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lord Rahl, vuestro rostro acaba de palidecer. ¿Qué sucede? ¿Qué diantre son los mediopersonas? —Samantha se inclinó hacia él—. Lord Rahl, contestadme. ¿Qué sucede?

Richard presionó las yemas de los dedos contra la frente un momento mientras volvía a revisar la traducción. La repasó mentalmente otra vez al mismo tiempo que intentaba lidiar con un concepto tan ajeno a él.

—Dice que los mediopersonas son gente viva a la que han despojado de sus almas.

Richard no pudo evitar volver a examinarlo una vez más antes de seguir adelante para leer la siguiente sección del impactante relato. Finalmente retrocedió, contemplando con fijeza lo escrito en la pared.

—Esta parte de aquí es la que advierte de que los que están al otro lado de la barrera carecen de alma.

—Eso no tiene el menor sentido. ¿Cómo puede la gente no tener alma? Es como decir que… —Trató de encontrar las palabras— que la gente viva no está viva.

—Me temo que en cierto modo eso es exactamente lo que está diciendo. Naja dice que los mediopersonas no son exactamente humanos. Dice que están en algún punto entre lo humano y lo no humano.

—¿Cómo puede ser eso?

—Al parecer, los muertos y los mediopersonas tienen ciertas cosas en común y eso es lo que impide que sean del todo humanos. La gente viva tiene alma. Pero ¿qué significa eso? ¿Cómo nos hace eso humanos? En cierta forma, tener un alma significa poseer la plena habilidad intelectual para razonar. ¿Comprendes?

—No lo creo. ¿Qué tiene que ver el razonamiento con todo esto?

—La habilidad para razonar es lo que nos proporciona nuestra capacidad para sentir empatía con otras personas, para valorar la vida misma y determinar qué está bien y qué está mal. La razón es lo que alimenta la moralidad.

»Naja explica que estos mediopersonas no sienten empatía y también señala específicamente que carecen de la capacidad para razonar del todo. La parte que les permitía razonar qué era lo que más les convenía ha sido destruida mediante Magia de Resta, y esa capacidad era la fuente de su empatía, de su humanidad.

»Cuenta que sólo son capaces de discernir a medias, del modo en que lo hace un depredador para poder cazar.

»Son armas, cazan, matan, comen, se reproducen. Tienen forma humana, pero eso es todo.

Samantha le dedicó una mirada torva.

—Puedo comprender que Sulachan deseara tener este ejército incapaz de pensar, pero ¿creéis que de verdad es posible siquiera hacer tal cosa?

—Eso parece —respondió Richard mientras escrutaba los símbolos, traduciéndole lo esencial—. En esta línea de aquí, Naja dice que la Gracia, y por lo tanto el ser mismo de estas personas, fue partida por la mitad. Tras eso, les confirieron magia similar a la usada para reanimar a los muertos. De este modo, los hacedores del emperador consiguieron crear una raza de mediopersonas para que le sirviera.

»Lo que es más, debido a la Magia de Resta, los mediopersonas envejecen muy despacio, de un modo casi imperceptible.

Samantha, con una expresión escéptica, cruzó los brazos sobre el pecho.

—La magia puede hacer gran número de cosas, pero no puede ralentizar el envejecimiento de la gente. Si pudiera, todos los que poseen el don lo harían.

—Puede hacerse —repuso Richard—; lo he visto yo mismo en el Palacio de los Profetas. Hechizos antiguos alteraron el tiempo y las personas que vivían allí parecían envejecer despacio en comparación con los demás. Se hizo en un principio para dar a las hechiceras que vivían allí tiempo suficiente para completar la tarea de adiestrar a magos jóvenes.

»Conozco a personas que tienen cientos de años… al menos según nuestra forma de medir el tiempo. Incluso conozco a un antepasado mío, Nathan Rahl, que vivió allí la mayor parte de su vida y ronda los mil años de edad.

—Mil años… —Samantha mantuvo los ojos abiertos de par en par un buen rato, sacudiendo finalmente la cabeza—. Ojalá pudiera ver maravillas como las que deben de existir más allá de las Tierras Oscuras. Siempre he sabido que estoy condenada a permanecer en este lugar pequeño y aislado, como todos mis antepasados, sin ver jamás el mundo que existe al otro lado. Pero he soñado con todas esas maravillas.

—No sé si yo las llamaría «maravillas». Con frecuencia, todo lo que hacen es crear una barbaridad de problemas.

Tras considerar sus palabras un momento la muchacha regresó finalmente al tema que les ocupaba.

—Pero ¿cómo fue posible impedir que estos mediopersonas envejecieran? No viven dentro de un hechizo.

—Por causa de la Magia de Resta…

—Pero tan sólo esos antiguos magos podían manejar Magia de Resta, ¿no es cierto? Nadie posee ahora la capacidad de utilizar esa clase de magia.

—Hoy en día hay un número escaso de personas que todavía pueden invocar ese lado del don.

No mencionó el hecho de que él era uno de esos… al menos cuando su don funcionaba. Simplemente prosiguió con lo que había estado explicando.

—La Magia de Resta involucraba ineludiblemente al inframundo y de ese modo se hizo más lento su envejecimiento.

—¿El inframundo? ¿Por qué involucrar al inframundo haría más lento su envejecimiento?

—Porque nuestras vidas tienen límites… nacemos, vivimos y luego morimos, y la muerte es para siempre, ¿no es cierto?

—Cierto —concedió ella asintiendo confusa—. ¿Y?

—Por lo tanto, vivimos durante un tiempo que es finito, pero puesto que la muerte es para siempre no existe un modo de medirla. La vida da dimensión al tiempo.

»Pero nuestros espíritus inician su tiempo en el inframundo cuando nosotros morimos de un modo muy parecido a como iniciamos nuestras vidas al nacer en el mundo de la vida.

»En el inframundo no existe un final, no hay modo de medir el tiempo. Es por ese motivo que la Gracia muestra la vida con un inicio en la Creación y un final en la muerte, pero una vez que nuestros espíritus pasan al otro lado, eso continúa eternamente.

»Es como intentar establecer lo larga que es una cuerda cuando sólo hay un extremo. Si la cuerda continúa eternamente, ¿cómo puedes medir lo larga que es? La vida es una cantidad conocida. La muerte no tiene fin.

Samantha entornó los ojos mientras trataba de imaginar algo así.

—Cada día vivido —continuó Richard— es uno menos, uno que ha desaparecido para siempre. El tiempo, por lo tanto, tiene relevancia y significado para nosotros. Es el modo en que damos valor a cosas como el amor. Entregamos nuestra mercancía más preciada: nuestro tiempo, una parte de nuestras vidas, a aquellos que amamos.

—Nunca me lo había planteado así. Sé lo mucho que atesoro el tiempo que pasé con mis padres y lo que lo echo en falta. ¿Qué pasa con el tiempo en el inframundo?

—Estamos muertos para siempre. Así pues, un espíritu en el inframundo no tiene sensación de envejecer porque los espíritus no tienen ninguna sensación de que su tiempo se agota, precisamente porque nunca se termina. Permanecer en el inframundo un día o mil días o incluso un millón no es una medida significativa. Sigues estando muerto y siempre lo estarás.

—Pero ¿eso qué tiene que ver con que estos mediopersonas vivan muchísimo tiempo?

Richard enarcó una ceja.

—Los mediopersonas carecen de alma. Esa parte de ellos ya está muerta. Los mediopersonas existen en un tercer reino contraviniendo los principios de la Gracia, en un reino con su propio conjunto de principios donde la vida y la muerte coexisten sin una separación clara, donde pueden entremezclarse en modos inesperados.

»Cada uno de esos seres lleva ese tercer reino, o sea, la muerte, dentro de él, así que el tiempo avanza de un modo diferente para ellos. Los hacedores del emperador Sulachan aparentemente utilizaron ese vínculo con el mundo eterno para hacer que estas gentes tuvieran una larga vida para así poder servir mejor a la causa. El tiempo era importante para Sulachan porque él estaba vivo, así que utilizó los polos opuestos que son la vida y la muerte para manipular el tiempo en su propio interés.

Ella lo miró fijamente.

—Todo eso resulta pero que muy difícil de asimilar.

Richard asintió, consciente de que él había visto cosas que ella no podía aún imaginar y que era difícil que pudiera captar.

También era más que consciente de que la muerte podía reclamarlos tanto a Kahlan como a él y convertirlos en parte de aquel tercer reino. La diferencia era que ellos no iban a poder vivir un largo período de tiempo.

Su contacto con aquel reino era mortal, y el mundo de los muertos no tardaría en reclamar el pago de esa deuda.

—Lo sé —dijo en un tono comedido—. Tengo que admitir que también me resulta muy difícil de asimilar a mí.