¿Cuáles son las cualidades de las que debe estar dotado el Faraón para ser plenamente real y poder ejercer la función que le ha sido asignada por la luz y por el universo?
En primer lugar, la vida misma.
El Faraón está lleno de esta vida cósmica cuyo garante es y que debe ofrecer sin tasa, él que es un ser completo (kem) y luminoso (aj). A esta coherencia del ser se añade una salud rebosante (uadj).
Dotado de una dignidad sobrenatural (sah), el Faraón posee una auténtica grandeza, a saber, una riqueza de ser que le permite escapar a todo fenómeno de pequeñez o de restricción.
Vidente por excelencia, el Faraón crea por medio de su mirada y preserva la armonía por medio de su magia, ciencia de las fuerzas ocultas. Por eso se muestra eficaz y preciso (soped) en sus acciones y, cuando actúa, se muestra «largo de brazos». [1]
El Faraón dispone de la capacidad de dominio (sejem) en todo; es por ello por lo que posee el poder fulgurante (at), la potencia (pehty), la potencia victoriosa (mijt), la fuerza (uash) y la capacidad de manifestación (ha).
Alto y de larga zancada, pero también capaz de ser «circular» (chen, deben), el Faraón inspira un temor respetuoso (shat). «desata» los obstáculos, somete a sus súbditos y funda el doble país. Siendo «magnánimo de corazón», sabe ser dulce (nedjem).
Y dos listas nos informan de que el Faraón está dotado de vida, de serenidad (hotep), de capacidad de renovarse, de la realización (nefer), del rejuvenecimiento, de la estabilidad, de la fuerza y de la coherencia. [2]