SEGUNDA PARTE

Estaba amaneciendo y el hambre comenzaba a apretar. Aparcó por un momento todos esos recuerdos desordenados que había «escrito» mentalmente, como capítulos de un libro que podría repasar siempre que lo necesitase, y decidió activarse al fin.

Se encontraba a oscuras, y el silencio era total. Caminó hasta la ventana más próxima, un enorme ventanal dispuesto en el salón de la casa. Corrió las cortinas y levantó las persianas para iluminar la estancia. Tras los cristales descubrió un precioso día soleado, y el verde paisaje que le ofrecían los campos de alrededor. Lo recibió con una sonrisa, y se animó a conocer el resto de la vivienda.

A medida que repetía el proceso y llenaba de luz cada una de las habitaciones, se sentía más seguro de la decisión que había tomado; esa que le impulsó a apartarse del mundo por unos meses para meditar y «coger impulso».

Había llorado en varias ocasiones durante la noche, recordando lo mal que le había tratado «la vida» en los últimos años. Pero no se permitió volver a caer en el error de obviar su pasado, y por ello continuó repasando y analizando cada detalle que creía relevante para entenderse a sí mismo.

Por fin comprendió que necesitaba conocer al nuevo Mario.

Se arrepentía de muchas de las decisiones que había tomado, y ahora estaba dispuesto a identificarlas para aprender de sus errores. Quería poner en orden su vida de una vez por todas.

Como cabía esperar, recibió la llamada de su madre nada más empezar el día. Tras lo «vivido» durante la noche, ver la llamada le alegró, y dibujó en su cara un sonriente gesto de ternura, feliz de poder contar con ella siempre.

—Sí, llegué bien. He dormido poco, ha sido una noche muy larga… pero estoy contento de haber venido. Ésto es precioso, ya lo verás. Creo que es el sitio y el momento perfecto para «empezar de cero»…

Desayunó en el porche de su nuevo hogar, contemplando el paisaje y respirando aquel aire tan puro.

Sabía que en su «viaje al pasado» aun faltaban algunos de los momentos más duros, pero también los mas necesarios para comenzar a aceptar su enfermedad, entre otros asuntos. Ahora debía centrarse en eso, en sus recuerdos más negativos. Y tras hacerlo, se prometió, borraría todo lo malo de su mente. Después, tendría todo el tiempo del mundo para volver a llenar su vida con momentos felices.