Quisiera expresar mi agradecimiento a los ciudadanos de Marstal que aparecieron en mis veladas de lectura en la Escuela Naval y en la biblioteca de Skolegade.
Además, quiero dar las gracias a las siguientes personas, que, cada una a su modo, han prestado una ayuda inestimable en mi trabajo con la novela: Lis Andersen, Iben Ørum, Henning Therkildsen, Jens y Hanne Lindholm, Henry Lovdall Kroman, Knud Erik Madsen, Connie y Lars Bro Mikkelsen, Lars Klitgaard-Lund, Nathalia Mortensen, Annelise y Poul Erik Hansen, Astrid Raahauge, Pulle Teglbjerg, Leif Stærke Kristensen y Berit Kristensen, Regitze y Ole Pihl, Hjørdis y Kaj Hald, Erik y Lilian Albertsen, Hans Krull, Karla Krull, Erna Larsen, Adam y Anne Grydehøj, Søren Buhl y Marjun Heinesen, Gunnar Rasmussen, pastor emérito Finn Poulsen, Lars Kroman, Lone Søndergaard, Frans Albertsen y Kristian Bager. Quiero agradecer especialmente a Erik Kroman, director del Museo de Navegación de Marstal, que pusiera a mi disposición los archivos del museo. Karsten Hermansen ha compartido conmigo tanto sus bollos de pasas caseros como sus inagotables conocimientos.
También tengo que agradecer a Christopher Morgenstierne la ayuda prestada con todos los términos marítimos. Los fallos que puedan existir respecto al velamen y la fuerza del viento se deben únicamente al autor.
Muchísimas gracias a mi queridísima Laura. He necesitado la mitad de tu vida para escribir la novela, y con un entusiasmo infatigable me has animado durante toda su gestación.
Con mi amada Liz he contraído una deuda de gratitud que necesitaría más de una vida para devolver. Me has apoyado con una mezcla excepcional de experiencia y amor, y sólo gracias a ti he podido, finalmente, llegar a puerto.