Nada muere en el mundo. El movimiento
transformase en calor, luz ó sonido;
la materia es eterna:
cuanto es también será, también ha sido.
Al esconder el sol sus resplandores
no se pierde la luz con que ilumina;
transfórmase en matices en las flores,
en imágenes mil en la retina.
El carbón que da el gas á las ciudades
y el fuego á la veloz locomotora
fué bosque en remotísimas edades,
y es la luz, que en sí encierra
y nos devuelve ahora,
la luz del sol que le alumbró en la tierra.
Sobre el mar la gaviota se desliza
y el agua con sus alas débil hiere,
y aquella ondulación con que el mar riza
no efímera allí muere,
que en las lejanas playas se confunde
con las que causa el barco que se hunde.
¡Sólo en el mundo la memoria humana
es fuerza que sucumba,
y del yo nada queda en pos la tumba!
El hombre al hombre olvida,
si le es indiferente, cuando muere,
y si le debe algún favor, en vida.