Capítulo 6

Primeros Hombres

Bahía de Herendeen, península de Alaska

Samiq estaba solo, sentado junto a su ikyak. Los largos brazos de tierra que rodeaban la bahía protegían la playa de los mercaderes del viento del norte, pero el cielo estaba cubierto de oscuras nubes. Samiq se protegía del frío con dos chaquetas superpuestas.

Retiró las tiras de piel de foca que protegían su mano derecha. La herida había sanado en la luna transcurrida desde la muerte de Amgigh. Los pequeños puntos que Chagak, su madre, le había dado unieron firmemente la piel, de modo que la cicatriz no era más que una fina línea rosada en su muñeca oscura. La herida había sido algo más que el corte de la piel y el músculo. El cuchillo había segado el espíritu de la mano y anulado sus fuerzas. Podía cerrar la mano, pero era incapaz de extenderla y estirar los dedos.

Se abrió los dedos por la fuerza y los apoyó en el lanzador largo y plano. El meñique se curvó sobre el borde, como correspondía, pero el primer dedo —el que debía apoyarse en la parte inferior del lanzador y apuntar sobre el hombro de Samiq cuando inclinaba el brazo para arrojar la lanza— no se mantenía recto. Su inclinación desequilibraba el lanzador y, cada vez que Samiq arrojaba la lanza, ésta trazaba un arco corto y se clavaba en el suelo. Si intentaba afinar la puntería, la lanza se elevaba como un dardo de los que los niños emplean para cazar aves y caía en picado.

Samiq se puso en pie, se quitó el lanzador de la mano derecha, lo sujetó con la izquierda y lo arrojó tan lejos como pudo. Se acuclilló junto al ikyak y cerró los ojos.

—¿De qué sirve un hombre que no puede cazar? —preguntó en voz alta—. ¿Me habría dejado Kiin a Takha si hubiese sabido que no puedo cazar? Seria mejor que tuviese a Cuervo como padre.

—¿Tan poco respetas el lanzador que tu abuelo te regaló?

La pregunta sobresaltó a Samiq, que alzó la cabeza y vio a su padre. Kayugh se agachó a su lado y depositó el lanzador a sus pies.

—¿De qué me sirve? —inquirió Samiq, estirando la mano derecha con los dedos curvados como la zarpa de un pájaro—. ¿Cómo daré de comer a mi familia? ¿Cómo haré para que Takha aprenda a cazar? Tres Peces no podrá llamarme marido si soy incapaz de conseguir carne para ella y nuestros hijos.

—¿Es tan importante? —quiso saber Kayugh—. ¿Devolverás Takha a Cuervo? ¿Enviarás a Pequeño Cuchillo con los Cazadores de Ballenas?

Samiq miró a su padre y reparó en su colérica mirada.

—¿De qué les sirvo a Pequeño Cuchillo y a Takha? —murmuró.

Kayugh se encogió de hombros.

—En ese caso guardaré tu lanzador. Tu abuelo Shuganan no lo hizo para que lo tirases. Tu insensatez afectará a la caza mucho más que la herida que tienes en la mano. Puedes remar y salir en el ikyak, ¿no? Tendré que decirle a Pequeño Cuchillo que se ha quedado sin padre. Quizá decida regresar con Takha a la aldea de los Cazadores de Ballenas. De esta forma no tendrás que preocuparte por tus hijos. Es una suerte que Kiin y Shuku se fueran con Cuervo. Al menos te has librado de inquietarte por ellos. —Kayugh se puso de pie y añadió—: Aunque es posible que estés tan preocupado por ti mismo que no puedes pensar en los demás.

Samiq se irguió de un salto y afrontó a su padre.

—¡Nunca te has interesado por mí, sólo querías a Amgigh! Daría mi vida con tal de recuperarlo, pero no es posible. Me prometí Criar al hijo de Kiin y educarlo como lo habría hecho Amgigh. Es el único tributo que puedo rendir a mi hermano, aunque ahora no estoy en condiciones de brindárselo.

—No vuelvas a pensar que quería a Amgigh más que a ti —advirtió Kayugh—. Puede que no seas hijo de mi carne, pero lo eres de mi espíritu.

Kayugh se alejó y se encaminó a los bajos montículos de tierra y hierba que formaban los ulas de los Primeros Hombres. Samiq se volvió y contempló a su padre. Pese a ser abuelo, Kayugh mantenía el porte fornido y seguro de los cazadores.

Como si supiera que Samiq lo observaba, Kayugh se volvió y gritó:

—Para ser cazador hace falta algo más que la habilidad de los brazos y las manos. No te olvides del espíritu, ni del corazón.

Kayugh dejó solo a Samiq en la playa.