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estos hacedores mencionados aquí deben de ser magos que creaban cosas —dijo Samantha, sacándolo de sus pensamientos—. Naja debe de estar hablando de hechizos construidos.

Richard lanzó una mirada a la muchacha.

—No, no eran hechizos construidos, al menos no al principio. Primero, crearon nuevas formas de magia. Más tarde las utilizaron en hechizos construidos. También crearon armas a partir de personas.

La muchacha se quedó boquiabierta.

—¿Transformaron a personas en armas?

Richard asintió.

—Armas espantosas, como el emperador Jagang, que procedía del Viejo Mundo. Sus antepasados fueron armas creadas por primera vez en tiempos de Naja. Los llamaban Caminantes de los Sueños.

—¿De verdad? —musitó ella con asombro—. Mi madre jamás me enseñó nada sobre tales cosas.

—No muchas personas están al corriente de tales cosas relacionadas con la antigua guerra. Algunos de nosotros supimos de ellas una vez que la guerra volvió a empezar. Todos nos sentimos horrorizados al enterarnos de que habían existido tales armas.

—Pero ¿cómo son posibles nuevas formas de magia? Pensaba que la magia era magia.

Richard estaba demasiado trastornado por la espantosa naturaleza de lo que estaba averiguando para desear meterse en materia, así que simplemente contestó:

—Sí, es posible.

—¿Dice qué clases de magia nueva crearon?

La frente de Richard se arrugó mientras bajaba la mirada hacia ella.

—Samantha, deja que descifre más partes y te lo diré.

La muchacha hundió ligeramente la cabeza entre los hombros.

—Lo siento.

Richard reanudó la traducción del relato.

—Dice que los hacedores desarrollaron hechizos para utilizar a los muertos…

—¡Utilizar a los muertos! ¿En serio? ¿Para qué?

—Dice que fueron usados como guerreros. Mediante estos hechizos nuevos, despertaron cadáveres del sueño de la muerte y los obligaron a servir a la causa del emperador.

Samantha le agarró con firmeza el antebrazo.

—¿Como esos monstruos que nos atacaron la otra noche?

—Eso parece. —Richard sacudió la cabeza ante el horrendo relato que veía escrito en la piedra—. Explica que mediante la alteración de elementos en la Gracia, los hacedores del emperador aprendieron a manipular los espíritus de los muertos en el inframundo…

—¿Por qué tendrían que hacer eso? —volvió a interrumpir ella una vez más, impaciente por hacer que tradujera a mayor velocidad.

Él agitó una mano para hacerla callar de modo que pudiera acabar de estudiar una agrupación de símbolos antes de continuar. Ella suspiró y aguardó en silencio.

—Pone que confirieron magia poderosa a cuerpos sin vida mientras usaban Magia de Resta sobre sus espíritus en el inframundo, volviendo a conectarlos de ese modo con sus restos terrenales.

Samantha se abrazó con fuerza a él como si sintiera un repentino escalofrío.

—Jamás imaginé que tales cosas fueran posibles.

Tampoco Richard. Tradujo otra línea antes de seguir explicando:

—Esto de aquí cuenta que fueron capaces de hacerlo manipulando esa conexión en la Gracia… la chispa del don… que surge de la creación, discurre a través de la vida y penetra en la muerte, conectándolo todo. De este modo pudieron crear muertos vivientes que carecen de voluntad propia.

»Indica que de este modo los hacedores de Sulachan consiguieron crear un ejército de asesinos insensibles, implacables y despiadados. Dice que cuando se les despierta del sueño de la muerte de este modo, no conocen el hambre, el dolor, el miedo o la piedad. Jamás se cansan. Jamás retroceden. Carecen de toda ambición que no sea la que les han dado, y es imposible matarlos porque ya están muertos.

»Explica aquí que a los muertos se los podía reanimar según fuera necesario. Una vez despertados se muestran infatigablemente comprometidos con su objetivo. La magia que los impulsa también les proporciona una fuerza terrible. Son tan fuertes que pueden despedazar a personas.

»Dice que su determinación es tal que si pierden las piernas no lo sentirán y usarán en su lugar los brazos para impulsarse tras aquellos a los que fueron enviados a matar. Ojalá pudiera decir que suena demasiado absurdo para creerlo, pero vi eso mismo con mis propios ojos.

»Sigue diciendo que deben ser despedazados, pero advierte que la magia los endurece, de modo que es difícil de lograr. Esa misma magia que los anima también los protege, actúa como una especie de escudo y hace que utilizar la mayor parte de las formas del don contra ellos resulte inútil. Indica que puedes quemarlos tanto con fuego normal como con fuego de mago.

—Nunca he visto fuego de mago. ¿Lo habéis visto vos?

Richard gruñó que lo había visto mientras se concentraba en traducir más cosas.

—Aquí pone que los escudos no protegen contra ellos porque extinguen vida.

Indicó con un ademán al corredor.

—Me preguntaba por qué los escudos que protegen esta zona desplazan esas piedras enormes. Me parecía algo fuera de lo corriente.

—¿De veras? ¿En qué modo?

—En todos los que he visto antes, tocar la placa de metal permite cruzar el escudo sin recibir ningún daño. Jamás utilizaban nada que no fuera magia para impedir el paso. Algunos de ellos repelían a los que no tenían derecho a pasar usando un sonido molesto, calor o incluso un dolor hormigueante, pero existen escudos lo bastante potentes como para matar a los intrusos. Hay escudos que te despellejarían.

»Los escudos que hay aquí deben de usar esas piedras enormes porque los muertos contra los que se supone que deben de salvaguardar están protegidos por la misma magia que los anima, de modo que no les afecta el poder de un escudo corriente.

Mientras ella reflexionaba sobre sus palabras, Richard descifró la siguiente sección de símbolos.

—Esto resulta alarmante —anunció—. Dice que a los muertos reanimados a menudo los envían contra objetivos específicos, como por ejemplo los que poseen el don. —Echó una mirada a la muchacha—. Parece que tenías razón sobre lo de que iban tras de ti.

Ella le miró con semblante agraviado.

—Ya os lo dije.

—¿Y sabes por qué tendrían que ir tras de ti?

Ella pareció sorprendida por la pregunta.

—¿Para evitar que se utilice magia para detenerlos?

Richard dio golpecitos con el dedo en la pared de símbolos.

—La magia no funciona contra ellos, salvo tal vez el fuego de mago, y tú desde luego no sabes hacer uso de él. Además, no creo que mataran a mi abuelo, Zedd, ni a Nicci. Sospecho que alguien quería que los capturasen por algún motivo. Me pregunto si también cogieron a tu madre. Al fin y al cabo, los restos de tu padre se encontraron, pero los de ella no.

—¿Por qué creéis que estos monstruos vendrían tras de mí?

—Sospecho que su intención era impedir que se diera la alarma. Puede que hayan matado a tus parientes para impedirles avisar a nadie antes de que pudieran desactivar por completo los hechizos barrera. Es posible que asesinaran a tu madre igual que a tu padre, pero capturarla también habría impedido que corriera la voz y a lo mejor tienen algún propósito en mente. Sólo quedabas tú aquí en Stroyza.

Samantha parecía anonadada.

—Ni siquiera sé cómo dar la alarma.

—Ellos no lo saben.

—Supongo que no. —Alzó los ojos esperanzada—. ¿Realmente pensáis que mi madre está viva?

Richard tardó un buen rato en responder.

—Eso espero, Samantha. Y también mis amigos. Si así es, tengo que intentar rescatarlos.

Samantha echó una veloz mirada a la abertura desde la que se veía el tercer reino.

—¿Queréis ir allí? Ir a un lugar donde los muertos deambulan por el mundo de la vida suena a misión suicida.

Él la contempló con una expresión resuelta.

—Además de querer salvarlos, si no rescato a mis amigos y los llevo de vuelta al campo de contención Kahlan y yo moriremos.

—Lo sé.

Richard hizo entonces la pregunta para la que ya conocía la respuesta, pero que no podía evitar hacer.

—¿Ves alguna esperanza para nosotros, algún otro modo de quitarnos esta dolencia y salvar nuestra vidas?

Samantha echó un vistazo por encima del hombro, como si pudiera ver a Kahlan tendida allí atrás. No había duda o incertidumbre en sus jóvenes facciones o en sus ojos de hechicera.

—Me temo que no, lord Rahl —dijo, negando con la cabeza—. La Madre Confesora está muy enferma. Tengo la esperanza de que con lo que fui capaz de hacer por ella pueda recuperar fuerzas suficientes para despertar y poder comer y beber, pero su enfermedad es mortal. Igual que sucede con vos, incluso aunque no percibáis todavía todos sus efectos. Pronto lo haréis.

Richard asintió, incapaz de decir nada, incapaz de impedirse imaginar a Kahlan muerta.

—Lo siento, lord Rahl, pero no creo que seáis la clase de hombre que querría que le ocultara la verdad.

Richard clavó la mirada en los oscuros ojos de Samantha.

—No, no lo querría. Únicamente la verdad puede ayudarnos. Es por eso que necesito traducir este mensaje. Necesito ver si hay alguna información aquí que pueda ayudarnos.

No podía decir en voz alta que si Kahlan moría, él no querría vivir. La vida no tenía nada para él sin Kahlan. La vida no les deparaba nada salvo una muerte inminente para ambos si no podía encontrar a Zedd y a Nicci. Para hacer eso, necesitaba ir al tercer reino, pero primero tenía que averiguar a qué se enfrentaba.

Richard volvió a girar hacia el Idioma de la Creación y leyó para sí un momento. Era una lectura macabra.

—El relato de Naja cuenta que los muertos siempre abundan y que daban vida a nuevos cadáveres según los necesitaban, a menudo en grandes cantidades. Con frecuencia utilizaban a los propios soldados. Como parte de su función, la magia que los posee detiene el proceso de descomposición, pero debido a que tales fuerzas siniestras se usan en el mundo de la vida, la magia conferida a los muertos tiene límites. En primer lugar, debido a que todo en el mundo de la vida acaba estropeándose con el paso del tiempo, lo mismo le sucede a esta magia. Cuando eso sucede, su efectividad se degrada y los muertos a los que posee reanudarán su descomposición natural. No obstante, no sabe cuánto tiempo dura ese proceso.

—Estupendo. Así que estos asesinos, estos muertos vivientes que tardan una eternidad en pudrirse, son abundantes y ahora están escapando del tercer reino para caminar entre nosotros.

—Esa es la impresión que da —convino Richard, desolado.

Samantha sacudió la cabeza consternada.

—Incluso Jit permanecía en su guarida. Nunca antes tuvimos que enfrentarnos a nada tan aterrador como estos muertos vivientes. No consigo imaginar nada peor.

Richard, que seguía leyendo el relato de Naja, pasó suavemente los dedos sobre la siguiente línea escrita en el Idioma de la Creación de la pared.

—Aquí pone que los mediopersonas son mucho peores.