27
richard devolvió su atención a los símbolos tallados en la pared y continuó leyendo durante unos cuantos minutos mientras Samantha aguardaba pacientemente. Los ojos de la muchacha seguían el movimiento de su dedo de vez en cuando mientras él trazaba un dibujo emblemático de una dificultad especial a la vez que llevaba a cabo la traducción mentalmente.
—¿Y qué más dice? —preguntó ella, empezando a perder la paciencia.
Richard volvió a pasarse una mano por la cara.
—Bueno, habla mucho sobre el modo en que el emperador Sulachan quería convertir a tantas personas como fuera posible en esta raza nueva de infrahumanos, estos mediopersonas que vivían sin alma en esta línea temporal alterada de modo que pudieran servir a su causa. También planeaba eliminar cualquier oposición a su grandioso proyecto eliminando en primer lugar a cualquier poseedor del don que se opusiera a él.
Samantha lo miró frunciendo el entrecejo.
—¿De qué plan grandioso habla?
Richard pasó a la siguiente línea, asimilándolo todo durante un momento. Lo leyó dos veces, para estar seguro de que realmente decía lo que él pensaba que decía.
—¿Bien? —preguntó Samantha—. ¿Podéis leerlo o no?
Él soltó un suspiro preocupado.
—Puedo leerlo, Me cuesta creerlo, pero puedo leerlo. No me extraña que los habitantes del Nuevo Mundo estuvieran dispuestos a ir a la guerra para detenerlo.
—¿Por qué? ¿Qué pone?
—Dice que el emperador Sulachan quería unir al mundo en lo que llamaba la Alianza del Pueblo, con él como supremo gobernador.
Richard había combatido al Viejo Mundo debido a muchas de estas mismas ideas tiránicas de un bien común que algunas personas creían que transcendía las vidas de los individuos. A lo que aquel bien común siempre se reducía era a un sometimiento al gobierno de un tirano y a sacrificarse por su causa o morir. Imponer la fe en un bien común requería masacrar a cualquiera que disintiera, ya que tales dogmas no podían soportar la luz de creencias distintas.
Richard había pensado que muerto el último emperador procedente del Viejo Mundo, la lucha había finalizado por fin, pero ahora ya no estaba tan seguro. El mal siempre parecía emerger para intentar destruir cualquier cosa buena que sucediera, cualquier paz que hubiera arraigado, o cualquier prosperidad que hubiera surgido. En tanto existiera la humanidad, suponía que siempre habría individuos que pensaran que su visión de un mundo mejor requería asesinar a cualquiera que se cruzara en su camino.
Resultaba, pues, evidente que el antiguo conflicto, iniciado hacía tanto tiempo por el emperador Sulachan, y las armas aterradoras que había desarrollado no habían sido erradicados por completo. Algunas de aquellas armas lanzadas sobre el mundo de la vida habían sido encerradas hacía mucho tiempo tras barreras y muros. Igual que otras defensas habían caído, también esta había acabado por ceder.
—Me da la impresión que siempre hay alguien que quiere gobernar —dijo Samantha mientras examinaba con detenimiento aquella escritura que no comprendía.
—Eso es muy cierto —convino Richard a la vez que daba golpecitos a la pared—, pero la peligrosa diferencia es que Sulachan creía que su causa trascendía la vida.
La boca de la muchacha se crispó ligeramente.
—No entiendo.
—Sulachan imaginó el mundo de la vida y el mundo de los muertos como una grandiosa entidad interconectada, un todo, igual que la Gracia es un concepto único interconectado. Quería unir el mundo de la vida y el de los muertos bajo su gobierno.
Samantha negó con la cabeza mientras lo contemplaba leer.
—Eso es una locura.
Él miró en su dirección.
—No te lo discuto, pero algunas veces los lunáticos están tan motivados que son capaces de arrastrar al mundo entero a la locura con ellos.
—No veo cómo la gente normal podría secundar tales creencias.
Richard enderezó el cuerpo con un suspiro.
—Con frecuencia les resulta más fácil atraer a seguidores apasionados a los lunáticos que a las personas sensatas conseguir que la gente atienda a razones. A menudo estamos más dispuestos a creer mentiras que a aceptar la verdad. Uno puede hacer que las mentiras suenen atractivas. La verdad, por su propia naturaleza, no lo es.
»Eso no deja a la gente pacífica otra elección que pelear por sus vidas o caer bajo las espadas de dementes. En una situación así, no hay punto medio. No existe un compromiso entre civilización y salvajismo. La civilización siempre debe defenderse del salvajismo o caer en él.
—¿Imagino que ese es nuestro papel en esto?
Richard asintió.
—Nunca he querido tomar parte en una guerra, ver morir a gente buena, tener que matar. Todo lo que yo quería era vivir mi vida en paz. Pero me lo han impedido. Las batallas que he librado siempre han sido una lucha para sobrevivir, no para conquistar. Así es como acabé aquí en lugar de en ciudad del Corzo, donde me crie.
Pasó una mano por delante de lo que había escrito en la pared.
—En este caso, aquí, las gentes del Nuevo Mundo parece que no hubieran sentido el menor deseo de combatir y se hubieran mantenido fuera del conflicto todo lo que les fue posible, pero a los del Viejo Mundo tanto les daba que quisieran vivir en paz. En un caso así, el agresor prevalece a menos que los que desean la paz estén dispuestos a defenderse.
»Según cuenta Naja, el emperador Sulachan y sus seguidores estaban decididos a crear las armas que necesitasen, sin importar lo espantosas o letales que fueran, para poder vencer a todos aquellos que se opusieran a sus planes. Los muertos reanimados y los mediopersonas fueron dos de tales armas. Ella dice aquí que el plan de Sulachan era gobernar tanto a los vivos como a los muertos, desde el inframundo.
Samantha se alejó unas cuantas zancadas llena de agitación, luego regresó. Su estado de ánimo era tan sombrío como negros eran sus cabellos.
—Puedo comprender que un demente inicie una contienda, he visto suceder tales cosas a una escala muy pequeña entre personas testarudas aquí en nuestro pueblo, pero lo que describís suena totalmente a cosa de locos. —Se dio golpecitos con un dedo en la sien—. Algo demencial.
—Naja dice lo mismo, pero también advierte que incluso aunque sus ideas eran tan ilusas, irreales o absurdas como muchas personas entendidas creían que eran, e incluso aun cuando al final sí que resultaron imposibles de llevar a cabo, él estaba dispuesto a masacrar a una cantidad inaudita de personas inocentes en el intento, y los habitantes del Nuevo Mundo estaban en su camino.
»Cuenta que él no tenía ninguna intención de detener la matanza mientras existiera la vida. Creía que al final sólo existirían los muertos reanimados y las legiones de mediopersonas en el mundo de la vida, y él controlaría sus almas para siempre desde el inframundo.
—¿Estáis seguro de que él no era el Custodio resucitado? —preguntó Samantha con sarcasmo, cruzando los brazos.
—No era más que un hombre —respondió él—. Un hombre como tantos otros que, de un modo u otro, tanto si son conscientes de ello como si no, han estado consagrados a la muerte.
»Imagino que simplemente actuaba con mayor desfachatez al respecto que la mayoría de los dementes. Naja explica que, de hecho, él creía que dar muerte a tantos y a una escala tan grandiosa era una experiencia trascendental.
Samantha alzó las manos como dándose por vencida.
—Esto suena tan irreal que ni siquiera puedo entenderlo. Pero lo que de verdad me confunde es por qué la gente creería en un demente así y pelearía por su perturbada causa. Quiero decir que yo todavía no soy una persona adulta y aun así me doy cuenta de que esto es una locura.
Richard dio la espalda al relato de la pared.
—A muchas personas les atrae esa forma de vida. Seguir a un líder así les otorga licencia para actuar como salvajes, para ser matones anónimos y coger lo que les han dicho que es suyo por derecho. Algunas personas hallan embriagador tener el poder y el permiso para destruir a otros.
»Pero eso no viene al caso. La cuestión es que Sulachan era lo bastante poderoso para provocar una destrucción y pérdida de vidas inmensas. Aun cuando se engañara a sí mismo y sus ideas fueran disparatadas, él, los que poseían el don que estaban con él y sus ejércitos inmensos y devastadores poseían el poder para someter al mundo a la oscuridad de una gran guerra.
»Por suerte, Naja y las gentes de aquel entonces parecen haber sido capaces de crear esta barrera y contener a algunas de las más amenazadoras creaciones de sus hacedores. Eso ha protegido al mundo durante muchísimo tiempo.
»Pero esos mediopersonas del tercer reino, encerrados durante tanto tiempo detrás de la barrera, es probable que a lo largo de los siglos hayan seguido creciendo en número. Ahora andan sueltos por el mundo de la vida y vuelven a ser un problema.
Samantha, con un semblante disgustado, volvió a cruzar los brazos.
—Son nuestro problema.
—En efecto —convino Richard, asintiendo con la cabeza—. Si no averiguamos cómo detenerlas, entonces seremos nosotros los exterminados.