II

EN LA TABERNA VINARIA DE POLUS

La taberna vinaria de Polus se halla cerca de la plaza de Easo. En un cuarto cerrado están Lecochandeguius, Martín Ziquin, Jaun, Arbeláiz, Basurdi, Shaguit y dos pedagogos, el maestro Macrosophos y el licenciado Sabihondus. Los dos pedagogos llevan sotana raída y birrete. Macrosophos tiene los ojos abultados y la nariz larga, gruesa y roja; Sabihondus es doctoral y pedantesco.

LECOCHANDEGUIUS.—Señores: estamos encantados de recibir en el seno de nuestra Sociedad a dos forasteros ilustres, como Jaun de Alzate y el venerable Arbeláiz.

JAUN.—¡Ah!, ¿pero esto es una Sociedad?

LECOCHANDEGUIUS.—Somos los Capelomágnicos de Vidaso, vulgo Chapelaundis del Bidasoa.

JAUN.—No me digas más.

LECOCHANDEGUIUS.—Sí. Somos los Chapelaundis del Bidasoa, gente de boina grande y de corazón grande. Entre nosotros no hay rencillas ni mezquindades. Vivir y reír, beber y volver a reír: ése es el programa de los Capelomágnicos.

CHIQUI.—Compañero: has hablado muy bien; y yo, aunque sea un pobre diablo, estoy conforme contigo.

MACROSOPHOS.—Y yo también. Bibere et vivere: ése es el gran secreto.

JAUN.—¿Quién es este señor?

CHIQUI.—Es el maestro Macrosophos, el gran pedagogo, sapientísimo en letras divinas y humanas, doctor de Salamanca, de Alcalá, de París, de Pavía, etc. Sabe el latín como el propio Cicerón; pero su especialidad es el vino. Dadle unos torneses grandes o chicos, y en seguida le veréis en la taberna. Su nariz roja es la brújula de su ciencia vinática.

JAUN.—¿Qué trae ahora entre manos el maestro Macrosophos? ¿Qué opina de las cuestiones graves del momento?

MACROSOPHOS.—Opino… que debemos ponernos a cenar cuanto antes.

SABIHONDUS.—Este Macrosophos es de una penetración, de una sapiencia verdaderamente extraordinaria y maravillosa.

(Se ponen todos a cenar, y durante largo tiempo permanecen callados y comiendo)

CHIQUI.—¿Qué tal la cena?

SABIHONDUS.—Suculentísima.

CHIQUI.—¿Y este vino de taberna?

MACROSOPHOS.—Excelentísimo; digo como Salimbenus:

Mihi sapit dulcius vinum de taberna.

Quand quod aquce miscuit prassulis pincerna.

¿Entiendes el latín, Jaun?

JAUN.—Éste sí, porque parece romance. Únicamente pincerna no sé lo que significa.

MACROSOPHOS.—El escanciador, y en este caso, el tabernero.

(Al final de la cena entran varias muchachas)

CHIQUI.—¡Amigo Jaun!

JAUN.—¿Qué hay?

CHIQUI.—Te presento a Percheta, la costurera, que baila el fandango como los propios ángeles.

JAUN.—Encantado de conocerla.

CHIQUI. (A Arbeláiz.) Ésta es la Gashina de Ciburu, del barrio de las cascarotas de San Juan de Luz. Un diablillo con faldas. Atiéndela cariñosamente.

ARBELÁIZ.—Con mil amores.

CHIQUI.—Ésta es Choralda, la pescadera.

MACROSOPHOS. Pulchra et satis pinguis, o dicho en lenguaje vulgar, bonita y regordeta. Recuerda a la Venus Calipigia.

CHIQUI.—Ésta es la Erua y ésta es la Ariña. Ahora, jóvenes vestales, podéis tomar lo que os apetezca, sea un pastel, sea una copa, o lo que queráis.

(Las muchachas comen y beben)

LECOCHANDEGUIUS.—¡Hala! Vamos de aquí. A la música.

SHAGUIT.—Txomin, jo zak trompeta; Pello, non dek konketa? (Chomin, toca la trompeta; Pello, ¿dónde tienes la taza?)

MACROSOPHOS.—Yo todavía tengo labor aquí. (Mostrando un pastel de hojaldre y unas botellas llenas) Que me dejen un momento con estas botellas y este hermoso pastel de artolagamum, o, dicho en lengua vulgar, hojaldre.

SABIHONDUS.—No podemos marcharnos. Non possumus.

BASURDI.—No sé para qué movernos de este rincón. Estamos en Easo…, en la mejor taberna de Easo, en el mejor cuarto de la taberna y con una buena cena. Yo me quedo.

SABIHONDUS.—Ese silogismo en sorites me ha convencido.

BASURDI.—¡Sorites! No sé qué es eso.

SABIHONDUS.—Te pondré un ejemplo claro en latín.

BASURDI.—¿En latín? ¿A mí?

SABIHONDUS.—Sí; en latín de Séneca.

Qui prudens est, et temperans est;

qui temperans est, et constans est;

qui constants, et imperturbatus est;

MACROSOPHOS

Qui imperturbatus est,

et sine tristitia est;

qui sine tristitia est, et beatus est;

SABIHONDUS

Ergo prudens beatus est, et prudential

ad beatam vitam satis est.

BASURDI.—¡Amén!

MACROSOPHOS.—Esperemos un momento. El tiempo necesario para acabar con esta botella.

SABIHONDUS.—La acabaremos. Ya está.

MACROSOPHOS. Quod era demonstrandum. Vamos.

(Salen todos a la calle; pasa la gente corriendo y gritando. En un carro llevan un monigote de paja, alumbrado por hachas de viento. Es Olentzero, personaje mítico, que representa las antiguas olerías. La gente canta a su paso.)

LA GENTE

Olentzero, buru aundia,

entendimentu gabia

bart arratzian edan omen du

amar erruko zagia.

Au urde tripa haundía

zagar ustelez betia!

Horra, horra, gure Olentzero,

pipa hartzen dubenik eserita dago.

(Olentzero, cabeza grande, sin entendimiento, ayer por la noche ha bebido un pellejo de diez arrobas. ¡Qué cerdo de tripa grande, lleno de manzanas podridas! Ahí está nuestro Olentzero, que ha tomado la pipa y está sentado.)

MACROSOPHOS.—¿Qué significa esto de Olentzero, amigo Arbeláiz?

ARBELÁIZ.—Creo que es una burla de la religión de los vascos. Olentzar es el viejo Oel, o la fiesta antigua de Joel.

MACROSOPHOS.—Entendido. Joel, Yoel, Oel, Oelzarra, Olentzero. Es muy posible lo que dices.

ARBELÁIZ.—A Olenzaro le han pintado como un tipo bruto y sin inteligencia. A Olentzero le representan carbonero, porque tiene el culto del fuego y del Sol, como nosotros, y los cristianos le hacen convertirse al catolicismo.

JAUN.—Vamos a la plaza, Percheta. Me siento todavía ágil como un chico.

CHIQUI.—¡Hala! Vamos allí todo el mundo.

SHAGUIT

Bat, bi, hiru, lau,

Ezkondu da mundu au

bost, sei, zazpi, zortzi,

deabruarekin. Ederki.

(Una, dos, tres, cuatro / se ha casado este mundo / cinco, seis, siete, ocho / con el diablo. / Muy bien.)

LECOCHANDEGUIUS.—¡Aufa! ¡Aufa! ¡Vivan los Capelomágnicos!

SHAGUIT

Bederatzi, hamar, hamaika,

fraile bat arratoia,

hamabi, hamairu, hamalau.

Ezkonberriak meza eman du gaur,

hamabost, hamasei, hamazazpi,

ez gabiltza gaizki.

(Nueve, diez, once / un fraile ratón / doce, trece, catorce / ha dicho la misa a los recién casados / quince, dieciséis, diecisiete / no vamos tan mal.)

SABIHONDUS.—Bene, Bene. Ésta es una canción para medir el paso. Veo que, a pesar de ser hombre ignaro, amigo Shaguit, sabes canciones amenas.

CHIQUI.—Bueno, ya estamos en la plaza. ¡Aquí, a bailar todo el mundo!

ARBELÁIZ.—Yo, la verdad, no sé… ¡Un sacerdote!

LECOCHANDEGUIUS.—Acércate mucho a la pareja, y ya está.

SABIHONDUS.—¿No hay más que hacer eso? ¿Apropincuarse?

CHIQUI.—Nada más.

ARBELÁIZ.—¡Pero esto es un fandango!

CHIQUI.—Sí.

MACROSOPHOS.—Fandangus libidinosus… tripudius hilarius.

CHIQUI.—Ahora la quadrille, estilo francés. Hay el derecho de besar a la pareja, pero sin abusar.

ARBELÁIZ.—¡Pero esto es un cancán!

SABIHONDUS.—Cancanis scandalosus.

MARTÍN ZIQUIN.—Y ahora el correcalles. Cada uno con su pareja… ¡Venga la bota! ¡Darle fuerte al tambor! ¡Ju… ju…! ¡aufa!