LOS FERRONES
¡Dale, Machín! ¡Resuene de día y de noche nuestra canción del martillo: tin tan, tin tan!
Somos los ferrones, los ala gizonak. Vivimos como salvajes, solitarios, en una ferrería derrumbada, cubierta de musgo, en un antro negro, en donde al golpe de nuestro martillo brillan constelaciones de chispas.
¡Dale, Machín! ¡Resuene de día y de noche nuestra canción del martillo: tin tan, tin tan!
La guerra y la paz, el arado y la espada, salen de nuestras forjas. Sacamos el mineral de los negros abismos para hacer herramientas. Con nuestras herramientas, el hombre va arañando la corteza del mundo y cambiándola a su placer. Somos de la raza sabia de los enanos y de la raza fuerte de los gigantes.
¡Dale, Machín! ¡Resuene de día y de noche nuestra canción del martillo: tin tan, tin tan!
Todo se nos debe; el nombre de nuestra edad es la edad del hierro. El artífice es artífice por nosotros; el labrador lo es por nosotros, y por nosotros es militar el militar, y herrador el herrador, y cantero el cantero. Y, sin embargo, el mundo nos desdeña y canta la gloria de reyes carniceros que han sabido matar mucha gente y vestirse de armiño. ¡Oh mundo cruel y estúpido! No sabrás nunca apreciarnos. Tendrás más entusiasmo por tus necias vanidades que por aquellos que te lo proporcionan todo.
¡Dale, Machín! ¡Resuene de día y de noche nuestra canción del martillo: tin tan, tin tan!