CAPÍTULO 26
EL FUEGO CREADOR

El Faraón es una llama en el viento, hasta el confín del cielo, hasta el confín de la tierra… El Faraón asciende en un aliento de fuego. [1][2]

Estos textos espléndidos muestran la identificación del Faraón con la llama primordial que le permite atravesar todos los espacios [3] e ir al corazón del cielo. Viene, por otra parte, de la isla de la llama y de la ciudad santa de Pe, más roja que la llama. [4][5]

Es el fuego el que vuelve sana la boca del Faraón, ese mismo [6] fuego que se encuentra en la boca del rey resucitado y proviene de las narices de Set, la encarnación del fuego cósmico. Si fuera destruido, los vientos desaparecerían y el cielo se vería privado de sus estrellas. [7]

Dos divinidades, Shu y Tefnut, los gemelos surgidos del Principio creador, encarnan la luz y el fuego.

La Luz (Shu) eleva el cielo (Nut) y el ojo de Horus hasta el cielo [8] estrellado, y provoca también la llegada de las aguas en las que el dios [9] Tierra purifica sus miembros. [10]

Hecho esencial, el Faraón es luz (Shu) que proviene del Principio creador (Atum): y es esta luz la que le permite al Faraón [11] vivir y estar en buen estado, siendo el Faraón «el hijo del corazón de [12][13] la luz». Como «los pies del Faraón son los de Shu», puede [14] desplazarse como la luz. [15]

Es la luz la que eleva al Faraón hacia el cielo: ella pone sus [16] «manos» debajo del rey para levantarle en dirección al cielo. El [17][18] Faraón puede, por otra parte, ascender sobre la luz, mantenerse sobre ella y atravesarla. [19]

Se le pide a la luz que conduzca al Faraón y se convierta en su compañero, que ejerza su potencia para extender su «protección de [20] vida» en torno al rey resucitado. Todo lo que es de incumbencia del [21] Faraón ha surgido de la generosidad de la luz. [22]

En cuanto a Tefnut, hermana de la luz (Shu), ha sido llenada por la luz divina (Ra) con la simiente del ser luminoso; fuego-luz, [23] Tefnut le da la mano al Faraón. Es el fuego de Tefnut el que crea a los dioses, los engendra y les confiere firmeza, y Dios nace del cielo en los brazos de la pareja primordial, luz-fuego. De sus [24] brazos, Tefnut levanta la tierra debajo del cielo. [25][26]

Tefnut-fuego es la madre del Faraón, es la serpiente de fuego (el [27] ureo) que anima su cetro, ensancha su espacio en las ciudades, instala sus escudos divinos delante de los grandes, excava un estanque en el campo de los juncos y establece sólidamente su dominio en los dos «campos de las ofrendas». [28]