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DESPEDIDA

EDERRA.—¿Te vas ya, padre?

JAUN.—Sí, hija mía.

EDERRA.—Dile a mi madre que venga antes de mi boda, que la quiero mucho, que la tengo que hablar.

JAUN.—Se lo diré así, querida.

EDERRA.—Quisiera pedirte también un favor, aunque no me atrevo.

JAUN.—Di.

EDERRA.—El padre Prudencio, el rector de la iglesia de Vera, encargó en Easo una cruz alzada, y yo quisiera que se la entregaras.

JAUN.—Es algo engorroso.

EDERRA.—No; la cruz la llevas en la alforja y el palo aparte, por separado.

JAUN.—Bueno; pues para que no digas que no soy complaciente, la llevaré.

EDERRA.—¡Adiós, padre querido!

JAUN.—¡Adiós, chiquita!