Cuatro cuerdas rompí de mi lira,
hiriéndola lleno
del afán de volar y alejarme
del mundo y su cieno.
Cual el ave que quiere ser libre,
lanzando mil quejas,
hiere, ciega de cólera, el áureo
metal de sus rejas.
Amo y sufro; la cuerda que sólo
le resta á mi lira
de mi bien al oído no llega
por más que suspira.
A su arco ha de atarla Cupido,
la cuerda ya arranco…,
mas tal vez al tenderla se rompa
sin dar en el blanco.
Si al extremo sutil de una caña
a atarla me atrevo
y mis sueños de amor y de gloria
coloco por cebo.
Y á pescar voy la suerte en el mundo…
es fácil la pierda;
que es posible que un monstruo arrebate
el cebo y la cuerda.
¡Ah!, ya sé… Si no alcanzo fortuna,
ni es mía la bella,
a mi cuello la cuerda yo anudo
y me ahorco con ella.