LA TRANSEXUALIDAD FEMENINA

El mundo de la transexualidad, femenina y masculina, se nos presenta dentro de los colectivos GLTB como el menos conocido, o dicho de otro modo, el más marginal de todos ellos.

Las razones que podemos esgrimir son varias: de una parte, la visibilidad de los transexuales está muy por debajo de la de los gays o, incluso, las mismas lesbianas; amén de que el concepto que se tiene de los transexuales —preferentemente de aquellos que han optado por una identidad de género femenina—, está muy mediatizado por la imagen e información que, a lo largo de la historia, los medios de comunicación han ofrecido a la sociedad: personas trabajadoras del sexo o del espectáculo frívolo, en un medio social bastante conflictivo.

Por otro lado, su visibilidad es escasa debido a que, según las estadísticas de que disponemos —extrapolando datos de Holanda—, uno de cada once mil novecientos hombres, y una de cada treinta mil cuatrocientas mujeres, es transexual. En nuestro país, según estudios realizados en Cataluña, el número de transexuales, femeninos y masculinos, rondará en torno a poco más de treinta y una mil novecientas treinta y ocho personas; de las cuales, veintitrés mil setecientos setenta son transexuales femeninos y ocho mil ciento sesenta y ocho son transexuales masculinos.

Al tratarse de un colectivo tan reducido, sus reivindicaciones han sido poco valoradas por las instituciones y los políticos, con lo cual las posibilidades de acceder a una calidad de vida digna se han visto hasta la fecha, truncadas.

Estudiar con rigor el mundo de la transexualidad nos lleva a separar y diferenciar claramente la realidad transexual masculina de la femenina.

Las transexuales femeninas inician sus reivindicaciones sociales, médicas y legales mucho antes que los hombres transexuales. Ya en 1979 se crea en Barcelona el primer colectivo de transexuales femeninas. Dentro de la CCAG (Coordinadora de Col-lectius per l’Alliberament Gai), nace como una escisión del FAGC, y se le conoce como «Colectivo de Travestís y Transexuales LA PLUMA», poniendo de manifiesto la represión que sufren las transexuales femeninas, con una crítica abierta a la clase médica que las contempla como una patología avalada por los Informes de la DSM (Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders). Es también la primera vez que se pide que la prostitución sea reconocida como un trabajo, tema que aún se sigue discutiendo en los colectivos transexuales. En su lucha reivindicativa consiguen ya en 1982 que el senador socialista Rogelio Borrás formule la pregunta, al gobierno del PSOE, de por qué en Madrid eran detenidas las transexuales por el mero hecho de transitar por la vía pública; una situación de acoso que también sucedía aunque en menor medida en Barcelona, Sevilla o Bilbao.

Con posterioridad, este colectivo de mujeres transexuales, elevarían varios escritos de denuncia al defensor del pueblo Ruiz Jiménez por el acoso policial en las calles de Madrid.

En los años ochenta, el movimiento transexual empieza a formarse a sí mismo: ya no va de la mano del movimiento gay. Entre las razones más importantes, podemos enumerar las siguientes:

•Las reivindicaciones concretas de los transexuales tales como una identidad de género y que la sanidad pública contemple la transexualidad. Estas demandas concretas ponen de manifiesto la diferencia de intereses con el mundo gay.

•El SIDA y la estrecha relación entre prostitución y transexualidad fomentó que fuera un grupo aún más vulnerable al reconocimiento social.

•La imagen de burla que los medios de comunicación hacían de la transexualidad supuso un esperpéntico estigma que todavía actualmente tiene un peso específico importante.

•Se empiezan a establecer estrechas relaciones de trabajo con grupos feministas.

•Se inician los primeros contactos con partidos políticos de izquierda.

Asimismo, surgen algunos hechos relevantes que también fomentan la independencia del hecho transexual con respecto a gays y lesbianas. Entre ellos están:

•La despenalización en 1983 del cambio de sexo, todavía carente en la actualidad de una legislación.

•La resolución no vinculante del Parlamento Europeo de 1989, promovida principalmente por dirigentes del movimiento de transexuales italianas MIT, englobado en el partido radical italiano, que recoge las siguientes recomendaciones:

1.Crear centros de información y asesoramiento para transexuales.

2.Inclusión en la sanidad pública del cambio de sexo.

3.Solicitud de asilo por la orientación de género (situación que es acuciante dado el caso de la operación tarántula en Brasil y la desaparición de algunas dirigentes transexuales en Centroamérica).

4.Prestaciones por situación de desempleo o carencia de viviendas.

5.Cambio de identidad legal.

•La primera sentencia favorable al cambio de sexo fue dictada por el Tribunal Supremo en 1987, si bien con el agravante de pronunciar un dictamen con la terminología «Ficción de hembra», negando otros derechos como casamiento y adopción.

•La aprobación de legislaciones en otros países como Suecia (1972), Sudáfrica (1974), Italia (1982), Holanda (1985), Israel (1986), entre otros.

En 1987 se funda la asociación española de transexuales del Estado Español, TRANSEXUALIA, como grupo mixto de transexuales, apareciendo de este modo los primeros activistas masculinos transexuales.

Posteriormente se crean colectivos por todo el Estado Español, tales como:

•Grupo de Identidad de Género de Andalucía, 1991, que conseguiría la inclusión del cambio de sexo en la sanidad autonómica.

•Colectivo de Transexuales de Cataluña, 1992.

•Asociación de Transexuales de Valencia, 1997.

•Así como Soy, 1997, enfocado a los derechos de los transexuales en prisión.

•Colectivo Transexual de Galicia, 1998, que creó lazos importantes con el movimiento feminista.

•Grupo de Identidad de género Lambda, 1998 (Grupo de gays-lesbianas y transexuales) de Valencia, con una importante difusión de la transexualidad masculina.

•Grupo Transexual de COGAM, 1998 (Grupo de gays, lesbianas y transexuales).

•Grupo Somos de Sevilla, 2000.

•Arcadia Cádiz (Grupo de gays, lesbianas y transexuales).

•Jeresgay (Grupo de gays lesbianas y transexuales).

•Decídete Alicante (Grupo de gays, lesbianas y transexuales).

•COGALE (León) (Grupo de gays, lesbianas y transexuales).

•El Hombre Transexual (Transexualidad masculina), Madrid.

Posteriormente surge una federación de transexuales que, poco después de haberse creado, se disuelve al no coincidir los distintos colectivos en cómo debería tratarse una ley que contemplara la identidad de género.

A finales de los años noventa surgen áreas de transexualidad en los diversos colectivos de gays y lesbianas, volviéndose a unificar la lucha conjunta representada en las distintas federaciones como la FELGT (Federación Española de Gays, Lesbianas Bisexuales y Transexuales), que engloba a ocho grupos de transexuales repartidos por toda la geografía española.

De todas las tareas reivindicativas y actividades llevadas a cabo por el Movimiento Transexual cabe destacar las siguientes:

•Solicitud del cambio de sexo en 1990 al Ministerio de Sanidad y Consumo, con respuesta negativa por parte del mismo a excepción de los casos de intersexualidad patológica.

•En 1990, se pide la regularización del trabajo sexual a la Subdirección de Tributos Locales de Madrid para poder así demostrar la procedencia del dinero ganado, y no ser tachado de dinero ilícito. La respuesta dada por la propia Subdirección fue que, si bien aparentemente sí se reunían todos los elementos de una actividad económica, se consideraba la prostitución como ^cto y actitud ilícita y la tolerancia de la misma no suponía, per se, que fuese lícita.

•En 1993, el movimiento transexual traslada sus peticiones a la Dirección General del Registro Civil del Ministerio de Justicia con el deseo de propiciar una ley de transexualidad, lo que actualmente se denomina ley de Identidad de Género, que no fueron respondidas.

•En ese mismo año, el movimiento transexual mantuvo algunas reuniones con el director de Instituciones Penitenciarias del Ministerio de Justicia, al cual se le presentó un completo dossier que denunciaba la cruel realidad de muchas transexuales que eran sistemáticamente violadas en cárceles masculinas, demandando que fuesen trasladadas a cárceles femeninas. La respuesta por parte de este organismo oficial fue que no era posible y, tan solo, se limitaron a enviar una circular aconsejando que se evitase que las transexuales femeninas estuviesen en contacto con los hombres, ubicándolas en celdas aisladas.

•En 1996 se celebra en Oviedo el Primer Congreso Nacional de Transexualidad en España, organizado por el Consejo de la Juventud.

•En 1997, Mujeres transexuales y grupos feministas de Madrid fundaron HETAIRA, un colectivo en defensa de las trabajadoras sexuales.

•En 1999, Izquierda Unida presenta en el Congreso de los Diputados la primera propuesta no de ley, a fin de que se incluyera, dentro de la sanidad pública, los procesos de reasignación sexual, y se tomasen medidas para solucionar el problema de las cárceles. A pesar de salir adelante la propuesta con los votos de la mayoría, y habiéndose solicitado un informe a la agencia de evaluación de tecnologías sanitarias del Instituto Carlos III, que resultó favorable, al no existir consenso, no se incluyó en el catálogo de prestaciones sanitarias.

•En 1999 y 2002, el PSOE presenta en el Senado una ley a fin de regularizar la situación del colectivo transexual, que no pudo salir adelante por falta de apoyos parlamentarios.

•En 2001, surge en Madrid un proyecto sanitario en colaboración con Médicos del Mundo para atender las demandas de las transexuales femeninas inmigrantes y trabajadoras sexuales.

•En 2002, la Dirección General del Registro del Ministerio del Interior envía una circular para que no sea recurrido ningún matrimonio transexual.

•En 2003, el candidato a la Presidencia de la Comunidad de Madrid por el Partido Socialista, Rafael Simancas, firma un compromiso electoral con TRANSEXUALIA para incluir en la sanidad autonómica el tratamiento de reasignación de sexo.

•En ese mismo año, se produce una reunión con el director general de aseguramiento y atención al paciente solicitando la inclusión, en la sanidad autonómica de Madrid, del tratamiento integral de reasignación de sexo. Su respuesta a esta petición fue que mientras no sea implantado en el conjunto del territorio estatal, no sería incorporado por esta comunidad.

•En 2004 se lleva a cabo el primer estudio sociológico serio en nuestro país: «La transexualidad, realidad de una diversidad», efectuado por la socióloga Lola Martín, perteneciente a la Oficina de Atención e Información para Homosexuales y Transexuales de la Comunidad Autónoma de Madrid. Asimismo, la Confederación General de Trabajadores (CGT) incluyó, en su guía jurídico sindical, un apartado sobre la discriminación laboral por razón de identidad de género.

•El Partido Socialista, en la legislatura iniciada en 2004, adquirió el compromiso electoral de crear una ley integral que abarque toda la problemática transexual, que finalmente ha quedado plasmado con la aprobación, el 1 de marzo de 2007, de la Ley Reguladora de la rectificación registral de la mención relativa al sexo de las personas. Así pues, se ha alcanzado una de las reivindicaciones más importantes de los colectivos LGTB en España, con el reconocimiento del derecho de las personas transexuales a cambiar su nombre sin necesidad de pasar por una cirugía de reasignación sexual. La Ley contó con los votos a favor de todos los partidos políticos, a excepción del Partido Popular que, paradójicamente, con anterioridad, se había pronunciado a favor en el Senado, y tres abstenciones de Unió Democrática. Los restantes partidos políticos votaron favorablemente la aprobación de la Ley.

Laura, transexual femenina

No resulta fácil que las transexuales femeninas se presten a ser entrevistadas cuando la finalidad es colaborar en la realización de un libro de autoayuda. Existe una desconfianza grande a conceder entrevistas como resultado del tratamiento, a menudo ridículo y vejatorio, con el que han sido manipuladas por los diversos medios de comunicación.

Laura, una transexual militante de COGAM, accedió a que la entrevistara, a condición de que no utilizase grabadora y tan sólo tomase, en mi cuaderno de apuntes, los rasgos que considerase más significativos de toda su historia. Su andadura como transexual arranca a partir de los dieciocho años. Hasta ese entonces, vivió en una ciudad de provincias con sus padres y hermanos.

Laura: Mis padres no eran alcohólicos, ni en mi casa hubo situaciones de violencia doméstica o malos tratos. Cuando estaba en mi pubertad, hacia 8.º de E.G.B., empecé a notar diferencias con respecto a mis compañeros de colegio. En mi despertar sexual me atraían los chicos, pero sintiéndome yo una chica. Yo envidiaba a las chicas. Jugaba con muñecas y me travestía en casa, pero mi familia no sabía nada. En el colegio sacaba muy buenas notas, gané algún concurso de poesía y estaba metida en todos los temas culturales. A mí lo que me pasaba no era que fuese homosexual, sino que me sentía mujer, con lo cual el conflicto era mayor. Lo dije en casa y mis padres me llevaron a un psiquiatra, que les dijo que lo mío era una cuestión de falta hormonas masculinas. Menos mal que no le hice caso. Me hubiese convertido, de seguir su tratamiento, en poco menos que un hombre lobo. Posteriormente me llevaron a otro que estaba más puesto en este tema y me defendió.

Así que a los dieciocho años me fui de casa. Empecé a inyectarme hormonas, Proginon depo de 100. Estaba empezando a desarrollar mi identidad transexual. Por aquel entonces, tuve un novio. Yo me arreglaba y me maquillaba, pero nunca tuve sexo con él, porque hasta que no fuera una mujer como Dios manda y estuviera operada solo hubo besos. En 1982 llegué a Madrid, a la Puerta del Sol; como tenía que sobrevivir me fui a un garito, «La Catacumba», a trabajar. Allí me indicaron que si quería conocer a otras transexuales me fuese a verlas a la Castellana. Yo me iba a las saunas de puterío a buscar trabajo, me maquillaba en los servicios de El Corte Inglés.

En 1988 me compré la primera vivienda en una corrala del Rastro y fui poco a poco hasta conseguir comprar la casa donde vivo ahora. Nunca he tenido pareja y tampoco he tenido ningún chulo. Algún chico se ha acercado a mí. Allá por el 85, uno se vino a vivir conmigo, pero no tenía medios para retirarme de la prostitución. Tampoco le quería mucho. Estaba a gusto con él, pero no había enamoramiento ni pasión. Al final se aburrió y, al cabo de un tiempo, se casó, tuvo una niña y cuando le volví a ver, me alegré por él.

Entre mis heridas, que las hay, están la carencia afectiva y tener que llenar los huecos de soledad. Mi familia no sabe que he sido, y todavía soy, trabajadora sexual. Ellos no aceptan mi transexualidad, toleran algo, pero hay una distancia tremenda. Yo los justifico porque son muy mayores y su generación está más traumatizada que la mía. Me falta haber vivido lo que vive la gente, tener novios, parejas afectivas, aventuras; todo eso no lo he tenido. Yo siempre pensé que eran muy difíciles las relaciones personales por ser transexual. Con el primer dinero que gané me operé el pecho para no ir a la mili. Cuando me presenté en el ejército me trataron con educación, me acompañaron escoltada al Hospital Gómez Ulla y allí me dieron un informe que ponía: Excluida Total por Trastorno Mental. Yo pienso todo lo contrario. Me considero feliz, por lo menos he sobrevivido, después de ver a la gente de mi generación que se ha llevado el SIDA. Si la vida no me pasa factura, al menos sí tendré el sentimiento de pérdida, de ausencia. La prostitución ha sido muy positiva en mi vida, me ha enseñado mucho. Es de los pocos trabajos en donde puedes conocer a la gente más variopinta, cabe todo. Conmigo se desnudan física y psíquicamente. Para mí, la prostitución no ha sido denigrante. Yo me considero afortunada. Follé sin condón hasta el 86. No caí en las drogas y no soy seropositiva. Fui una de las fundadoras de TRANSEXUALIA. El día que tengamos el orgullo Trans, nosotras nos adelantaremos a la época actual.

Si volviera a nacer me gustaría ser la misma que soy. En un libro de autoayuda se debería abordar el reconocimiento a la diferencia, aceptando las diferencias entre género y sexo. La discriminación laboral y la aceptación social de la diferencia.

Celia, 37 años, transexual colombiana

Un aspecto sociológico importante dentro de la transexualidad femenina es el de aquellas transexuales que han llegado a nuestro país procedentes de Latinoamérica, huyendo de un maltrato continuo hacia este colectivo. Carla Antonelli, en la ponencia publicada en el libro Transexualidad, Transgeneridady Feminismo[20], hace el siguiente análisis del infierno que supone vivir para las transexuales en la mayoría de los países hispanoamericanos: «La vida para un gay o una lesbiana ya es difícil y problemática, pero para un transexual es doblemente dura, ya que se trata de seres humanos que con su imagen atenían contra las normas impuestas por la herencia de una sociedad machista, intolerante y fascista. Argentina, Panamá, Perú, Chile, México, Guatemala, El Salvador, Ecuador, Honduras, Bolivia, etc., son países en donde desgraciadamente los derechos de las personas transexuales brillan por su ausencia, lugares donde son perseguidas, humilladas y asesinadas».

Celia, una transexual colombiana, nos refiere su experiencia personal:

Ante todo, agradecerte, Celia, tu colaboración con este libro de autoayuda, aportando tu experiencia como transexual latinoamericana.

Celia: Soy de Colombia, tengo treinta y siete años, y en mi país hice una carrera de administración hotelera y guía turística. En Colombia no pude trabajar en mi profesión, ya que mi proceso transexual y de feminización estaba culminando cuando finalizaba mi carrera.

En Colombia, ¿cómo se vive la transexualidad femenina?

Celia: En primer lugar estamos hablando de un tema tabú en mi país. Esto significa que hay una desinformación alrededor del mismo. Allí se mezclan una serie de conceptos erróneos y prejuicios, por lo que la realidad para las transexuales en Colombia es fatal. En primer lugar no se tiene un concepto claro de lo que es la transexualidad y se mezcla con el travestismo e inclusive con una feminización muy acentuada en un homosexual. Evidentemente son conceptos distintos que allá se unen. Esto es un choque psicológico para nosotras. Es muy duro, y sobre todo, estas posturas sirven de herramienta que utilizan contra nosotras para aniquilarnos aquellos que tienen fobias hacia la homosexualidad, bisexualidad y transexualidad, con un fondo de transfobia.

¿En tu país has tenido alguna dificultad personal por tu condición de transexual?

Celia: Sí. Fue muy difícil. En primer lugar, a nivel social, en tu vida rutinaria; para tu caminar por la calle, ir de compras o a cualquier lugar, corres el riesgo de una agresión continua porque, cuando menos, te silban e insultan. Si el proceso de la transexualidad es visible, si se nota que estás en un proceso de cambios físicos, pues psicológicamente te tratan mal, te gritan y tú te preguntas: pero ¿por qué? Yo me preguntaba: «¿Qué le he hecho a estas personas para recibir estas agresiones?»

¿En Colombia existe un machismo muy fuerte?

Celia: Así es, hay un machismo muy fuerte. Son los roles, los estereotipos y las construcciones de género que se dan en nuestra sociedad latinoamericana y que han sido catastróficos.

Celia, ¿a qué edad comienzas tu transformación?

Celia: Yo empiezo mi transformación a los veinticinco años.

¿Un poco tarde, no?

Celia: Sí, un poco tarde, pero estamos hablando de cuestiones físicas. Yo puedo decir que nunca me sentí hombre. Desde mi más tierna infancia yo no era un niño. Tenía un cuerpo de niño, pero el niño no estaba ahí.

¿Qué tal lo aceptó tu familia?

Celia: Mi familia sabía que algo pasaba, pero no sabían que era una niña transexual, sino que era un niño que seguramente iba a ser homosexual. Pero te estoy hablando de conceptos de treinta años atrás. Mi familia no podía entenderlo, y por supuesto, asumirlo no fue muy fácil.

¿Dónde llevas a cabo tu transformación?

Celia: La hago en Colombia. Mi transformación es total: mamoplastia, lipoescultura y reasignación genital. Hoy considero que mi proceso de transexualidad ha finalizado. Solo realizo una continua terapia hormonal sustitutiva al no producir las hormonas femeninas. En mi documentación figuro como mujer. Yo he logrado con el tiempo alcanzar una plena invisibilidad de mi proceso y sentirme feliz por ello.

¿Qué tipo de trabajo has realizado en tu país?

Celia: En mi país trabajé como acomodadora en un teatro y también en la taquilla. Posteriormente trabajé en la recepción de un hotel.

Aquí, en España, ¿a qué te dedicas?

Celia: He trabajado como empleada de hogar. Cuando llegué a España, venía sin permiso de trabajo ni permiso de residencia. Salí de mi país y me fui a Alemania en 2000. Me marché a trabajar allí porque sabía que la aceptación de las personas como yo en los países del norte de Europa era mayor. Además, en aquel entonces, para viajar de Colombia a Alemania tan solo necesitaba un visado de turismo. Allí intenté legalizar mi situación, pero todo fueron problemas y dificultades. En un principio trabajé en un club de trabajo sexual para poder subsistir y luego encontré un trabajo como camarera de piso en un hotel. Después de permanecer cuatro años en Alemania sin conseguir permiso de residencia, me vine a España y con el efecto de regularización de extranjeros pude, con obstáculos, solucionar papeles trabajando como empleada de hogar.

¿Cuál es tu orientación sexual?

Celia: Heterosexual.

¿Tienes pareja?

Celia: Sí. Voy a formalizar una relación de matrimonio.

Actualmente, ¿estás en alguna organización a favor de los derechos de las transexuales?

Celia: Sí, estoy en el Grupo Transexualia. Me gusta colaborar y quiero aportar experiencia y conocimientos tanto al gremio transexual como a las personas que se nos acercan para saber de nuestra realidad de manera positiva.

A través de esta entrevista que estamos manteniendo me parece que tú eres más afortunada que otras muchas transexuales femeninas que llegan de Latinoamérica a España.

Celia: También pagué un costo, nada hay gratis en esta vida. Provengo de una familia con recursos económicos y, a la muerte de mi madre, el peor impacto de mi vida, pues aún me pesa el duelo, obtuve una herencia que me permitió pagarme los elevados costes de las intervenciones quirúrgicas.

No obstante, Celia, no te has visto obligada, salvo momentos puntuales en Alemania, a trabajar sexualmente.

Celia: Cierto. He sido afortunada, porque el trabajo sexual no da un aporte positivo a la vida.

¿Te consideras una mujer feliz?

Celia: Como mujer soy feliz, y como mujer transexuada también me siento contenta de haber iniciado un proceso que he culminado. Como mujer profesional es una lucha continua, pero estoy segura de que voy a salir adelante. Ahora estoy en una empresa de trabajo temporal que me ofrece trabajos en hoteles como camarera de piso o en cocina.

¿En qué situación legal, de papeles, te encuentras actualmente?

Celia: Tengo permiso de residencia y de trabajo.

¿Cuál ha sido tu peor experiencia como transexual a lo largo de todo tu proceso?

Celia: La peor experiencia es la falta de respeto social. Muchos dicen que es la falta de aceptación social, pero yo no pretendo la aceptación social, me basta con que me respeten y no me molesten.

¿En España has tenido alguna dificultad?

Celia: No, en absoluto. Y en Alemania menos todavía.

¿Hay algún otro aspecto que quieras abordar al que no hayamos hecho referencia?

Celia: En el gremio transexual encuentras muchas personas sin una identificación transexual completa y por eso no finalizan su proceso de transformación física, no lo llevan hasta un límite. Quizá porque construir una identidad de mujer plena no resulta fácil. Hay que destronar completamente la masculinidad interior que pudiera quedar. Con esto no quiero decir que existan transexuales de primera o de segunda porque no hayan finalizado un proceso de reasignación como en mi caso.

Muchas gracias por tu colaboración.