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La noche despierta. Oigo el viento que sopla fuerte. Mi cama estaba tan cálida. Cierro la ventana, las cortinas tiemblan. Mi sueño era todo lamento. Pero las cáscaras blancas y delgadas de papas nuevas frotadas en la arcilla y guisantes grandes como zepelines ocultos entre las hojas y las yemas de los sauces. Calzaba botas en un estanque de ranas. Al fondo apareció una horda viniendo por los campos y armada de ganchos, de modo que nadé en dirección al mar.

Me froto las manos para calentarlas, y bato palmas. Creo que un golpe de calor de mi estufa eléctrica me vendría muy bien. Justo, oportuno, pronto, así de rápido. Apuren mi agua caliente en los caños antes de que los arranque por completo de la casa. Lavarme la cara es gran alivio, y también los dientes. No usaré esta ropa interior, y me enfundaré desnudo en mi traje. Cuando muera quiero descomponerme en un barril de cerveza negra y que la sirvan en todas las tabernas de Dublín. Me pregunto si sabrán que soy yo.

Es bueno levantarse por la mañana temprano, vestirse y salir a caminar. Mary, ¿dijiste que hice nudos en tu toalla? ¿Dijiste eso? ¿Es cierto? Dímelo. ¿Es cierto? Que nos dan hijos por la ira de Dios. Por copular.

Desciendo la escalera guiándome por la baranda pulida, y me detengo en el vestíbulo para oler el desayuno. Abro la puerta y salgo al viento áspero con un sol débil en el cielo. Sigo por esta calle, larga, gris y vacía. Frío alrededor de mi garganta. Creo que estoy fatigado de mi espantoso corazón. Pero no dejaré que llegue el frío ahora porque aún debo mantenerlo caliente durante horas. Ahora este puente. Se eleva en una curva sobre los trenes y sus vías. Allá abajo el pasto es negro. Desde aquí puedo ver ese techo macizo. Y Mary, estoy en camino. Nunca creí que volvería a ver la elegancia, como el golpe apropiado de mi bastón sobre este puente. Seguramente fue bondadoso de Percy ayudarme. ¿Cómo estás ahora, Mary? ¿Todavía acostada? ¿O preparando mis lonjas de tocino? También tostadas. Teteras calientes. Este depósito necesita urgente reparación. Debo detenerme y mirar las ventanas quebradas y mugrientas, y ver qué se guarda. El sol es débil, Mary. La ciudad sufre de vacío. ¿Es posible que todos estén realmente en las casas? Allí adentro es Navidad y hay fuego y los chicos se entretienen con juguetes de hojalata. Es el sector más extraño de Londres que no es una cosa y ciertamente tampoco es otra.

Descendía caminando la cuesta del puente dejando atrás el edificio derruido, una oscura figura erecta y un extraño. Vengan aquí hasta que les diga. Dónde está el mar alto y los vientos suaves y húmedos y tibios, a veces manchados de sol, con la paz tan absurda por desear donde todo está dicho y habla. En una noche de invierno oí caballos en un camino rural, arrancando chispas a las piedras. Sabía que huían y que cruzarían los campos donde el repiqueteo de cascos llegaría a mis oídos. Y dije están corriendo hacia la muerte y lo hacen con cierto espíritu y sus ojos están locos y muestran los dientes.

La compasión de Dios

para el absurdo

hombre de mazapán.