SEGUNDO EPÍLOGO
Reconocimientos varios

Tal como ha señalado uno de nosotros en otro lugar, existe cierta definición de caballero que lo describe como «aquél que nunca se muestra grosero por accidente». Del mismo modo, creemos que un escritor de ciencia ficción que se precie jamás debería falsear de manera fortuita una verdad científica.

Es decir: que puede cometerse semejante transgresión caso de ser necesario, pues se dan ocasiones en las que la elaboración de un relato perteneciente a este género obliga al autor a tomarse alguna licencia si quiere obtener el resultado esperado. Así, por ejemplo, aunque todos sabemos que resulta imposible viajar a una velocidad mayor que la de la luz, si no permitimos que nuestros personajes lo hagan de un modo u otro, jamás podremos escribir toda una serie de narraciones interesantes.

Es justo, por tanto, que un escritor reconozca haberse tomado ciertas libertades si lo ha hecho, tal como ha ocurrido en tres ocasiones durante la presente obra:

1. Verdad es que en los albores del siglo XXI no existe aeronave alguna como la que, viajando a gran velocidad, visita la nebulosa de Oort según Joris Vorhulst, por deseable que resulte el poder disponer de una.

2. Tampoco hay ninguna demostración de cinco páginas del último teorema de Fermat como la que firma Ranjit Subramanian en esta novela, y uno de nosotros considera posible que jamás pueda darse con ninguna, pues cabe pensar que tal vez sea un problema irresoluble en lo formal.

3. Por último, la terminal terrestre del ascensor espacial nunca habría podido ubicarse en Sri Lanka, puesto que no se encuentra en el ecuador. Uno de nosotros resolvió el problema en una obra anterior trasladando la isla hacia el sur. Aquí, por no repetir, hemos optado por un recurso algo diferente: dado que, a la postre, no es más que una línea imaginaria, hemos trasladado el ecuador unos cuantos centenares de kilómetros más al norte.

Quisiéramos, finalmente, expresar nuestro agradecimiento por la ayuda que nos han brindado diversas personas, como la aclaración ofrecida por el doctor Wilkinson, integrante del Math Forum de la Universidad de Drexel, de lo que ha logrado en realidad Andrew Wiles con su demostración, expuesta en un artículo de ciento cincuenta páginas, o como la generosa asistencia que nos otorgaron nuestro amigo Robert Silverberg y, por mediación suya, el orador principal de la Universidad de Oxford.