EL BASA-JAUN
BASURDI.—¡Otro monstruo! ¡Qué noche! Toda está llena de fantasmas.
(Se ven, por entre el ramaje, unos ojos rojos y brillantes)
JAUN.—¿Quién eres tú, monstruo de los ojos encarnados?
BASA-JAUN.—Soy el terrible Basa-jaun.
JAUN.—Pareces un poco tímido para ser tan terrible.
BASA-JAUN.—Es que me encuentro en una situación precaria. A veces creo que soy un gigante, con la cabeza enorme, los brazos membrudos y el cuerpo como una montaña; a veces pienso que no soy nada más que fantasía, humo. No sé si tengo realidad objetiva, si existo en el mundo de los fenómenos, como diría un discípulo del profesor Kant, o si soy un engendrado de la fantasía de musiú Chaho. No me aceptan en ninguna reunión de espíritus vascos; se ríen de mí porque no puedo presentar documentos de identificación. ¡Y en estas circunstancias es tan desagradable no tener documentos!
(El Basa-jaun se aleja sollozando)
JAUN.—¡Pobre diablo!
MACROSOPHOS.—Yo creo que este Basa-jaun es un farsante impúdico. Es, a lo más, un silvano, un fauno o un egipán, que se ha perdido por estos contornos y ha aprendido la lengua vascónica