En lo que concierne a los padres del Faraón, los Textos de las Pirámides evitan toda ambigüedad: no tienes padre entre los humanos, no tienes madre entre los humanos. [1]
El Faraón ha nacido en la energía primordial,
(cuando) el cielo no había venido (aún) a la existencia,
(cuando) la tierra no había venido (aún) a la existencia,
(cuando) lo que fue convertido en estable no había venido (aún) a la existencia,
(cuando) la perturbación no había venido (aún) a la existencia,
(cuando) este miedo salido del ojo de Horus no había venido (aún) a la existencia. [2]
Cuando las dos montañas se separan, Dios viene a la existencia, y también el Faraón; ha sido traído al mundo como Horus, como aquel de [3] la región de luz. [4]
El padre del Faraón es el Eterno, el Principio (Atum), el dios Tierra, [5][6] el dios Luna, el gran toro salvaje; su madre es la diosa Cielo que le trae [7][8][9] al mundo, vivo, cada día, como la luz divina y él le da vida con Osiris, [10][11] el cielo y la matriz estelar, Tefnut, Isis, Sejmet, Seshemtet, Hetepet (la [12][13][14] matriz celeste), la vaca celeste, la gran vaca salvaje que es también la corona [15][16][17] blanca, la corona roja, los buitres, la gran serpiente de blanca toca, [18][19][20] de alas desplegadas y colgantes senos, el ureo viviente, la barca del día [21][22] que le hace nacer al alba. Y este rey, cuyo padre y madre son divinos, no [23] viene al mundo como un ser humano, puesto que ha sido concebido en la nariz y puesto que ha nacido en las fosas nasales. [24]
El Faraón es el Hermano divino; nuestro hermano viene hacia nosotros, [25] dicen las dos Enéadas, y todos los hermanos del rey son dioses: el [26] Anciano, Geb, Soped y El que está a cargo de sus ojos, el dios Luna. El [27][28][29] Faraón asciende al cielo entre sus hermanos los dioses que se muestran [30][31] fraternales con él y se alegran de verle. Es una estrella viviente a la cabeza [32][33] de sus hermanos los dioses, su hermano es Orión, su hermana, Sothis, [34][35] y reside entre ellos en la tierra para siempre jamás. [36]
En cuanto a la descendencia del Faraón, se trata de la estrella matutina. Debido a su ascendiente divino, es perpetuamente joven (renep) en [37] el momento preciso, y rejuvenece en el momento preciso. Los dioses están dichosos de ver al Faraón rejuvenecido, él que ostenta el nombre de [38] «agua joven». [39][40]
Ningún rastro de condición humana en sentido estricto en la persona simbólica del Faraón, por consiguiente, él que es más estable que los humanos cuyo nombre, remetch, recuerda que nacieron de las lágrimas de [41] Dios. El Faraón vuela lejos de los hombres, no muere en la tierra entre [42][43] los hombres, está alejado de la abominación que representan los humanos [44] , el Faraón no muere a causa de los hombres, ellos no pueden decir el mal contra él. [45]
Si se impidiera al rey ir al lugar donde se encuentra Ra, los hombres serían mantenidos alejados del rey; si el rey no pudiera descender en la barca de Ra, los hombres serían alejados de la muerte y del alimento. El [46] Faraón salva a los seres celestiales del mal que los hombres han realizado; [47] aunque las puertas del cielo son abiertas para él, permanecen cerradas [48] para los hombres que no tienen nombre, es decir, aquellos desprovistos de identidad espiritual.
A los hombres se les pide que sean silenciosos y escuchen; el Faraón [49] pone entre ellos sus Anales, el recuerdo escrito de sus actos. Se les desea: ¡Ojalá puedan los hombres obtener su sepultura, miles de panes, [50] miles de cervezas procedentes del altar del primero de los Occidentales!; [51] sus rostros se iluminan cuando las ofrendas divinas descienden. [52]
La actitud de los hombres puede revelarse positiva cuando se hallan en la tierra, junto al Faraón, y se dirigen a Ra para pedirle que le dé la mano al rey y le lleve al cielo. El Faraón pide a los hombres y a los dioses [53] que pongan sus manos debajo de él y le levanten hacia el cielo; a la [54] «gran ola» le pide que apacigüe a los hombres y a los dioses. [55]
Como puede verse, la condición humana, según los Textos de las Pirámides, no puede alcanzar la dicha más que incorporándose a lo sagrado y a los ritos que le permiten superar su nocividad natural e integrarse en una armonía de origen celestial.
Aunque Egipto conoció el sistema de castas, los Textos de las Pirámides mencionan sin embargo tres categorías de seres que no se refieren en absoluto a clases sociales, sino que más bien corresponden a unos estados de conciencia.
Los henmemet parecen ser una cofradía de seres de luz que se presentan ante el rey reverentemente y le interrogan: «¿Quién ha hecho eso por ti?». Él responde que ha sido su madre, la gran vaca celeste, que le ha llevado hacia el cielo. Estos seres protegen al rey, prestan testimonio [56][57][58] por él y le son entregados, guiados por «la gran ola». Aunque el Faraón [59] escucha las palabras que pronuncian, sin embargo levanta la mano por [60] encima de ellos en señal de autoridad, los tiene en un puño, les da órdenes [61][62] y los guía. [63][64]
Los rejyt («los conocedores») tienen como jefes al dios Nefertum (El que hace realidad el Principio) y a Horus (el propio Faraón), pero están [65] mucho menos próximos al Faraón que los henmemet. Deben incluso esconderse [66] en presencia del rey que los apacigua tomando una comida en [67] compañía suya, mientras que el hijo del rey debe intervenir secamente [68] para contrarrestar su eventual animosidad. Los rejyt son, por otra parte, [69] rechazados por las puertas del cielo, pues su tipo de conocimiento (rej), [70] que podría calificarse de científico, no basta para cruzarlas.
Finalmente, los pat, cuyo señor es Horus, son «los miembros del Faraón», [71] o dicho de otro modo, los agentes ejecutores de su pensamiento y [72] los seres que lo ponen en práctica.