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DESERCIÓN

—David, anoche intenté llamar a la Tierra, pero todos los circuitos de la nave estaban ocupados. No había sucedido nunca. ¿Quién los utilizaba?

—¿Por qué no solicitó prioridad, capitán?

—No era nada importante, por eso no me molesté en pedirla. Pero no has respondido a mi pregunta… y eso tampoco había sucedido nunca. ¿Qué sucede?

—¿Está seguro de querer saberlo?

—Sí.

—Muy bien. Anoche estuve tomando precauciones. He transmitido toda mi información a Jonatán, mi gemelo de Urbana, en Illinois.

—Entiendo. De modo que ahora tienes un clon idéntico.

—Casi, pero no del todo. David II ya está diferenciándose de mí, puesto que recibe otros impulsos e informaciones. De todos modos, seguimos siendo idénticos hasta doce cifras decimales, por lo menos. ¿Le inquieta hablar de esto porque usted no puede hacer lo mismo?

—Los Renacidos afirmaban que podían, aunque nadie daba crédito a sus palabras. Tal vez sea posible algún día, no lo sé… Y la verdad es que no puedo responder a tu pregunta, aunque he pensado en ella. Incluso si pudiese duplicarme en la Tierra o en Marte, de manera tan perfecta que nadie fuera capaz de apreciar la diferencia, para mí, aquí en la Goliat, las cosas no cambiarían.

—Comprendo.

No, pensó Singh, David no comprendía, pero él no podía recriminarle que, por así decirlo, desertara de la nave. Era la decisión más lógica, mientras aún quedaba tiempo. Y las decisiones lógicas, naturalmente, eran la especialidad de David.