaba por instinto, y este le decía que estaba haciendo lo correcto—. No podemos permitirnos tratarla como si fuera una niña pequeña.
Sascha parecía tener ganas de discutir, pero Lucas se acercó a ella por detrás.
—Él tiene razón. Faith tiene que aprender a sobrellevarlo… si no puede aguantar el contacto o relacionarse de forma normal con la gente, ¿cómo demonios va a aprender a manejar esas visiones que dice estar teniendo?
—Tú no lo entiendes. A esta mujer no la han tocado casi nunca, y apenas ha pasado tiempo con personas que no se rigen por las reglas del Silencio. Sabes cómo era yo, y eso que no había estado aislada. —Retiró las manos del rostro de Faith—. Llévala dentro. Creo que se pondrá bien en unos minutos… no percibo que se trate de un ataque.
Vaughn llevó a Faith al interior de la cabaña. Apenas pesaba y su cuerpo era menudo, pero había sentido el poder de aquellos ojos estrellados cuando se clavaron en los suyos, había sentido la enorme fortaleza que se ocultaba en esos frágiles huesos. Era fuerte y tenía que encontrar esa fuerza si quería sobrevivir. El felino sabía que esa era la pura verdad. Y a veces el jaguar comprendía las cosas mejor que el varón humano.
Una vez dentro, se sentó en el sofá con ella en brazos haciendo caso omiso a la mirada torva de Sascha, que entrecerró aquellos ojos tan parecidos y a la vez tan diferentes a los de Faith. Nunca antes había reparado en que los ojos de cardinal eran únicos en cada psi, nunca había estado lo bastante cerca de dos de ellos como para hacer comparaciones. Pero sabía que jamás confundiría los de Sascha con los de Faith.
Sascha se volvió hacia Lucas y levantó las manos en el aire.
—Habla tú con él.
Lucas miró a Vaughn.
—Sabe lo que hace.
Vaughn no estaba tan seguro. Tan solo sabía que no podía permitir que Faith tuviera miedo al contacto físico. Que Faith tampoco podía consentirlo. Y si había algo mínimamente inexplicable en la reacción de Vaughn, seguramente se debía a que él no era un psi.
* * *
Sascha acorraló a Lucas en la cocina.
—¿Por qué Vaughn está actuando de forma tan irracional? —preguntó a media voz, sabedora de que los felinos tenían un agudo sentido del oído.
Su compañero sonrió y Sascha sintió que se le encogía el estómago. La reacción aún era nueva para ella, todavía poderosa. Se preguntó si alguna vez llegaría a acostumbrarse; tenía la impresión de que no, no cuando estaba emparejada con aquel hombre.
Una expresión de absoluta satisfacción felina apareció en la sonrisa de Lucas, dejando entrever en ella que sabía lo susceptible que Sascha era a él.
—Yo no puedo leer la mente.
—Lucas. —Buscó un vaso y lo enjuagó—. No percibo nada en Faith. Nada.
El cuerpo de Lucas se quedó inmóvil como el de un cazador.
—¿Como antes?
A Sascha no le gustaba recordar su primer encontronazo con la frialdad traicionera de una mente que no había emitido la más mínima reacción emocional. Era cierto que los psi habían enterrado sus emociones, pero estaban ahí, como un zumbido de baja frecuencia cuya existencia desconocía la mayoría de su raza, y que sin embargo ella siempre había percibido a un nivel más profundo que el de la consciencia.
No obstante, había quienes no proyectaban literalmente emoción alguna… porque nunca habían tenido sentimientos que subyugar; psicópatas a los que el Silencio les había proporcionado una absoluta libertad.
—No —se apresuró a responder—. No como antes.
Desde la cocina, Lucas dirigió la mirada hacia donde Vaughn estaba sentado con Faith en los brazos.
—¿Pero?
Sascha se acercó para que él la estrechara en un abrazo.
—Es como si estuviera recubierta por una concha, más que ningún otro psi. Lo reprime todo hasta tal punto que eso la aísla de un modo que no alcanzo a imaginar.
Sintió el corazón de Lucas latiendo de manera regular bajo su mano, pero lo que a ella la hacía sentirse a salvo bien podría matar a Faith.
—Esta mujer no ha tenido ningún contacto con otra raza que no sea la suya y, aun así, ya has oído a qué se ha reducido el limitado contacto que ha mantenido con los suyos. Estamos sobrecargando sus sentidos y el único modo que tiene de hacer frente a la situación es desconectar.
—Los ataques… ¿Crees que son una posibilidad real?
Sascha se tomó un momento para pensar.
—No lo sé con seguridad. Los psi-c raras veces aportaban datos a la PsiNet cuando yo estaba conectada porque, en la mayoría de los casos, alguien había pagado ya por aquello que averiguaban. Pero el instinto me dice que ella lo cree real, que le han inculcado que son reales.
—Así que, ¿podría provocarse un ataque de manera inconsciente?
—Sí. —Hubo un tiempo en que Sascha había creído que era una cardinal sin poder y sabía bien lo que era vivir una mentira durante tanto tiempo que acababa por convertirse en verdad—. Faith no entiende el concepto de la vida fuera del mundo en el que ha crecido. El que esté aquí es una prueba de su fortaleza interior.
—Bien. Los débiles no sobreviven.
* * *
Vaughn sintió que la mujer que tenía en brazos volvía en sí. Ella abrió los ojos casi de inmediato.
—Respira hondo —le indicó en cuanto notó que se quedaba paralizada—. Si te desmayas tendremos que pasar de nuevo por esto.
—Por favor, suéltame.
El tono de su voz no reflejaba vulnerabilidad alguna, nada que delatase su estado emocional. Pero claro, era una psi; no tenía sentimientos. Frunciendo el ceño porque el jaguar que moraba en él le exigía que continuase sujetándola, permitió que Faith se incorporase en su regazo. Cuando ella empujó su brazo, Vaughn lo retiró para que pudiera levantarse.
Faith se frotó las manos sobre los pantalones.
—¿Dónde está Sascha?
—Estoy aquí. —La aludida salió de la cocina y le entregó a Faith un vaso de agua—. Bebe.
Faith lo hizo sin poner objeciones, luego dejó el vaso encima de la mesa situada delante del sofá. Vaughn observó y esperó mientras ella buscaba con la mirada un lugar donde sentarse. Lucas había ocupado la butaca y atrajo a Sascha para sentarla sobre sus muslos. Faith no tenía otra opción que sentarse a su lado o en una butaca al fondo de la habitación. Optó por la alternativa más sensata, pero intentó poner tanta distancia entre ellos como le fue posible.
—¿Qué tal te encuentras? —preguntó Sascha.
—Bien. Pero te ruego que les digas a los miembros de tu clan que no me toquen. No tengo la capacidad para procesar tal estímulo.
Vaughn le pasó un dedo por la mejilla y ella se giró rápidamente para taladrarle con la mirada.
—He dicho que no me toques.
—Cuando nos conocimos me advertiste que te romperías en pedazos solo con que te rozara. —Enarcó una ceja—. Ahora puedes soportarlo.
Ella le miró fijamente.
—Estás diciendo que me estás insensibilizando.
—No, pelirroja. Te estoy sensibilizando.
Faith miró aquellos ojos felinos y se maravilló con la intensidad que vio en ellos.
—No te entiendo.
Esbozando una sonrisa, Vaughn se recostó y estiró el brazo a lo largo del respaldo del sofá. Faith se dio cuenta de que si apoyaba la cabeza, los dedos del hombre le tocarían el cabello. Eso no debería haberle importado, pero se sorprendió inclinándose hacia delante cuando comenzó a hablar.
—He de poner fin a las visiones.
—¿Por qué piensas que nosotros podemos ayudarte? —preguntó Sascha.
Faith trató de pensar a pesar de ser consciente de la presencia del cambiante que se encontraba a su lado. Él había decidido actuar de modo civilizado, pero eso podía cambiar en el momento menos pensado; tenía que llevar a término la tarea que se había impuesto antes de que se comportara de nuevo como un felino con ella.
—No sé si podéis hacerlo. Lo único que sé es lo que ya os he dicho… que no me entregaréis al Consejo.
—¿Cuánto tiempo hace que tienes esas visiones?
—Unos tres meses. Me han estado viniendo poco a poco. Al principio era como… un gran peso que me oprimía. —La había aplastado hasta que se había acostado en su cama y no en el sillón monitorizado—. Comencé a despertarme empapada en sudor, con el corazón latiéndome tan aprisa que debería haber llamado a los psi-m, aunque no lo hice.
Unos dedos se deslizaron por su cabello y Faith se percató de que se había echado hacia atrás sin ser consciente de ello.
—A mí me suena a miedo —dijo Vaughn.
—Soy una psi. No siento miedo.
Faith se apartó y ladeó la cabeza para enfrentarse a él. Los ojos de aquel hombre la observaban con tal intensidad que se sintió como si la estuviera desnudando con la mirada.
—Entonces, ¿cómo lo llamarías tú?
—Una reacción fisiológica a factores de estrés desconocidos.
Un levísimo asomo de sonrisa danzó en los labios de Vaughn.
—Y bien, ¿qué otras reacciones fisiológicas experimentabas?
Faith creyó que era posible que se estuviera riendo de ella, pero no tenía forma de juzgar la veracidad de esa conclusión. Ese hombre era distinto a cualquier otra criatura con la que hubiera entrado en contacto.
—Los sudores dieron paso a lo que se denominan terrores nocturnos. Me despertaba a punto de gritar, convencida de que las oscuras visiones me habían seguido hasta el mundo real.
Cuando sintió que Vaughn introducía de nuevo las yemas de los dedos en su cabello, Faith no se movió ni rompió el contacto. Tal vez fuera arriesgado, pero en esos momentos él parecía estar de su lado. Y creía que podría ser lo bastante peligroso como para contener las visiones, por irracional que eso fuera.
—Ignoro lo que ves normalmente. Estas visiones, ¿se diferenciaban de las otras en alguna otra cosa aparte del contenido? —Sascha apoyó la cabeza en el hombro de su compañero, con la frente fruncida a causa de la concentración.
Faith asintió.
—Normalmente mis visiones son muy nítidas. Aunque no comiencen así, puedo hacer que sean más precisas. Pero estas… no puedo hacer nada. Es comparable a ir en un vehículo con otra persona al volante. —Esa había sido la parte más perturbadora—. Se escapan a mi control, pero no son caóticas.
La mano de Vaughn se deslizó bajo su cabello para cubrirle la nuca. Faith se sobresaltó, pero no se apartó. Él tenía razón, podría no ser capaz de combatir las visiones, pero sí fortalecer su capacidad para soportar los estímulos físicos.
—Pero no más —dijo muy, muy, bajito, enfrentándose a su mirada.
Por lo que sabía, su actual inmunidad al intenso calor de la mano de Vaughn estaba provocada por la adrenalina. Cuando el inevitable colapso se produjera, el ataque sería mucho peor de lo que habría sido si no se hubiera presionado tanto.
—Ya veremos —dijo en voz igualmente queda, y con una expresión en los ojos que ella fue incapaz de descifrar. Tal vez fuera un desafío, algo sobre lo que había leído en los innumerables libros que había devorado en la soledad de su casa. Su ritmo de lectura y su avidez significaban que poseía grandes conocimientos sobre una gran multitud de temas. Pero eran conocimientos sin contexto. Sobre todo en lo referente a humanos y cambiantes.
Optando por la prudencia, centró de nuevo la atención en Sascha.
—Después de unas pocas semanas, las oscuras visiones se volvieron más detalladas. Comencé a ver destellos, imágenes fragmentadas, partes de un rompecabezas. —Otro pasatiempo que la mantenía cuerda. O tan cuerda como podría estarlo un psi-c—. Pero seguían escapándose a mi control porque no podía encajar las piezas.
Él le frotó la piel con el pulgar y Faith volvió la cabeza.
—¿Sí?
—¿Por qué has esperado tanto para acudir a nosotros?
Faith se quedó cautivada por el matiz exigente de su voz. Eso sí lo reconocía. A menudo la gente le exigía cosas.
—Porque hasta que Marine fue asesinada no tenía forma de saber si esas visiones eran reales. Creía que mi mente se estaba desintegrando… es algo que les sucede a todos los psi-c, pero no acostumbra a manifestarse hasta que llegamos a la cincuentena. Creía que mi deterioro estaba comenzando de forma prematura.
—Nunca he escuchado nada al respecto —susurró Sascha.
—No es de extrañar. Los clanes psi no desean que se les conozca por engendrar individuos psi defectuosos y para cuando nos deterioramos, ya hemos acumulado riquezas suficientes para asegurarnos unos cuidados médicos discretos.
Faith intentó no pensar en lo que se le venía encima, procuró no imaginarse siendo incapaz de construir frases coherentes o distinguir entre las visiones y la realidad. Pero eso no significaba que ignorase lo inevitable. Por eso ciertos telépatas del clan NightStar se habían entrenado como especialistas en el campo de la construcción de murallas. Cuando un psi-c se derrumbaba definitivamente, eran estos Bloqueadores quienes impedían que su locura se filtrase a la PsiNet, proporcionando los escudos que el psi-c ya no era capaz de mantener.
—Creo que eso no es más que una sarta de gilipolleces. —Vaughn apretó ligeramente la mano, pero Faith lo percibió como si estuviera abrazando sus sentidos con todo el cuerpo.
Lo único que le impedía sufrir una reacción de sobrecarga era concentrarse en las palabras de Vaughn.
—¿A qué te refieres?
Él aflojó a pesar de que Faith no había expresado queja alguna de manera verbal, y aquel pulgar dejó de acariciarla.
—Convencieron a Sascha de que se estaba volviendo loca solo porque no encajaba en el molde que habían creado para ella. Y lo que me cuentas me suena a lo mismo.
Faith miró a Sascha.
—Él no lo entiende.
—¿El qué? —La voz de Vaughn se asemejaba más a un gruñido que a otra cosa.
—El índice de enfermedad mental entre los psi-c era uno de los más altos incluso antes del Silencio —respondió Sascha.
Lucas estrechó a su compañera en un fuerte abrazo. Faith se preguntó qué era lo que el alfa había percibido que a ella se le había escapado, porque a juzgar por la expresión de Sascha, parecía que eso había sido justamente lo que había necesitado.
—Pero que sea más alto no quiere decir nada, ¿no es verdad, mi amor?
Faith se sorprendió siguiendo con la mirada el movimiento de la mano de Lucas sobre los rizos de Sascha. Hasta que el pulgar de Vaughn le rozó suavemente la piel de nuevo. Se puso rígida, pillada por sorpresa al descubrir que él se había vuelto a acercar. Pero no podía hablar ni siquiera para pedirle que retrocediera. Quizá había agotado su habilidad para enfrentarse a la cantidad de nuevo material que estaba siendo obligada a procesar.
—No creas todo lo que te han dicho, Faith.
Era la primera vez que Vaughn pronunciaba su nombre y había hecho que sonara interesante, como si fuera algo más que una etiqueta útil por la que llamarla, había hecho que sonase… No sabía cómo describirlo, pero sabía que era algo que nunca hasta entonces había escuchado.
—El Consejo es experto en urdir mentiras para alcanzar sus propios fines.
Se levantó sin previo aviso y se dirigió hacia la puerta, con paso inestable pero resuelto.
—Necesito respirar.
Salió a la noche, se aferró a la barandilla que rodeaba el porche y tomó varias bocanadas de fresco aire nocturno.
No le supuso una sorpresa sentir la tibieza de Vaughn a su lado al cabo de un segundo. El centinela apoyó la espalda contra la barandilla para poder mirarla. Cuando levantó una mano, Faith sacudió la cabeza.
—Por favor, no lo hagas.
Vaughn se detuvo.
—Eres más fuerte de lo que piensas.
—No, no lo soy. Si fuera fuerte me habría enfrentado a esas visiones en lugar de huir de ellas, y mi hermana aún estaría viva. —Ya estaba dicho, la verdad que había estado ocultando desde el instante que su padre le había contado lo sucedido a Marine—. Si fuera fuerte habría entendido qué era lo que estaba viendo. —Faith contempló la oscuridad del bosque, una oscuridad que era un regalo y no una maldición.
»Llevo viendo cosas desde que era niña. Cosas buenas y útiles. Veo cuándo el mercado va a subir o a bajar. Veo si un nuevo invento va a cuajar de modo que las empresas puedan invertir dinero desde un principio. Veo si una operación en ciernes tiene el potencial de salir bien. —Sus manos apretaron la madera de la barandilla y tuvo una sensación de caos palpitando en lo más recóndito de su mente, una amenaza desde el interior de su propia psique. Así era como se originaba la locura… con la incapacidad de controlar sus reacciones físicas—. No veo muerte y sangre. No veo asesinatos.
—Los psi-c solían verlo. —La voz de Vaughn fue como un profundo ronroneo que se frotó contra sus entrañas de un modo perturbadoramente íntimo—. Solían ver desastres y asesinatos, dolor y horror.
Faith le miró al fin.
—No es de extrañar que se volvieran locos.
—Solo algunos.
Pero hoy en día todos los psi-c acababan enfrentándose a dicho destino. Entendía lo que Vaughn intentaba decir, pero no podía aceptarlo. Demasiado, era demasiado.
—Necesito tiempo para asimilarlo todo.
Faith esperaba que él la presionara como había estado haciendo desde que se habían conocido, pero el felino se limitó a asentir.
—Vamos. —Señaló hacia la puerta—. Sascha te está preparando una cama en uno de los dormitorios.
—¿Puedo hacerte una pregunta?
—Hazla.
—Sascha y Lucas… ¿Cómo?
No alcanzaba a comprender cómo un psi cardinal podía haber sobrevivido tras haber cortado el enlace con la red, mucho menos haber entrado en el mundo de los cambiantes.
El rostro de Vaughn experimentó un sutil cambio.
—¿Ves esto? —Levantó el brazo derecho y ella pudo contemplar por primera vez el tatuaje que tenía en el bíceps. Tres tajos irregulares, semejantes a las marcas que Lucas lucía en la cara—. Soy un centinela. Mi lealtad es para con Sascha y con Lucas. Y tú aún podrías ser una amenaza.
Faith se preguntó por qué eso le provocó una extraña sensación en el pecho.
—Realmente me matarías si fuera necesario.
—Sí. —Aquellos ojos felinos parecían brillar en la oscuridad—. Así que juega limpio.
—No sé jugar. —No podía recordar haber hecho nunca tal cosa—. Llevo trabajando desde que fui capaz de formar una frase comprensible.