Es aclamándolo como reconocen los dioses al Faraón como soberano legítimo. Si el Faraón y su potencia vital (el ka) pueden ser así aclamados, [1] es porque son «justos de voz». Y el rey pide a la corona roja, temible serpiente [2] de fuego, que se le aclame como es aclamada ella.
«Protección en tu rostro» es la fórmula de salutación respetuosa, traducida [3] por «salve a ti», y el Faraón es el objeto de las alabanzas. [4]
La coronación es llevada a cabo en Pe, una ciudad mítica del Delta, con una corona blanca y una corona verde. [5]
Corona blanca y corona roja son las madres del Faraón; la roja le amamanta. La corona blanca es espléndida, dotada de un vigor varonil, [6] señora de la tierra roturable, secreta, de la tierra de los pescadores, del «valle de los apaciguados»: reside en la ciudad de Nejeb, es la señora de la gran capilla. La corona roja es la soberana de las «orillas de Dep», [7] otra ciudad mítica del Delta asociada a Pe, y da vida al Faraón cuando es pequeño, convertido nuevamente en niño de pecho, por tanto regenerado.
El Faraón Toma posesión de la grandísima corona blanca (ureret), como Horus hijo del Principio creador (Atum), en medio de las dos Enéadas. [8][9] El Faraón la pone sobre su cabeza, ella es comparable a la de Ra. [10]
El Faraón abraza fraternalmente la corona roja (net). Según los capítulos [11] 220 y 221, consagrados a esta corona, considerada como un ser vivo, las puertas de la región de luz (el naos) están abiertas, y el rey se dirige hacia esta corona, una serpiente de fuego «de gran magia». No tiene nada que temer de ella, pues es puro y adopta hacia ella una actitud de temor respetuoso.
El Faraón llega a apaciguar a esta corona temible, gracias a las palabras que utiliza. Su rostro es feliz, pues ella se expande, renovada y rejuvenecida.
Por eso el rey le pide que actúe para que se le tema como se la teme, que se tenga temor de él como se tiene temor de ella, que se le aclame como se aclama a esta corona, que se sienta amor por él como por ella. Ella entrega al Faraón sus cetros para que él gobierne a los vivos y a los seres de luz.
Esta gran y poderosa corona afirma que ha dado origen al Faraón, que ella lo ha engalanado porque el rey es, efectivamente, Horus rodeado [12] de la protección de su ojo. Unos poderes comparables son atribuidos a la corona blanca. [13]
Los dos ojos salidos de la cabeza del dios Tierra, Geb, se convierten en las «dos grandes en magia», a saber, la corona blanca del Alto Egipto y la corona roja del Bajo Egipto. [14]
La corona es el ojo del Faraón que puede comer de la corona roja y [15] de la corona verde para beneficiarse de sus poderes; la roja es «grande [16] en capacidad de manifestación y rica en formas de existencia». ¿No ha [17] surgido del Faraón, habiendo surgido él también de ella? [18]
El Faraón aparece en su gloria para los dioses, aparece en su gloria con la luz divina, y su capacidad de reinar provoca un temor respetuoso [19] en los corazones, temor comparable al que provoca la luz divina cuando surge de la región de luz. Este temor (shat) hacia el Faraón debe ser [20] puesto en los ojos de todos los dioses, de los seres luminosos, de las estrellas imperecederas, de aquellos cuyos asientos están ocultos, en los ojos de todos aquéllos que vean y oigan al Faraón, y este temor es el ojo de Horus. [21]
Los ritos de la coronación, que le permiten al Faraón gobernar en el cosmos, se caracterizan por una investidura simbólica. El Faraón, en efecto, debe ser ataviado para ir a presencia de Dios, y es vestido en tanto [22][23] que Dios por las estrellas imperecederas. Es la diosa Tait la que teje las [24][25] vestiduras rituales para elevar al rey hacia el cielo en su nombre de [26] milano, y la vestidura principal es la tela-sabiduría (siat) que se encuentra a la cabeza del templo. El rey la lleva para alcanzar el cielo; se pone [27][28] asimismo una túnica luminosa (shesep). [29]
El cortísimo capítulo 597 precisa:
¡Oh, Faraón, ven y viste para ti el ojo de Horus sano que está en la ciudad del tejido! [30]
Todo ropaje real es el ojo de Horus; así vestido puede salir, los dioses le ven, es coronado, vive, y el ojo de Horus no se aleja de él. [31]
Se dan algunas precisiones: el Faraón lleva una diadema en la cabeza que es a la vez el ojo de Horus y un relámpago luminoso; un collar de [32][33] oro equivalente también al ojo de Horus, y que permite al rey estar unido al cielo; un mandil de oro; un faldellín que llevan también los dioses [34][35] y del que cuelga un rabo de toro; una piel de leopardo; el cinturón de Horus [36][37] y la vestidura de Tot; unas sandalias, que son los ojos de Horus, guían [38] al Faraón hacia el cielo y le protegen de sus enemigos. [39]
El Faraón utiliza varios cetros que le sirven para expresar su autoridad y maneja unas armas (el arco, la daga, el cuchillo de Tot); él mismo [40] es un arpón de oro cuyas barbas son los rayos de luz de Ra, las puntas, [41][42] los colmillos de la diosa felino Mafdet. [43]