La palabra mer, «amor», es sinónimo de mer, «pirámide», y de mer, «canal». Estos juegos de sentidos, en el pensamiento egipcio, son esenciales. Según los Textos de las Pirámides, el amor reedifica la construcción del ser: El amor es realizado por el Faraón que conoce la plenitud; la [1] perfección (neferet) ama al Faraón, el Faraón ama la perfección. [2]
La dignidad del Faraón consiste en una actitud: ama, crea; detesta, no crea. Y precisamente, lo que ama el Faraón es que los dioses [3] construyan su pirámide. Ella es el símbolo más radiante del amor divino [4] y del amor de lo divino, y el canal por el cual circula la energía divina.
Según estos textos, en efecto, el amor pertenece a la esfera de lo divino. El Faraón pone entre los hombres sus Anales, la memoria de sus actos: entre los dioses, el amor que sienten por él. El Faraón os ama, oh [5] dioses; ¡ojalá podáis vosotros amarle! Los dioses responden al deseo [6] del rey y le mantienen con buena salud, a la vez espiritual y física (udja), porque le aman: y es la diosa del tejido, Tait, quien pone el amor del Faraón [7] en el cuerpo de cada dios que le verá. [8]
El Faraón ama la luz divina en su cuerpo.
El Faraón ama la luz divina en su corazón. [9]
Hace realidad así un amor total, uniendo todos los planos del ser, y es a causa de este amor que Isis viene hacia él y que su hijo Horus le ama [10] en tanto que Osiris, el resucitado. El Faraón es, por otra parte, «el hijo [11] que ama a su padre Osiris» celebrando los ritos y sucediéndole para preservar [12] la armonía en la tierra.
El Faraón pregunta a la corona roja, una temible serpiente de fuego: Obra de manera que el amor que se siente por el rey sea semejante al amor que se siente por ti. [13]
Se ve así que el amor, de origen divino, no encuentra su irradiación más que si es amor de las fuerzas divinas, más allá de la apariencia. Es verdaderamente un amor transmutatorio, capaz de apaciguar las fuerzas creadoras más temibles y canalizar la energía para que sea creadora de plenitud. Y son el amor, la solidaridad (semet) y la dulzura los que confieren al Faraón una soberanía real. [14]