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EL OJO EN EL TRIÁNGULO

Por encima del lugar del Venerable maestro, que se encarga de dirigir los trabajos masónicos, se encuentra un triangulo en cuyo interior figura un ojo. El ojo en el triángulo es un tema creado por el arte egipcio y retomado por el arte griego; además, el ojo es un símbolo empleado por numerosas sociedades iniciáticas antiguas, pues la realización espiritual consiste, sobre todo, en «abrir el ojo» a todas las cosas. El ojo no es separable del grado de Maestro masón, que, como veremos muy pronto, consiste en reconstituir lo que está disperso. Ahora bien, en los textos de las pirámides, el ojo del dios Horus se encarga de recomponer los huesos, reunir los miembros y las carnes, disipar los males. Por este símbolo situado en el oriente de la logia, la francmasonería afirma sus ascendientes esotéricos con la mayor claridad.

Por lo que se refiere al triángulo, es una reducción de la pirámide celestial, el «triangulo luminoso» de los orígenes del mundo. En el texto rosacruz titulado Los ecos de la fraternidad, se menciona un triangulo de fuego cuyo fulgor no deja de aumentar. Algún día, encenderá el postrer incendio que abrasará el mundo. El ojo de luz y el triangulo de fuego purifican sin cesar el trabajo de los masones y los ponen en contacto con las más intensas tuerzas creadoras; cada francmasón espera poder renunciar a las palabras de los antiguos iniciados: «Soy uno de los seres que son capaces de ver el ojo único. Abridme, soy uno de vosotros».