Es bella, te ama. —Yo tu ventura,
aunque ya envidio, más envidiara
si no supiera que su hermosura
está en tus ojos más que en su cara.
Su amor —y conste que no es despecho,
que de mis dudas no son resabios—,
está en sus labios más que en su pecho
y está en tu mente más que en sus labios.
Pero ¡qué diablo! Cual sólo es justa
la ley cuando hace lo que queremos,
sólo es belleza lo que nos gusta,
verdad es sólo lo que creemos.
Veo que sabe tu inexperiencia
lo que el estudio más viejo ignora.
Te compadece mi altiva ciencia;
mi alma, al saberlo, te envidia y llora.