CAPÍTULO 55
OFICIOS DEL MAS ALLÁ

Si el Más Allá de los Textos de las Pirámides es un espacio donde el espíritu luminoso viaja y se metamorfosea sin cesar, es un lugar asimismo donde se trabaja, donde se construye, donde se ejercen oficios y funciones inseparables de la vida en eternidad. Al más alto nivel espiritual, «el trabajo (kat) de Horus» y «la labor (kat) del Faraón», es Osiris, es decir, el ser resucitado; pero el Faraón es también la síntesis de todas las actividades [1] artesanales, él que es un alfarero y que ha abierto el vaso matricial en el momento del nacimiento de la diosa Cielo. [2]

Los dioses y la gran Enéada de Heliópolis construyen y consolidan la obra cumbre y esencial del Faraón, a saber, la pirámide. El Principio (Atum) posa sus manos sobre esta obra real y la protege, de suerte que [3] ningún mal pueda afectarle: son Atum y Geb quienes dan al rey y a su ka [4] una pirámide y un templo, los cuales están cercados. El que «pusiere un solo dedo» sobre estos monumentos, el que alterase la morada celestial de Horus, sería condenado por la Enéada, no tendría ya ningún lugar donde estar, su casa no tendría ya emplazamiento alguno, sería proscrito y se aniquilaría él mismo. [5]

Si la pirámide se beneficia de una semejante protección divina y mágica es porque es a la vez la encarnación de Osiris resucitado (y se le pide a Horus, el Faraón, que no se aleje de él en su nombre de «pirámide») y «el lugar del corazón» que no debe ser destruido entre los vivos [6] que están en la tierra. [7]

En tanto que maestro de obras, el Faraón construye la ciudad de Dios como es su deber, y esta ciudad lo purifica. Señor del templo, funda [8][9] su morada y la equipa; así, su morada celestial no perecerá. La [10] «gran sala» de este templo celestial es más pura que el cielo fresco; en la [11] puerta, dos toros uno enfrente del otro y, a modo de cerrojo, dos ojos destinados a alejar el mal. El templo del Faraón se encuentra entre los [12] poseedores de nombres, y es Horus quien conduce el ka del rey de su [13] cuerpo hacia el gran templo donde son construidos unos porches para [14] él. El Faraón está asociado a los dos obeliscos de Ra presentes en la tierra, [15] a las dos esfinges de Ra que están en el cielo, recibe el altar de las [16] ofrendas que trae Tot y consagra el altar, «la boca de los dioses». [17]

Una escalera (lit.: la superficie para los pies) es instalada hacia el cielo para que el Faraón suba por ella, que viva entre las estrellas imperecederas y pueda juzgar a los dos grandes dioses, Horus y Set, a fin de apaciguarlos. [18]

El alfarero divino, Jnum, ha construido igualmente una escala que permite al rey trepar al cielo en su nombre de «ascensión al cielo». Ra [19] fabrica también para el rey una escala de luz, los dioses que están en el [20][21] cielo y en la tierra, las Almas de Pe y de Nejen hacen de sus brazos soportes para que el Faraón ascienda al cielo en «ese nombre de escala que [22] es el suyo». Ya se trate de una escala de madera o de cuerda, son los dioses quienes fabrican los cordajes y escalones; «escala de Dios», «escala [23] de Horus», «escala de Set», lleva, en su lado izquierdo, el ala de Tot. Son [24] las Almas de Pe y de Nejen las que la enderezan y la doran. [25]

El capítulo 305 desvela «el ritual de la escala»: ésta es anudada por Ra y Horus delante de Osiris cuando va hacia su ser de luz. Uno está a un lado, el otro al otro, y el Faraón en medio. Se le hace una pregunta: «¿.Eres un dios cuyos lugares son puros?». Él responde: «Salgo de un lugar puro». Horus dice: «Ponte en pie, Faraón». Set dice: «Siéntate, Faraón». Ra dice: «Coge su mano», y los que se encuentran en el cielo [26] toman la mano del rey. [27]

Otra actividad artesanal es el tejido; según el capítulo 415, la diosa Tait realiza una auténtica obra maestra recomponiendo los miembros del Faraón igual como se unen los hilos para hacer un vestido.

Entre las funciones indispensables en el otro mundo está la de pastor: el rey es el pastor en el campo de la turquesa. Asimismo encontramos a [28] un barquero que dispone de un templo que le ha construido el Faraón y [29] de una barca que le ha fabricado el dios Jnum. El rey le amonesta con [30] vehemencia tratándole de niño expósito que no conoce ni a su padre ni a su madre, y le ordena que le haga cruzar hacia el campo, creado por los dioses, donde beben durante las fiestas, y hacia el campo de los juncos. Dado que el rey es justo, el barquero tiene la obligación de hacerle cruzar [31] hacia los campos paradisíacos y de traerle la barca solar, pues el rey [32] está incesantemente en movimiento. Y los barqueros que llevan trenzas [33] no deben tardar en traerle la barca, pues si no el rey se las arrancaría. El Faraón puede «despertar en paz» a este barquero que ve detrás de él, [34] como si tuviera ojos en la nuca, para que anuncie su nombre a Ra y le traiga la barca solar en la que hace cruzar a los dioses, en paz. [35]

Estando el Más Allá poblado de edificios sagrados, unos «guardianes de la puerta» están al cargo de ellos. Con el guardián de la puerta de Horus en el portal de Osiris, el rey se muestra más amable que con el barquero, puesto que le saluda antes de pedirle que diga su nombre a Horus. Al «guardián de la puerta del cielo fresco», el sacerdote puro de Ra le [36] dice: «¡Qué venga el Faraón, él es puro»!; y al «guardián de la puerta [37] del cielo», el rey le da orden de revolver los puntos cardinales para causar perturbación a un ser hostil.

Todas las puertas del cielo, del cielo estrellado, del cielo líquido, del firmamento y de las extensiones celestes deben estar abiertas para que vivan el Faraón y su potencia vital. Con su cetro, el rey abre el cerrojo [38][39] de la puerta de los carneros, él cuya espina dorsal es el cerrojo del dios. [40]

El capítulo 272 es todo él una invocación a la puerta del océano de energía primordial:

Elevación no pronunciada.

Puerta de la energía primordial.

El Faraón viene hacia ti.

Sé abierta para él.

«El Faraón (pregunta la puerta), ¿es ese ser humilde de allí?».

«El Faraón (se le responde) está a la cabeza de los Seguidores de la luz divina.

No está a la cabeza de los perturbadores. [41]

Elevación no pronunciada.

Pórtico del cielo.

El Faraón es el aire luminoso (Shu) que sale del Principio (Atum»).

Energía primordial, haz que esta puerta sea abierta para el Faraón.

Pues ha venido, siendo manifestado y divino. [42]

En tanto que ser de luz viviente, el Faraón sale al día con dos objetivos: acabar con la guerra y atajar el desorden. Pero, incluso en el Más [43] Allá, hay que librar una cierta forma de combate contra unas fuerzas hostiles; el Faraón puede adoptar contra ellas el rostro del «grande, el señor de la violencia». Hace uso de la llama de su ojo e introduce la perturbación entre los autores de malas acciones. Al ascender de la matriz [44] estelar (duat), el rey empuña un arma cortante, y los grandes tiemblan al verle; posee un cuchillo que le permite vencer a sus enemigos, cuchillo [45] que le ha dado la corona del Bajo Egipto. [46]

El capítulo 254 es una verdadera declaración de guerra del Faraón a las potencias celestiales para que se le conceda un lugar en el cielo. En caso contrario, se produciría un verdadero cataclismo que condenaría a la tierra al silencio. El rey está dispuesto a «comerse» a cualquiera que encuentre a su paso, anuncia que las orillas y las fronteras se unirán (la supresión del espacio) y que los caminos se volverán impracticables. Los dioses oyen y acogen al soberano que puede dirigirse al campo de las ofrendas: escapa a unos simios peligrosos que cortan cabezas, mientras que la suya está perfectamente asentada sobre su cuello. Da de beber y de comer: aquéllos que le ven le respetan.

Entonces, el lugar del rey es ampliado en diversos puntos, él vive en el campo de los juncos y en el de las ofrendas, dispone de la potencia y de la fuerza victoriosa, él mismo se protege de todos aquéllos que le quieren algún mal, pues es más fuerte que ellos. Se revela la verdadera naturaleza del Faraón: es «dulce de corazón», él es el Uno, el toro del cielo victorioso sobre sus enemigos. [47]

Si reina la paz es gracias a una práctica adecuada de la justicia; las dos Enéadas reconocen al Faraón como un juez, e incluso «el juez de todos los jueces»; «corta las palabras» como Dios, escucha las palabras como [48] un buen juez. No sólo el Faraón juzga a los vivos, sino también a los dioses, [49][50] «los asuntos» de Horus y de Set que debe reconciliar, y se comporta [51][52] incluso como juez entre los seres de luz, las estrellas imperecederas. [53]

Identificado con la intuición creadora (sia), el Faraón es «portador del libro de Dios» y «escriba del libro divino que formula lo que es y [54] hace nacer lo que aún no era». Desempeñando una función de escriba de [55] los dioses y de Ra, redacta edictos, sella despachos, envía mensajeros que no conocen el cansancio. [56]

Le traen un mensaje al Faraón: el de «la palabra de Dios» que le eleva: «Señor de aquéllos que llevan y difunden mensajes», el rey desempeña [57] la función de «mensajero del Gran Dios» y de «mensajero de Ra». [58] En tanto que mensajero de Horus, el Faraón ordena a unos barqueros [59][60] aves que le traigan la barca solar: y los mensajeros del ka, del padre del [61] rey y de Ra, vienen hacia él para ayudarle a ascender al cielo. [62]

Última función del Faraón, la de «representante, sucesor (seti)» de Horus; por eso puede tomar asiento en el trono de Osiris, en tanto que sucesor [63] de «aquél que está a la cabeza de los Occidentales». Y es para él, el [64] resucitado y el viajero del Más Allá, para quien se crea un sucesor real. [65]