De dichas el mundo lleno
estaría, al mal ajeno,
a ser de distinto modo
los humanos.
¡Oh!, si al revés fuese todo,
las mujeres amarían
y los hombres vivirían
como hermanos.
Si la fama, los honores,
la justicia y los loores;
si todo esto no se hallase
a ningún precio,
si el dinero no comprase
un ¡cuán sabio!, un ¡yo te adoro!…
miraríamos el oro
con desprecio.
Si la virtud, la inocencia,
la rectitud de conciencia
y de amor la pasión pura,
fuesen males
y únicos males sin cura,
ya seríamos los seres
todos, hombres y mujeres,
inmortales.
Y aun mejor todo estuviera
que de alguna otra manera
si Dios lo hubiese dispuesto
de otro modo,
descansando el día sexto,
no teniendo afanes vanos
y no ensuciando sus manos
con el lodo.