Se levanta á las seis de la mañana
y luego reza una oración cristiana,
y, vistiéndose aprisa,
se va corriendo á la primera misa.
Por la calle no mira á las mujeres,
pues son, para él, diablos estos seres.
Lo que come bendice con unción
por temor á una mala digestión.
Los ratos de reposo
lee algún libro simple y religioso,
y aprende cada día de memoria
una jaculatoria.
Pasa ayunando la cuaresma entera
por más que de hambre desfallezca ó muera.
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Y así sin sufrir nunca desengaños,
dura, ya que no vive, muchos años,
y así se sacrifica y martiriza,
y su pecho á puñadas descuartiza
¡para hallar en el cielo su consuelo!
¿Y si luego resulta que no hay cielo?