Dos columnas delimitan la entrada del templo masónico. Una está reservada a los aprendices, la otra a los compañeros. Por lo que a los maestros se refiere, están simbólicamente situados en el centro del umbral, remando también sobre ambas expresiones de lo sagrado. Las dos columnas masónicas tuvieron como modelo las del templo de Salomón, que se inspiraban en los dos obeliscos que preceden la entrada de los templos egipcios. Esas agujas de piedra tenían la función de disipar cualquier perturbación cósmica. Semejantes antenas captaban lo que los herméticos denominan la «armonía de las esferas» y se la ofrecían a los iniciados. En un texto gnóstico titulado Apocalipsis de Pablo, se nos habla del viaje celeste del apóstol guiado por un ángel que le muestra las moradas de los justos. «Sería el ángel», dice Pablo; «me llevó hasta el tercer cielo y me colocó ante la puerta. Miré y vi que la puerta era de oro, con dos columnas de oro llenas en lo alto de letras de oro.»
El ángel se volvió hacia mí y me dijo: «Serás bienaventurado si entras por esta puerta pues eso se concede sólo a quienes tienen un cuerpo puro e inocente».
Sobre las columnas del templo masónico hay dos granadas. Este fruto era consagrado a Deméter y a Perséfone por los iniciados de Eleusis que veían en él el símbolo de las riquezas ocultas de la tierra divinizada. «De la granada», escribe Pausamas, «no diré nada, porque su historia afecta a los misterios sagrados». Para los Padres de la Iglesia, la granada representa la comunidad de fieles reunidos en la Iglesia que, bajo una misma corteza, alberga muchos granos. Dicho de otro modo, los pueblos más diversos pueden estar unidos por la misma fe y los masones de las más divergentes opiniones pueden comulgar en lo sagrado. «¿Qué designa el fruto del granado», escribe el obispo Durand de Mendes, «salvo la unidad de la Fe? Pues, del mismo modo que en una granada se ve una corteza lisa y en su interior muchos granos, así la unidad de la fe cubre enteramente, en el exterior, los innumerables pueblos de la Santa Iglesia y encierra, en el interior de sí misma, la múltiple diversidad de sus méritos».
Además, cuando la granada está madura, se abre y proyecta a lo lejos sus granos. No es posible hallar mejor imagen de la transmisión del espíritu que expresa, sin contar, las potencialidades creadoras que los masones tendrán que tomar a su cargo. Tanto si se trata de las dos columnas como de las granadas, la francmasonería ha conservado, pues, antiguos símbolos utilizados en las primeras sociedades iniciáticas.