CAPÍTULO 51
EL UNIVERSO ANIMAL

El Más Allá de los Textos de las Pirámides está poblado de animales que en su mayor parte son mutaciones espirituales. El Faraón es un ave traída al mundo por Isis en un huevo que rompe para emprender el vuelo; él es el hijo del pelícano y del buitre. [1][2][3]

Geb hace emprender el vuelo al Faraón entre sus hermanos los dioses, [4] este último se transforma en ave para ir al cielo, tiene alas y plumas [5] y vuela fuera del alcance de los hombres. El rey se transforma en héroe, [6][7] en pato, en oca y en golondrina; las golondrinas son las estrellas imperecederas [8][9][10] que se posan sobre la gran isla, en medio del campo de la [11] ofrenda, y entregan al Faraón «el bastón de vida». Es también un milano, [12][13] y son dos milanos los que traen la barca hacia él, mientras que la diosa [14] del tejido, en su nombre de milano, le eleva hasta el cielo. [15]

El ave en la que con más gusto se incorpora el Faraón es el halcón. «Halcón divino» es el nombre del rey, halcón salido de Ra, gran halcón [16][17] que reclama la existencia, halcón salido del ojo de Horus, y alcanza el [18][19] cielo y lo abraza. Sus alas crecen como las de un halcón de pecho poderoso, [20][21] sus plumas son las del rapaz, sus huesos, los de los halcones divinos que residen en el cielo; el Faraón es semejante al halcón de profunda [22] mirada que se ve, por la noche, cuando atraviesa el cielo. En [23] cuanto a los dos halcones que se encuentran en la barca de Ra, llevan al viajero hacia el Este y le colocan entre las estrellas imperecederas. [24]

El más grande de los dioses es «el toro de los toros», y el padre del [25] Faraón es el gran toro salvaje. A los toros de Atum, se les pide que concedan [26] al rey una formidable energía; en el transcurso de un acto ritual, [27] consigue coger al toro por la cola, cola que será, por otra parte, colgada [28] en el cinto de su faldellín.

El toro del cielo coge la mano del Faraón y le da la suya; el soberano le pide que no le ignore: si él le conoce, el Faraón le conoce y si el Faraón [29] le conoce, el toro del cielo le conoce. Él mismo es el toro del cielo [30] que conquista según su corazón y vive del ser de cada dios. El Faraón es [31] asimismo «el toro de luz», «el toro de la Enéada» que oye la palabra divina, [32] «el toro salvaje de la pradera», «el toro de gran rostro que sale de [33] Heliópolis», «el que da forma y no cesa de traer al mundo». Viene a la [34] existencia como el toro que resiste a unos toros salvajes, dura y es colocado [35] a la cabeza de los dioses. [36][37]

En tanto que «gran toro salvaje», el rey llama al barquero, le ordena que le traigan la barca solar y ordena al «toro de las ofrendas» que baje su cuerno para permitirle pasar en dirección al cielo, a fin de ver a su padre [38] Ra. En cuanto al «toro de las dos Enéadas», abre la ruta del Faraón [39] que, bajo la forma de ese mamífero, atraviesa hacia los verdes campos, hacia los lugares puros de la luz divina. [40]

Es bajo forma de toro salvaje como Set ha dado muerte «a uno más grande que él (Osiris)», y el ritualista da muerte al asesino haciéndole pedazos, los cuales son repartidos entre los dioses. El toro se convierte [41] así en animal de sacrificio que se consume para poder desplazarse al Más Allá. [42]

La madre del rey es la vaca celeste que le eleva hacia el cielo y no le deja en tierra; el Faraón se une a ella, la gran vaca salvaje que es el cielo. [43] Ella le amamanta y no le deja sin fuerzas. Después de haberle concebido [44] y traído al mundo, ella le pone en el interior de su ala para hacerle [45] atravesar un lago y un canal. Y es bajo forma de becerro de oro como [46] nace Ra en el cielo. [47]

El nombre del Faraón es «chacal», y aparece en su gloria bajo la forma de un chacal. Su rostro, sus brazos, sus pies y sus manos son los de un [48][49] chacal. Adoptando esta forma, el Faraón ve las puertas del cielo abrirse [50] ante él, y él, el chacal que gobierna las dos Enéadas, ocupa el cénit. [51] Identificado a este animal, Osiris no se descompone. [52][53]

Los animales más temibles no se hallan excluidos del Más Allá. Así, el capítulo 317 es un texto soberbio que evoca la naturaleza luminosa [54] del cocodrilo. «El de verde pluma», de rostro despierto, de elevado pecho, proviene de la ola, el furioso que sube desde la corva y de la cola del Grande que reside en la luz. El saurio va hacia sus cavernas que se hallan en la ribera que recubre la ola de la gran inundación celeste, va hacia «el lugar de la realización» donde los campos son verdeantes y se sitúan en la región de luz. El cocodrilo vuelve verdes los pastizales que crecen en las riberas de esta región y trae el «brillante verdor» al ojo de la Grande que reside en el campo, y acto seguido ocupa su asiento en el seno del país luminoso. [55]

Las serpientes ocupan un lugar destacado, estando presentadas unas veces de forma negativa y otras positiva. Mafdet, la soberana de la Casa de Vida, es una ayuda preciosa contra las serpientes peligrosas, a las que se consagran numerosos capítulos, compuestos de fórmulas de conjuro [56] a menudo intraducibles, para impedirles que causen ningún daño. Los reptiles reciben la orden de irse, de alejarse, de desaparecer, de reptar, de [57] permanecer ocultos, de volverse del revés. Hay que cerrarles la boca, pronunciar las palabras que los vuelven inofensivos, utilizar un cuchillo y mirarlos fijamente a fin de inmovilizarlos.

Pero la madre del rey es una gran serpiente, y es una serpiente de fuego, [58] la corona roja, la que le trae al mundo; él mismo es un reptil de numerosos [59] anillos, suministrador de potencias vitales y una serpiente llamada «toro de los dioses» que devora sus siete ureos para que sus siete [60] vértebras cervicales vengan a la existencia. Imparte órdenes a las siete Enéadas y a los siete arcos. [61]

Aunque el Faraón desciende a la tierra utilizando los anillos de las serpientes, no por ello deja la serpiente de estar destinada al cielo, ni [62] deja de residir en él ni de ofrecer al rey una forma de sabiduría. La serpiente [63][64] celeste (qebehut) es la hija de Anubis; encuentra al soberano y maneja cuatro jarras para refrescar el corazón del Gran Dios el día del despertar y el del rey para la vida. Además, el reptil le purifica y le incensa. [65]

El Faraón ve a «la gran serpiente» que se coloca detrás de él para protegerle; existe otra que hace vivir su frente, se coloca delante de él y le [66][67] guía. En la frente del Faraón hay dos serpientes que le elevan y le conducen [68] hacia su madre, la diosa Cielo; el ureo, cobra hembra, emite un [69] soplo de fuego que elimina a los enemigos del rey. Serpiente salida de [70] Dios y de la luz divina, «el ureo viviente» es la madre del rey que le ama y le amamanta. [71][72]

El Faraón ha visto a la serpiente (djet) en la barca de la noche y el [73] ureo en la barca de la mañana, él que es el ureo salido del ojo de Ra. [74] Hecho esencial, las serpientes ureos son unos ojos y, más concretamente, las pupilas del ojo de Horus; aparte de esta mirada de fuego, el rey [75] posee también una fuerza sobrenatural, pues él es el ureo que sale de [76] Set. El Faraón aparece en su gloria en tanto que ureo que está en la [77] frente de Set, él es el ureo de Set que se mueve de forma incesante. [78]

El mundo de los insectos está muy presente también en los Textos de las Pirámides, puesto que el Faraón puede alcanzar el cielo bajo la forma [79] de una langosta. Hijo del escarabajo divino, sinónimo de metamorfosis [80] ininterrumpidas, Osiris emprende el vuelo y se posa «en lo alto del [81] escarabajo», en la proa de la barca que boga en la energía primordial; transformado en escarabajo, el rey se posa en el asiento vacío, en la barca de Ra. [82][83]

Y la diosa Cielo, Nut, aparece en su gloria como una abeja; en esta encarnación, ella tiene el dominio de los dioses y de sus potencias vitales. [84]