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la muralla del norte, ¿por qué sigues llamándola así?
Ella lo miró con el entrecejo fruncido, desconcertada por la pregunta.
—Porque es como se llama.
—No, no lo es —respondió Richard.
La tersa frente de la muchacha se arrugó.
—¿De qué estáis hablando?
Richard volvió a indicar con un ademán los símbolos que se extendían a lo largo de la pared.
—Se llama la muralla barrera. No hay ninguna mención de una muralla del norte en estos escritos. Entonces, ¿por qué la llama tu gente la muralla del norte?
Los ojos oscuros de Samantha se abrieron enormes y redondos. Su rostro parecía pálido en contraste con el oscuro marco de sus cabellos.
—¿Me estáis diciendo que podéis leer esas extrañas marcas de las paredes?
—Sí. —Señaló el círculo de símbolos que rodeaba la abertura—. Esta de aquí dice «el tercer reino».
Richard pasó la palma de una mano a lo largo de la pared, en la que se habían tallado antiguos símbolos con sumo cuidado.
—Aquí se habla de la muralla barrera. ¿Ves?, justo aquí. En ninguna parte la llaman la muralla del norte.
Samantha fue detrás de él, sin hacer caso de lo que señalaba, mirándolo boquiabierta a él.
—¿Podéis leer estas marcas? ¿Realmente las entendéis?
Él asintió a la vez que pasaba la mano por otro grupo de símbolos.
—Estas marcas hablan de la barrera. Hay una cantidad enorme de información escrita aquí. Tendría que estudiarla durante un tiempo para poder traducirla, pero comprendo lo suficiente para saber que todo tiene relación con la barrera y el tercer reino. —Echó una veloz mirada por encima del hombro—. Y bien, ¿por qué la llamáis la muralla del norte?
Ella pareció no saber qué decir.
—No lo sé. Siempre la han llamado la muralla del norte. Nunca hemos tenido ningún motivo para pensar que podría llamarse de otro modo.
Richard se mostró estupefacto.
—¿Me estás diciendo que ha sido el deber de los que poseían el don aquí en Stroyza vigilar la muralla para poder advertir a otros si las puertas se abrían alguna vez y que ninguno de vosotros sabía leer la información, las instrucciones y advertencias que se os han dejado en las paredes?
—Lo siento, lord Rahl, pero por lo que me han enseñado, las marcas son una lengua antigua y muerta. Tía Martha siempre sonreía cuando las veía y se refería a ellas como bonitos adornos que nuestros antepasados nos dejaron.
»Siempre me dijeron que si se trataba de un mensaje, como pensaba mi madre, su significado se había perdido hacía mucho tiempo.
—Pero tu gente ha estado aquí todo este tiempo, desde la época en que pusieron aquí esta información. ¿Cómo es posible que no supierais lo que dice? ¿Por qué no se transmitió la interpretación de estos escritos? ¿Por qué no se enseñó a los jóvenes a leer esto?
La muchacha contempló la pared un momento antes de volver a mirarlo.
—Lo lamento, lord Rahl, pero no tengo una respuesta.
—No tiene ningún sentido. ¿Por qué los que poseían el don no enseñarían a sus descendientes a leer esto? Al fin y al cabo, este era su propósito, su deber… ser centinelas.
Samantha se rascó la frente mientras consideraba el problema.
—Bueno, a veces nace alguien que salta la cadena… ya sabéis, una persona que no hereda el don.
Richard asintió a la vez que apoyaba la palma de la mano izquierda sobre la empuñadura de su espada.
—El don se saltó a mi madre.
—Imagino que debe de haber habido lagunas en los linajes de Stroyza —dijo ella—. Puede que no hubiera suficientes hechiceras con hijos poseedores del don, de modo que no les fue posible transmitir sus conocimientos. Cuando esos hijos tuvieron finalmente descendencia, quizá la hechicera era ya anciana y los nietos no habían alcanzado la edad suficiente como para aprenderlo todo. Incluso podría ser que las abuelas hubieran fallecido y los jóvenes no tuvieran a nadie que los instruyese. Como os pasó a vos, que nadie os enseñó a utilizar vuestro don.
La boca de Richard se crispó en una mueca de exasperación.
—Supongo que no andas desencaminada.
—Al igual que yo con mi madre desaparecida, es probable que esos jóvenes durante épocas de saltos ni siquiera fueran conscientes de qué áreas de conocimiento se habían perdido. Cuando yo tenga hijos jamás podré enseñarles todo lo que mi madre sabía porque no tuvo el tiempo necesario para transmitírmelo.
Richard profirió un fatigado suspiro.
—Supongo que eso tiene sentido. No pretendía dar la impresión de que tus antepasados fueron negligentes. Debe de haber sido duro para ellos. Todo este tiempo han vivido en este lugar desolado, mientras iban perdiendo poco a poco los conocimientos que explicaban la razón de que estuvieran aquí.
Ese era uno de los motivos por los que Richard siempre había considerado que los libros eran importantes, por qué los buscaba y por qué dedicaba tanto esfuerzo a extraer información de ellos. Los libros eran eslabones que abarcaban vínculos humanos desaparecidos o incluso períodos de salvajismo y las épocas de ignorancia resultantes.
Era útil tener a alguien que pudiera transmitir sus conocimientos, pero si no había ancianos, los libros llenaban el vacío, a menudo durante siglos y en ocasiones incluso milenios. Los libros servían para mantener a salvo conocimientos duramente obtenidos. Perduraban. Podían ser casi inmortales.
Samantha frunció el entrecejo con semblante receloso mientras inspeccionaba la pared de símbolos que no podía comprender.
—Si no tuvisteis a nadie que os instruyera sobre vuestro don, ¿cómo podéis comprender una lengua muerta?
—En el transcurso de mi vida, mientras me convertía en el lord Rahl, he tenido que aprender gran cantidad de cosas, como el d’haraniano culto —indicó con la mano la pared— y esto.
Su mirada vagó de nuevo hacia la redondeada abertura.
—Pero en todo lo que he aprendido, he hallado ninguna información sobre un tercer reino. Jamás lo he oído mencionar en ninguna parte.
—Imagino que hay muchas cosas que vuestros mayores tampoco os enseñaron.
Él sucumbió a una sonrisa sarcástica.
—Supongo.
—Pero ¿de verdad entendéis todas estas marcas extrañas y sabéis lo que significan? —preguntó la muchacha, con semblante todavía perplejo.
—Sí. —Volvió a pasar la palma de la mano sobre uno de los dibujos—. Esta de aquí, por ejemplo, dice que los hechizos barrera, no los muros de piedra ni las puertas de hierro, ni siquiera las montañas, son la auténtica fuerza que mantiene confinada a una gran maldad.
—Gran maldad… —dijo ella con expresión preocupada.
Él asintió a la vez que indicaba con un dedo.
—Esta composición de aquí, junto a ella, menciona que los hechizos barrera están formados por hechizos de gravedad. Tendría que leer más para intentar averiguar qué significa eso. —Bajó la vista hacia ella—. ¿Por casualidad sabes qué son los hechizos de gravedad?
Ella negó con la cabeza, todavía mirándolo maravillada, como si fuera un buen espíritu con conocimientos místicos que había venido al mundo de la vida para explicar lo inexplicable. Aquel arrobamiento le hacía sentirse un tanto incómodo.
Richard pasó a otra sucesión de dibujos, estudiando los distintos elementos durante un momento. Dio un golpecito a la pared con el dedo.
—Esto habla sobre las personas con el don que se establecieron aquí en este Stroyza para vigilar la barrera. Dice que deben permanecer en este lugar y vigilar por si aparece un deterioro en los hechizos de gravedad, lo que degradaría la efectividad de la barrera.
—El que perdiéramos todos estos conocimientos me hace sentir fatal.
Richard asintió distraídamente mientras se pellizcaba el labio inferior en profunda concentración, estudiando los símbolos, incapaz de resistirse a traducirlos mentalmente.
—Esto es interesante. Parece que las personas que hicieron esto eran conscientes de que la barrera no podía durar eternamente. Por eso dejaron gente aquí para vigilarla. Explica que los hechizos, aunque potentes y de larga duración, acabarán deteriorándose con el tiempo. Indica que cuando eso empiece a suceder algunos de los que están al otro lado comenzarán a escapar al mundo de la vida.
—Jit —musitó Samantha, comprendiendo, y alzó los ojos hacia él—. A mi madre le preocupaba mucho la Doncella de la Hiedra y de dónde podría provenir, pero no sabía nada sobre estos hechizos barrera.
Samantha paseó a lo largo de la pared, contemplando todos los símbolos bajo una luz nueva.
—Pensar que yo ni siquiera sabía que esto fuera un idioma…
—Recibe el nombre de Idioma de la Creación.
—¿Enseñan este Idioma de la Creación en ciudad del Corzo, de donde procedéis?
La idea hizo sonreír a Richard.
—No; lo aprendí no hace mucho, en realidad.
El Idioma de la Creación era lo que la antigua máquina llamada Regula, o máquina de los presagios, utilizaba para comunicar las profecías. Regula utilizaba haces de luz concentrados para grabar a fuego los símbolos que componían el Idioma de la Creación en tiras de metal. Había un libro, también llamado Regula, en el Palacio del Pueblo. No todo estaba allí. Parte de él, la parte que explicaba el propósito de la máquina, había sido sacada hacía mucho tiempo y enviada al Templo de los Vientos para mantenerla a salvo.
Regula parecía ser alguna especie de manual para el artefacto, y con la ayuda del libro Richard había aprendido a traducir los símbolos y de paso también el Idioma de la Creación.
Aquel tipo de lenguaje era una forma condensada y eficiente de escritura. Utilizaba símbolos que representaban conceptos, en lugar de palabras. Una vez que Richard cayó en la cuenta, comprendió que durante años había usado partes del Idioma de la Creación sin reparar en ello. Muchos símbolos del Alcázar y hechizos dibujados por los que poseían el don usaban elementos de ese idioma. En muchos aspectos apenas perceptibles, aquel idioma influenciaba todos los que aparecieron después de él.
—No veo cómo es posible algo así —dijo Samantha con un suspiro de contrariedad—. No veo cómo puede comunicarse algo simplemente con símbolos y dibujos. —Pasó una mano por delante de la pared—. ¿En qué modo nos transmiten algo círculos, triángulos y emblemas y cosas por el estilo?
—La Gracia es un símbolo, ¿verdad? —preguntó él mientras escudriñaba lo escrito en la pared.
—Bueno, sí.
—Es un símbolo que pertenece al Idioma de la Creación.
Los ojos de la muchacha volvieron a abrirse como platos.
—¿Lo es?
—Ya lo creo. Y es un concepto bien complejo, ¿no te parece? Mira aquí. —Con un dedo reveló un elemento circular alojado en uno de los símbolos de la pared—. Aquí tienes un símbolo que habla sobre la vida y lo peligroso que puede ser para ella lo que hay detrás de la barrera. ¿Ves cómo contiene algunos elementos de la Gracia?
Samantha se quedó boquiabierta.
—Nunca antes había reparado en eso. Siempre vine aquí con mi madre para mirar por la abertura y comprobar el estado de la muralla. Jamás presté realmente mucha atención a los dibujos de la pared.
—Todo ello es el Idioma de la Creación —dijo Richard.
—Eres el elegido —repuso ella con sobrecogida convicción—. Únicamente la persona que puede ayudarnos a todos comprendería esta escritura y sería capaz de decir lo que debemos hacer ahora que el tercer reino ha atravesado su barrera.
—El que yo comprenda este idioma no significa que comprenda el problema o sepa qué hacer respecto a él. Tengo mis propios problemas de los que…
Richard volvió a girar de improviso hacia la abertura que daba a la muralla situada entre las montañas allá a lo lejos.
—Queridos espíritus —musitó en voz alta—, creo que sé dónde están.