Feliz era el alma mía;
amaba y aun era amado;
cuanto placer yo pedía
me era al momento otorgado…
y el tiempo veloz corría.
Mientras viví entre el placer
que en la gloria, en la mujer
y en la amistad encontraba,
mientras feliz logré ser,
rápido el tiempo volaba.
—¿Por qué no corres, malvado,
hoy, que vivo entre el pesar?
—¡Oh! ¡Corrí tanto á tu lado
que de puro fatigado
hoy apenas puedo andar!