PREFACIO

Este texto es una continuación del ensayo sobre la experiencia con mescalina publicado dos años antes con el título de «Las puertas de la percepción». Para una persona en la que «el cirio de la visión» nunca arde espontáneamente, la experiencia con mescalina es doblemente reveladora. Arroja luz sobre las hasta ahora desconocidas regiones de su propia mente y, al mismo tiempo, arroja luz, de forma indirecta, sobre otras mentes dotadas con mayor riqueza para lo visionario que la propia. Reflexionando sobre su propia experiencia, esta persona llega a una nueva y mejor comprensión de cómo otras mentes perciben, siente y piensan, de las nociones cosmológicas que les parecen evidentes y de las obras de arte por medio de las cuales se sienten impulsadas a expresarse. En las páginas que siguen he tratado de consignar, más o menos, sistemáticamente, los resultados de esta nueva comprensión.