IV

EN LA IGLESIA

JAUN.—La verdad es que vamos empalmando las curdas de una manera indecente, Arbeláiz.

ARBELÁIZ.—Sí, no nos estamos luciendo. ¡Si se enteran en Alzate, buenos nos van a poner!

JAUN.—Y con razón. Pero, en fin, esto ya se acaba pronto.

EDERRA.—¡Padre! ¡Entra en la iglesia! ¡Si vieras qué bonita está! ¡Si vieras cómo brillan las luces y cómo huele el incienso! Hoy cantan villancicos en vascuence.

PAMPOSHA.—¡Oh!; sí; Jaun, ven con nosotras. Está muy bonita la iglesia.

(Jaun, un poco avergonzado, entra en el templo. Voces de mujeres y de niños cantan acompañándose de panderetas.)

VILLANCICO

Olentzero joan zaigu

mendira lanera

intenzioarekin

ikatza egitera

aditu zuenian

Jesus jaio zela

etorri zen korrika

parte ematera.

(Olentzero se nos ha ido a trabajar al monte con la intención de hacer carbón y, en cuanto ha oído que nació Jesús, vino corriendo a dar el aviso.)

CHIQUI. (Al oído de Jaun.) ¡Qué estilo! ¡Cómo corrompen nuestro idioma! ¿Qué dirían los académicos de la Universidad de Lezo?

VILLANCICO

Artzai buru zuri bi

Anthon eta Peru

Belengo portalera

etorri zaizkigu

sartu dira barrena

Manueltxorengana

presente egin diote

arkumetxo baina.

(Dos pastores de cabeza blanca, Antón y Pedro, han venido, han entrado dentro del portal de Belén y, en presencia de Monolito, le han hecho el regalo de un cordero pequeño cada uno.)

CHIQUI.—¡Qué vulgaridades! ¡Qué tonterías! ¡No comprendo cómo los vascos se pueden entusiasmar con esos mitos orientales de judíos y de africanos!

VILLANCICO

Ai hau egunen

zoragarria

hau alegria

petxuan

jar zak gerriko

josi berria

txapel garbia

buruan

kapoi parea

eskuan

honako gaua

santuan.

(¡Ay, qué día tan enloquecedor! ¡Qué alegría en el pecho! Pon el cinturón recientemente cosido, el sombrero nuevo en la cabeza, dos pares de capones en la mano, para una noche tan santa.)

CHIQUI.—¡Qué falta de poesía! ¡Qué ramplón es lo cristiano! ¡Qué poco arte hay en todo esto!

VILLANCICO

Arratz gozoa,

nere Kathalin,

hoberik ezin

arkitu

hartzan mantalan

usakumea

kaiku esnea

neurritu gauza

geiago

baneuke

zuretzat Jesus

lirake.

(Noche más hermosa, Catalina mía, no se podría encontrar; toma en el delantal unos pichones, pon en la jarra de madera la leche. Si más cosas tuviera, serían para ti, Jesús.)

CHIQUI.—¡Bah! ¡Bah! ¡Qué vulgaridades! ¡Qué música más ratonera! (A Martín Ziquin, que ha entrado en la iglesia.) ¿Qué pasa?

MARTÍN ZIQUIN.—¡Que están ahí esas chicas: la Percheta y las demás!

JAUN. (A Ederra y a Pamposha.) Voy a salir un rato. Me llaman los amigos.