SOLILOQUIO
JAUN.—No me convenceré, porque no le pienso oír. A mí que no me venga ningún fraile a catequizarme. Si viene, le doy un trancazo que lo reviento. ¡Ahí tienes lo que has hecho trayendo a tu hija aquí! Ha abandonado su religión; pronto olvidará su idioma por el latín; lo olvidaré yo, y estaremos todos declinando Musa, musae y cantando:
Los en um sin excepción
del género neutro son.
Y a nosotros nos dominarán también esos curas histriónicos con sus dioses judíos, y llegará un día en que Alzate tenga una iglesia cultora con sus campanas, que nos despertarán cuando estemos durmiendo. Finis Vasconiæ! Hasta yo quiero decir palabras en latín. ¡Qué miseria!