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LA DANZA MACABRA

BASURDI.—¡La Danza Macabra! ¿Qué es eso?

MACROSOPHOS.—Es lo que llamamos los cultos Chorea Macchabeorum.

BASURDI.—Estamos enterados.

JAUN.—Ya lo verás, hombre, ya lo verás.

CHIQUI.—Va a empezar.

(Se ve primero un cementerio a la luz de la Luna. Un esqueleto asoma la calavera por debajo de la losa; otro se esfuerza en levantar una gran lápida, y murmura, viendo que hay gente: «¿Y aún no se van?» Otro toca generala en un tambor con dos tibias. Viene luego una banda de cornetas formada por esqueletos.)

CHIQUI.—¡Aquí están los trompeteros de la muerte!

BASURDI.—¡Cómo tocan los condenados esqueletos trompetas, tiorbas, timbales!…

CHIQUI.—Aquí aparece el Papa de Roma en su trono, con su tiara y su báculo. La muerte le acecha, y le llevará con él. Aquí está el Emperador con su espada y el Esqueleto que le espía; aquí, el Rey en su palacio, a quien el descarnado huésped le escancia de su jarro. Aquí, la Emperatriz, la Reina, el Obispo, el Cardenal, el Duque, la Abadesa, la Mujer coqueta que se mira en el espejo, el Fraile, la Monja, el Viajero, el Pastor… El Esqueleto que representa la Muerte es jovial y alegre… Aquí va coronado de laurel; allí va vestido con su capuchón; en otro lado aparece mostrando a la víctima un reloj de arena; en esta calle lleva, como un buen devoto, el farol del viático; al astrónomo le muestra una calavera; al avaro, le roba su dinero; al caballero le atraviesa con la lanza; al soldado le mata con un fémur, y a cada paso toca la flauta, el tambor, la tiorba y la cornamusa, y baila también alegremente mostrando la sonrisa de su calavera y haciendo crujir sus huesos y sus ligamentos…

MACROSOPHOS.—Interesantísimo.

CHIQUI.—Ahora, ¡bebamos un poco!

BASURDI.—Yo estoy ya que no puedo más. Se me cierran los ojos.

JAUN.—¡A mí me pasa lo mismo!

MACROSOPHOS.—¡Y a mí, también!

TIMOTEUS.—¡Y a mí!

(Van echándose todos en el suelo)

CHIQUI.—Vamos ahora a hacer un viaje aéreo. Como prueba, iremos al monte Larrun. Voy a preparar las velas. Subid a la nave. Uno, dos, tres… ¿Estamos todos? ¡Hala! ¡Vamos allá! ¡Cómo se agitan las velas!

BASURDI.—Yo quiero bajar. Me he olvidado de hacer una necesidad.

MACROSOPHOS.—¡A mí se me va la cabeza!

TIMOTEUS.—¡Vade retro!

JAUN.—He bebido demasiado…; los oídos me zumban…; nada de esto es verdad…

CHIQUI.—Ya estamos en el monte Larrun.

BASURDI.—¡Qué pronto hemos subido!

MACROSOPHOS.—¡Con qué diligencia!

JAUN.—Sospecho que todo esto es mentira.