El título de «Hijo de la Viuda» que se da a los masones tal vez fuera inspirado por dos personajes femeninos de la Biblia, la viuda de Sarepta y Ana, esposa de Joaquín. La primera, tras haber recogido dos pedazos de leña, los colocó en forma de cruz. Daba prueba de un excepcional sentido profético al anunciar la religión por venir y todos los que comprenden el sentido de los actos de la viuda están dispuestos a participar en la aventura espiritual. Ana fue la madre de María y se benefició de una intervención celestial para concebir a la madre de Cristo; «yo era como viuda», declaró, «y ya no lo soy; yo era estéril y mis entrañas van a concebir». Detalle turbador, María, cuando tuvo seis meses, dio siete pasos y luego regresó al regazo de su madre; el grado de Maestro masón, en el que los iniciados son realmente los Hijos de la Viuda, comprende precisamente siete pasos rituales.
La viuda por excelencia sigue siendo, sin embargo, Isis saliendo en busca de su esposo asesinado y reuniendo los pedazos dispersos de su cuerpo descuartizado; los maestros masones reinician sin cesar su Búsqueda para encontrar la Palabra perdida, madre siempre puesto que engendra nuevos iniciados, y viuda siempre porque será eternamente Una y nunca será poseída por un hombre.