Notas de la autora

Una de las alegrías derivadas de la publicación de mis novelas consistió en la posibilidad de viajar en calidad de conferenciante. Como el tiempo no me permite conocer a todos los lectores he decidido convertir estas notas en las respuestas a las preguntas que los asistentes a las conferencias plantean con más frecuencia: de dónde provienen las ideas, cómo desarrollo el «tono» o estilo literario de cada novela, qué fragmentos de mis obras son simbólicos y por qué atribuyo una voz interior a determinados personajes.

Estoy segura de que a la mayoría de los escritores le preguntan cuál es el origen de sus ideas e igualmente convencida de que casi todos tienen proyectos más interesantes que los míos. Yo elaboro una propuesta válida aproximadamente cada dos años. Por fortuna, las leyendas, los mitos y las tradiciones de los aborígenes norteamericanos son ricas en tramas novelescas y de aquí he tomado ideas para desarrollar los personajes y las historias. Puesto que se trata del tercer tomo de la trilogía, Mi Hermano el Viento se fundamenta en las leyendas y los cuentos que sirvieron de base a sus predecesores: Madre Tierra, Padre Cielo y Mi Hermana la Luna.

Dichas leyendas incluyen la aleutiana sobre la nutria de mar, los mitos lunares de los pueblo y los osage, el relato aleutiano del matrimonio de Cuervo, las tradiciones orales de los inuit acerca de la madre que esconde a su hijo del enemigo, las leyendas de los hombres del hielo azul, los cuentos ojibway sobre los mellizos, las leyendas orientales del tigre (cuyos equivalentes están presentes en las tradiciones aleutianas de la caza de ballenas), los relatos aleutianos sobre Shuganan y los «hombres de afuera», diversas leyendas de la creación y las del cuervo tramposo. Además, Mi Hermano el Viento también se basa en un relato autóctono del noroeste acerca de un manco y una bella mujer que salvan a su tribu de los guerreros merodeadores, así como en las tradiciones athabascanas del cuervo y el puerco espín.

Los «tonos» (en ocasiones denominados estilos literarios) empleados en la trilogía se basan en las métricas y los patrones fónicos de las lenguas aborígenes norteamericanas habladas. Son muy distintos al inglés hablado y difieren radicalmente de las palabras polisílabas inglesas. Las pautas rítmicas aborígenes (permítaseme comentar que existen miles de lenguas autóctonas y que sólo he estudiado unas pocas) suelen consistir, en la mayoría de los casos, en un patrón átono-átono-tónico (para los que tienen inclinaciones poéticas, en una métrica anapéstica), mientras que el inglés se compone, casi siempre, de un patrón tónico-átono, tónico-átono.

Los tonos de la trilogía se basan en esta métrica anapéstica y en la energía que convierte las narraciones orales en una variante de las artes escénicas.

En consonancia con la tradición de los narradores aborígenes norteamericanos, la trilogía está cargada de simbolismo, desde los nombres de los personajes, pasando por las armas, hasta el estado del cielo. Los animales, aves y peces de la trilogía son alegóricos de acuerdo con sus hábitos o con las leyendas autóctonas. Cuando se abordan las manifestaciones artísticas de los aborígenes norteamericanos es imprescindible recordar que las mujeres y los hombres que viven de acuerdo con dichas tradiciones conciben la existencia como una alegoría del mundo espiritual.

He asignado una «voz interior» a cada novela de la trilogía. En Madre Tierra, Padre Cielo se trata de la voz de la nutria de Chagak; en Mi Hermana la Luna, de la voz espiritual de Kiin, y, en Mi Hermano el Viento, de la del colmillo tallado que habla con Waxtal. Mi intención consistió en crear un círculo de voces capaz de definir la experiencia del artista. La visión artística comienza por la naturaleza (la nutria), se interioriza (el espíritu) y se manifiesta (el colmillo tallado).

Quiero añadir que, a pesar de mi fascinación por los símbolos, la investigación y las voces, sigo pensando que la mejor literatura —de Homero a Shakespeare y Twain—, las obras realmente excelsas que sobreviven al paso del tiempo y a los vaivenes políticos son las que poseen un buen argumento. Los narradores aborígenes norteamericanos lo sabían perfectamente y por eso alcanzaron un altísimo nivel de sabiduría.

Deseo responder a una pregunta sobre Mi Hermano el Viento antes de que vuelvan a planteármela: la mayoría de los mejores cuentistas aborígenes y de los chamanes célebres eran maestros de la ventriloquia.

Antes de poner fin a esta breve sesión de preguntas y respuestas añadiré que he iniciado la investigación para escribir una segunda trilogía que continuará la saga de los Primeros Hombres. ¡Espero que los lectores también me acompañen en este viaje!

Sue Harrison

Pickford, Michigan