¿No es hora de que reconozcas, Juan, que Jesucristo tuvo que haber sido un ser humano normal, como Mahoma (que la Paz sea con él)? Hoy los dos sabemos algo que los autores de los Evangelios ignoraban, aunque parece evidente cuando se piensa en ello: una virgen que «concibiera sin pecado» sólo hubiera podido dar a luz una niña, jamás un varón. Por supuesto, el Espíritu Santo podría haber efectuado un segundo milagro, pero o mucho me equivoco o esto habría sido…, en fin, habría sido una jactancia. Incluso habría resultado de mal gusto.
Profetisa FÁTIMA MAGDALENA
(Segundo Diálogo con el papa Juan Pablo IV,
Ed. Fr. Mervyn Fernando, SJ, 2029)
El crislamismo aún no había cumplido oficialmente un siglo, aunque sus orígenes se remontaban a la guerra del Petróleo de 1990-1991. Uno de los resultados inesperados de aquel desastroso error de cálculo fue que numerosos soldados de ambos sexos tuvieron, por primera vez en su vida, un contacto directo con el islam. Y quedaron profundamente impresionados. Comprendieron que muchos de sus prejuicios, como las populares imágenes de mulás enloquecidos que blandían el Corán en una mano y un subfusil automático en la otra, eran simplificaciones exageradas y ridículas. Entre otras cosas, descubrieron con asombro los avances que había realizado el mundo islámico en astronomía y matemáticas mientras en la Europa medieval dominaba el oscurantismo, mil años antes del nacimiento de Estados Unidos de América.
Complacidas ante aquella oportunidad de conseguir nuevos conversos, las autoridades sauditas establecieron en las principales bases militares de la operación Tormenta del Desierto centros de información para difundir las enseñanzas islámicas y proporcionar explicaciones sobre el Corán. Cuando terminó la guerra del Golfo, algunos miles de norteamericanos habían adquirido una nueva religión. Muchos de ellos, la mayoría, eran afroamericanos (que al parecer ignoraban las atrocidades cometidas con sus antepasados por los tratantes de esclavos árabes); sin embargo, también había un número considerable de blancos.
La sargenta técnica Ruby Goldenberg no sólo era blanca, sino además hija de un rabino, y hasta que fue enviada a la base Rey Faisal, en Dajrán, lo más exótico que había visto en su vida era Disneylandia. Aunque bien versada en judaísmo y cristianismo, el islam era un mundo nuevo para ella y le fascinó su riguroso tratamiento de los temas fundamentales, así como su arraigada —aunque en los últimos tiempos terriblemente maltratada— tradición de tolerancia. La joven admiró sobre todo el sincero respeto que mostraban hacia dos profetas de otras fes distintas a la suya: Moisés y Jesús. Sin embargo, con su visión de occidental «liberada», tenía considerables reparos ante la posición de la mujer en los estados musulmanes más conservadores.
La sargenta Goldenberg estaba demasiado ocupada en atender a la electrónica de los misiles tierra-aire como para plantearse a fondo cualquier cuestión religiosa hasta que hubo amainado la Tormenta del Desierto, pero la semilla ya había sido plantada. Tan pronto hubo regresado a Estados Unidos, utilizó su derecho educativo de veterana para inscribirse en una de las pocas universidades de orientación islámica del país, lo cual significó no sólo un enfrentamiento con la burocracia del Pentágono, sino también una ruptura con su propia familia. Al cabo de tan sólo dos semestres, la joven hizo otra demostración de independencia al conseguir que la expulsaran del centro.
Nunca han quedado aclaradas del todo las causas que llevaron a este hecho, sin duda decisivo. Para los hagiógrafos de la profetisa, ésta fue víctima de una conspiración de sus profesores, incapaces de responder a las incisivas críticas del Corán que ella les formulaba. Los historiadores neutrales ofrecían una explicación más pragmática: tuvo un romance con un compañero de estudios y abandonó la universidad en cuanto se percató de que estaba embarazada.
Es posible que ambas versiones tengan parte de verdad. La profetisa no desautorizó nunca al joven que afirmaba ser hijo suyo ni hizo ningún esfuerzo serio por ocultar posteriores relaciones con amantes de ambos sexos. De hecho, una de las diferencias más notables entre el crislamismo y sus religiones matrices era su actitud relajada, casi próxima a la del hinduismo, respecto a las cuestiones sexuales. Sin duda este planteamiento contribuyó en buena medida a la popularidad de la nueva fe; no podía existir mayor contraste con el puritanismo del islam y con la sexualidad patológica del cristianismo, que envenenaba la vida de miles de millones de personas y culminaba en la perversión del celibato.
Tras la expulsión de la universidad, Ruby Goldenberg desapareció prácticamente durante más de veinte años. Tiempo después, monasterios tibetanos, órdenes católicas y otros muchos aspirantes presentaron pruebas de haberla acogido entre ellos, pero ninguna resistió una investigación en profundidad. Tampoco existe ninguna prueba de que pasara algún tiempo en la Luna (habría sido fácil rastrear su presencia entre la población del satélite, relativamente reducida). Lo único seguro es que la profetisa Fátima Magdalena apareció en la escena mundial en 2015.
El cristianismo y el islam, junto con el judaísmo, eran catalogados acertadamente como «las religiones del Libro». El crislamismo, descendiente de ellas y aspirante a sucederías, estaba basado en una tecnología de un poder inconmensurablemente mayor.
Era la primera «religión del Byte».