CAPÍTULO 23
EL FARAÓN, EL LEJANO
 (HORUS) 

Asciende hacia Horus, se dice al Faraón, dirígete a su presencia, no estés lejos de él; no te alejes de Horus en tu nombre de cielo lejano. La palabra «cielo lejano» (heret) está formada a partir de la misma raíz que [1] Her, Horus, «el lejano», «el de las largas zancadas». El Faraón es identificado [2] con ese dios, alejado para siempre de la Humanidad.

No obstante, el Faraón ha aparecido como Horus que está a la cabeza de los vivos, ha sido traído al mundo como Horus, el de la región [3] de luz, pues no hay otro medio de hacer reinar la armonía sobre la faz de [4] la tierra que preservando la dimensión celestial y lejana de la realeza.

Horus ocupa un lugar considerable y fundamental en los Textos de las Pirámides. Se consagran a él varios capítulos y forman un verdadero tratado de simbolismo «horusiano» que nos permite comprender por qué Horus es el protector y el inspirador de la monarquía faraónica, y [5] por qué el Faraón es la encarnación terrenal de Horus, a la vez lejano por su origen celeste, y protector de su pueblo sobre el cual extiende las inmensas alas del halcón cósmico, ave de Horus.

Una frase sintetiza estas concepciones: Horus no está lejos de ti, tú eres su potencia vital (ka). [6]

Sin Horus, el Faraón no podría vivir; y esta vida le es dada por el amor: Horus te ama, no se separa de ti, te hace vivir; el Faraón vive de lo que vive Horus, señor del cielo, conforme a lo que ordena Horus, señor [7] del cielo. El rey está protegido por el abrazo de Horus que se cuida [8] de él, no le deja perecer y le permite vivir. [9]

Horus viene para reconocer al Faraón e identificarle como tal; desde que el dios ha encontrado al rey, este último se convierte en un ser luminoso [10] y útil. [11]

El movimiento vital del Faraón es el de Horus: Tú vas, Horus va. Es [12] este último quien imprime el libre movimiento al Faraón que se asimila al dios, hasta el punto de convertirse en un halcón atravesando el cielo. Levántale para Horus, se le ordena al Faraón, él te transforma en ser [13] de luz, te guía (maa), cuando asciendes al cielo. Dado que el rey es [14] asimilado a Horus, se traza una ruta para él, y las puertas del cielo le son abiertas. [15]

Es Horus, el unificador, quien reúne a todas las divinidades para el Faraón a fin de que se conviertan en sus servidores. Horus actúa para [16][17] que las divinidades asciendan hacia el Faraón e iluminen su rostro: puesto a su cabeza, puede tomar posesión de su corona. «Equipado» como [18] Horus, el Faraón adquiere la juventud, y posee más potencia y poder de manifestación que los dioses del Sur y sus espíritus. [19]

Lo que Horus ha hecho por su padre Osiris, él lo hace por el Faraón. Le permite «envolver a todos los dioses en su abrazo», pues le ama y le [20] evita toda preocupación. [21]

El viaje (shemet) del Faraón es comparable al de Horus hacia su padre Osiris del que adquiere todas las cualidades espirituales, y este viaje es idéntico al de Horus partido en busca de Osiris. [22][23]

Según el capítulo 369. Horus ve a su padre en la persona simbólica del Faraón. Le dota con su ojo, con su ojo fuerte, le llena completamente [24][25] con su ojo, abre el ojo del rey para que vea, abre su boca, le purifica [26][27] con agua fresca celestial, recompone sus miembros, los reúne para que [28][29][30] no haya ningún disturbio en él, le pone derecho y le viste. [31][32]

Horus pronuncia la gran y perfecta palabra que ha dado a Osiris, la pronuncia para el Faraón que puede recitar las fórmulas mágicas de Horus [33] de la región de luz. [34]

El capítulo 260 precisa que el Faraón es Horus que desea ser reconocido «justo de voz» en razón de sus actos. Según el juicio de Maat, Armonía universal y regla del universo, los tronos del dios Tierra, Geb, le corresponden «de forma que se eleva él mismo hacia lo que ha deseado».

Así, sus miembros que estaban ocultos son reunidos: él se une a los que se encuentran en la energía primordial, sale al día en tanto que espíritu luminoso viviente, capaz de poner fin a la lucha y al disturbio. Los dioses de los cuatro puntos cardinales le rinden homenaje, y él sale a la luz del día para traer a Maat. [35]

Existen unos «Seguidores de Horus», ancestros míticos y fundadores de la civilización faraónica, en compañía de los cuales el Faraón es purificado. Ellos mismos purifican y secan al Faraón, recitan para él las [36] fórmulas de la rectitud, de la ascensión al cielo, de aquél que se eleva y viaja. [37]

Horus tiene cuatro hijos que son sus potencias de manifestación (bau), viven de la «justeza de voz» y le dan su nombre de «estrella imperecedera». [38] Actúan de diversas formas en favor del Faraón: «conocidos [39] del rey», anudan la escala de cuerda y consolidan la escala de madera a fin de que el rey ascienda hacia Khepri cuando viene a la existencia en el Oriente del cielo: desempeñando así el papel de barqueros, ofrecen al [40] Faraón la barca solar que ha fabricado Jnum. Lavan el rostro del rey, [41][42] ahuyentan el hambre de su vientre y la sed de sus labios. Horus conduce [43] a sus hijos a presencia del rey para que le lleven, le levanten y le eleven [44] y le guíen. Estos cuatro hijos de Horus son unos espíritus luminosos que [45][46] permanecen con el Faraón, dos a un lado, dos al otro; y el Faraón se identifica con los cuatro hijos de Horus para poder desplazarse por los [47] cielos. [48]