CAPÍTULO 35
EL CONOCIMIENTO

Todo el pensamiento egipcio está basado en el conocimiento y no en la creencia. Aquél se encarna en el dios Tot que es «la plenitud (hotep) de los dioses»: pronuncia una gran e importante palabra que da la plenitud [1] a todos los dioses. [2]

Ahora bien, el Faraón es Tot en medio de los dioses, Tot el más poderoso [3][4] de los dioses; es el grande salido de la frente de Tot que es él [5][6] mismo la nariz del Faraón. En la persona de este dios se unen el intelecto [7] y la percepción. Al igual que la inteligencia, Tot reúne y recompone al Faraón para que viva: este último le pide a Tot que no le ignore: si Tot [8][9] le conoce, el Faraón le conoce, y es convirtiéndose en Tot como el rey [10] es un ser de luz. [11]

Los brazos del Faraón son las alas de Tot. las plumas de las alas del [12] Faraón son las de Tot. Tot transporta al Faraón en la punta de su ala, y [13] el rey no está sin barca. Tot coloca al Faraón en la punta de su ala, toma [14] la capacidad de manifestación (ba) del Faraón, de la que hace un símbolo (ashem). Y si el barquero se negara a hacer pasar al Faraón, este último [15] saltaría sobre el ala del ibis de Tot. Imposible expresar mejor que el [16] pensamiento del Faraón vuela sobre las alas del conocimiento.

Según el capítulo 359, Tot transporta el ojo de Horus sobre su ala, y el Faraón atraviesa sobre esta ala el lado oriental del cielo: el dios habla contra Set a propósito del ojo de Horus y pone a los dioses bajo el Faraón [17] que es sano y justo. En compañía de Horus, Tot engendra «el gran [18] trono del Faraón». [19]

Aparte de la función divina de Tot, otros tipos de conocimiento son practicados por el Faraón. Conoce (rej) lo esencial, a saber, el nombre de su padre celestial: «el Eterno, señor del año». Los egipcios no eran esclavos [20] de un sistema temporal del tipo «2000 a. o d. C.», puesto que no databan la aparición de lo sagrado y sacralizaban el tiempo por las fiestas y los ritos. El año, con sus ciclos naturales, les ofrecía la imagen de la eternidad, y el tiempo renacía con cada coronación del Faraón. Se hablaba, así pues, del año uno de Tutmosis, del año tres de Ramsés, etc… sin ninguna datación cronológica que suponga un verdadero corsé para el pensamiento.

El rey es llevado al cielo hacia los que conocen a Dios, forma parte [21] de «aquéllos que conocen», y es por eso por lo que la luz divina (Ra) le [22] conoce.

El que conoce las palabras de la luz divina (Ra),

Y que lleva a cabo las fórmulas mágicas de Horus de la región de luz.

Es el que conoce la luz divina.

Es el amigo del Horus de la región de luz.

El Faraón la conoce, esta palabra de la luz divina.

El Faraón recita estas fórmulas mágicas del Horus de la región de luz.

El Faraón es continuamente un conocedor de la luz divina.

El Faraón es continuamente un amigo del Horus de la región de luz. [23]

Conocimiento y luz son indisociables, y este conocimiento es de origen celestial. En el capítulo 262, el Faraón proclama su llegada al cielo y exige de varios dioses (Ra, Tot, Horus-Soped, El que está en la duat [Osiris], el toro del cielo): ¡No ignores al Faraón, dios! Si tú le conoces, el te conoce. Y en «las ciudades del conocimiento», el Faraón encuentra [24] a los seres de luz. [25]

Sia es otro modo de pensamiento fundamental; este término evoca el conocimiento intuitivo, directo, que conduce a la sabiduría y «se realiza en presencia de los dioses». Es de este modo como la luz divina (Ra) y [26] la potencia vital (ka) conocen al Faraón, el cual avala el conocimiento [27][28] intuitivo de cada dios y se alimenta de los pulmones de los sabios, estando [29][30] los términos «conocimiento intuitivo» y «sabiduría» íntimamente asociados. Poseedor del conocimiento intuitivo en tanto que ser de luz, el Faraón es un sabio (saa) del que hablan los dioses, que ocupa su puesto [31] en lo alto del cielo, en el lugar donde su corazón (hotep) está en paz. Es gracias al conocimiento intuitivo como el Faraón ejerce su capacidad [32] de dominio y gobierna con sabiduría. El ojo de Horus conoce al Faraón, [33] y es tomando este ojo como el rey adquiere la sabiduría que consiste en [34][35] ver, por tanto en crear. [36]

El conocimiento intuitivo ha sido establecido sólidamente a los pies del rey y, aunque está detrás de él, se encuentra «a la cabeza del templo». [37]

Cuando asciende al cielo, el Faraón lleva «la vestimenta del conocimiento [38] (siat)». [39]

El capítulo 250, que no está grabado más que en la pirámide de Unas, está consagrado al conocimiento y a la sabiduría:

Palabras que deben ser recitadas:

El Faraón es aquél que domina a las potencias vitales (au).

Aquél que une los corazones.

(Así) habla aquél que, siendo grande, está encargado del libro de la sabiduría y lleva el libro de Dios, a saber, el conocimiento intuitivo que está a la derecha de la luz divina.

El Faraón ha venido hacia su trono que domina las potencias vitales.

El Faraón une los corazones.

¡Oh, vosotros que, siendo grandes, estáis a cargo de la sabiduría!

El Faraón ha cobrado vida en tanto que conocimiento intuitivo, portador del libro de Dios, a la diestra de la luz divina.

Vosotros que sois protegidos por la mano del Faraón,

Es el Faraón quien formula lo que se encuentra en el corazón de la Grande (el cielo) en el momento de la fiesta de las telas rojas.

¡Oh, este Faraón, oh, este Faraón, conocimiento intuitivo que está a la diestra de la luz divina, de corazón altivo, que está a la cabeza de la caverna de la energía primordial! [40]

En este proceso de conocimiento, no hay nada establecido, nada es dogmático. El libro de Dios no es un escrito redactado de una vez por todas y presentado como una verdad definitiva y absoluta, sino una facultad de percepción, el conocimiento intuitivo, ligado a la luz y a la inteligencia, «la unión de los corazones», que reposa en una sensibilidad hacia lo divino. Y este conocimiento debe ser formulado con ocasión de una fiesta para que las potencias vitales se expresen y que la sabiduría se vea concretizada.