Martes, día 2

SEMANA 27

LITERATURA



«El camino no elegido»

Dos caminos se bifurcaban en un bosque amarillo,

y lamentablemente no podía recorrer ambos

siendo un solo viajero; por largo tiempo me detuve

y contemplé uno de ellos tan lejos como pude

hasta donde se perdía en la maleza.

Entonces tomé el otro, tan justo como honesto,

y teniendo quizá el mejor motivo,

ya que los pastos estaban más crecidos

y pedía ser recorrido

aunque quienes habían pasado por allí

los habían desgastado casi por igual realmente,

y esa mañana ambos por igual se tendían

sobre hojas que ninguna pisada tomaba ennegrecidas.

¡Ah, dejaré el primer camino para otro día!

Y aún sabiendo que un camino conduce a otro,

dudé si alguna vez debería regresar.

Y estaré diciendo esto con una visión,

en alguna parte, de aquí a épocas por venir;

Dos caminos se bifurcaban en un bosque, y yo,

yo tomé el menos transitado,

y eso ha marcado la diferencia.

Probablemente no hay un poema tan citado, y al mismo tiempo, tan mal interpretado, como «El camino no elegido», de Robert Frost (1916). Casi automáticamente, los lectores no captan ni de lejos el significado del poema, visto como un testamento meloso a la fe del escritor, la libertad de decisión y una llamada inspiradora para desafilas convenciones y escoger «el camino menos transitado». Sin embargo, una lectura más cuidadosa nos muestra que en realidad el poema está impregnado de la conocida resignación irónica de Frost.

El aspecto del poema que más se ha pasado por alto es la innegable arbitrariedad con la que el orador toma la decisión sobre qué camino tomar. Al describir sus dos opciones, hace hincapié repetidamente en que son esencialmente idénticos. Un camino parece «tan justo» y «honesto» como el otro y, a pesar del deseo del orador por diferenciarlos, tiene que admitir que «quienes habían pasado por allí los habían desgastado casi igual realmente». Y, de repente, decide escoger uno en lugar del otro.

En la última estrofa, Frost imprime su marca de humor irónico de la casa. El orador admite que «de aquí a épocas por venir», como un anciano que hace memoria, probablemente contará la historia una y otra vez «con una visión» y asegurará que valientemente escogió la ruta menos ortodoxa, el camino «menos transitado». Pero esa afirmación será falsa y acabará reconociendo que su elección fue totalmente arbitraria ya que para empezar ninguno de los caminos era el menos transitado: «Ambos por igual se tendían / sobre hojas que ninguna pisada tornara ennegrecidas». Frost reconoce la tendencia humana a autoengrandecerse, endulzar las incertidumbres de la vida, reconfortándose al contemplarla como una serie de elecciones conscientes y basadas en discernir entre alternativas buenas y las malas. Pero respecto a este último punto, en realidad no tenemos forma de saber cuál es el mejor camino en la vida, y nuestras decisiones son a menudo aleatorias y carentes de base.