Cruzando por los profundos
espacios iba un cometa,
y cuentan que rabiaba,
al ver la distancia inmensa
a que estaba de este mundo,
de que no le apercibiera
ni aun el más estudioso
astrónomo de la tierra.
—¿Cómo lo haré —se decía—
para que todos me vean
y cuenten que soy, acaso,
un pronóstico de guerra,
de muerte de rey ó papa,
de año de peste y miseria?
¿Cómo lo haré? —repetía
sin suspender su carrera.
De repente acertó el modo
de realizar su idea:
pasó por delante el sol
y una mancha dejó impresa,
móvil, del astro del día
en la esplendorosa esfera.
Al ver la mancha, el astrónomo
adivinó la existencia
del que fuera, á no manchar,
un ignorado cometa.
(Y el cometa, con su maña,
más que á servir á la ciencia,
aprovechó á la ignorancia,
que aprendió la estratagema).