Cuentan que en Abisinia, una manada
de feos babuinos
fué de Brehm por los perros atacada
al cerrarle del monte los caminos.
De entre los cuadrumanos los más viejos
sobre los perros prestos se arrojaron,
y éstos al punto el campo abandonaron
no creyendo seguros sus pellejos.
Al ver trepar en salvo por las rocas
y huir al monte la simiana gente,
Brehm, contando sus fuerzas, que eran pocas,
azuzó á su traílla nuevamente.
Esta corrió veloz, y en un momento
el valle ensordeció con sus ladridos
al alcanzar, de todos los huidos,
a un pequeño babuino rezagado
que apenas cinco meses contaría,
y que, al verse cercado,
prorrumpió en agudísimos chillidos.
Al escuchar sus voces de agonía,
un viejo babuino,
bajó del salvador monte vecino,
se echó sobre los perros; con sus brazos
el cerco hizo pedazos;
arrebató al pequeño
y huyó con él, le dio su valor alas,
y ceder no le hicieron de su empeño
ya ni los perros, ni de Brehm las balas.
Herido, ensangrentado,
llegó el heroico mono á la montaña
y entregó á los demás el rescatado.
Tal vez la muerte coronó su hazaña.
Las doctrinas de Darwin abandono,
pues á decir, ¡oh estupidez!, se atreve
que mucho el hombre se parece al mono.