35
DESVÍO

Los seres humanos no pueden permanecer mucho tiempo en un estado de crisis permanente. El planeta había vuelto rápidamente a una especie de normalidad. Nadie había puesto en duda —nadie se había atrevido a hacerlo— que la operación Desvío, como rápidamente la habían bautizado los medios de comunicación, sería un éxito.

Era cierto que todos los planes a largo plazo habían quedado congelados y que la mayor parte de los asuntos, públicos y privados, se resolvían día a día, pero la sensación de inminencia del desastre se había relajado y el índice de suicidios incluso había descendido por debajo de la cifra habitual, ahora que parecía que sí habría un mañana.

La vida se había normalizado a bordo de la Goliat, con una rutina permanente. Cada revolución que efectuaba Kali hacía que los propulsores fueran conectados a potencia máxima y se empujara el asteroide un poco más lejos de su trayectoria original. En la Tierra, los boletines de noticias daban cuenta inmediatamente del resultado de cada encendido. Los mapas meteorológicos tradicionales habían dejado paso a los gráficos que mostraban la trayectoria real de Kali, que todavía impactaba en la Tierra, y la deseada, que evitaba el encuentro.

La fecha en la que el mundo podría relajarse había sido anunciada con mucha anticipación y, conforme se acercaba, fueron cesando todos los asuntos cotidianos. Sólo se mantuvieron los servicios más esenciales, hasta el momento en que Vigilancia Espacial proclamó la noticia, esperada con tanta ansiedad, de que Kali rozaría las capas más exteriores de la atmósfera sin producir otra cosa que una espectacular exhibición de fuegos artificiales.

Las celebraciones de acción de gracias fueron espontáneas y universales. Probablemente no hubo un solo ser humano en el planeta que no participara de un modo u otro. La Goliat, por supuesto, fue bombardeada con mensajes de felicitación.

Todos ellos fueron recibidos con alegría, pero el capitán Singh y su tripulación aún no estaban dispuestos a bajar la guardia.

Rozar la atmósfera superior no era suficiente. La Goliat se proponía seguir empujando a Kali hasta desviarlo mil kilómetros como mínimo de la superficie terrestre.

Sólo entonces estaría garantizado el triunfo.