A un ciego de nacimiento
pregunté: —Si no es enojo,
decid: ¿qué es el color rojo?,
¿lo sentís cual yo lo siento?
Y respondió sin empacho:
—Pienso que será, sin duda,
como el olor de la ruda,
como el gusto del gazpacho,
como horno de fuego lleno,
como pisar un abrojo,
y aun creo que será rojo
el estampido del trueno…
Calló…, y aún son mi tormento
aquellas definiciones;
¡para cuántas sensaciones
soy ciego de nacimiento!