CAPÍTULO 19
EL PRINCIPIO CREADOR (ATUM)
Y SU COMUNIÓN CON EL FARAÓN

El padre de los dioses y del Faraón es Atum: el Faraón ha sido [1][2] traído al mundo por su padre Atum, Atum hace vivir al Faraón, el [3] Faraón es creado por Atum como ha hecho siempre. [4][5]

Ahora bien, Atum, cuyo nombre significa «El que es y el que no es», es el Principio creador que se despertó en el océano de la [6] energía primordial, como una primera chispa de vida para dar origen a lo que no existía aún. Es por medio de la palabra de Atum como cielo y tierra son dados al Faraón, el cual recibe la herencia del Principio creador. [7][8]

Atum ha reunido las provincias para el Faraón, le ha hecho entrega de las ciudades del dios Tierra (Geb) y de los montículos, los montículos de Horus, los montículos de Set y del campo de los juncos. [9]

Por dicha razón puede afirmarse que Atum ha traído al mundo al Faraón y que el Faraón es más rico (en creación) que él, pues el hijo del Principio es depositario de todas sus formas de creación. [10]

Hijo del Principio, el Faraón es igualmente identificado a él:

Tu carne entera es la del Principio creador (Atum). [11]

Tus manos son el Principio creador,

Tus hombros son el Principio creador,

Tu vientre es el Principio creador,

Tu espalda es el Principio creador,

Tu parte posterior es el Principio creador,

Tus piernas son el Principio creador. [12]

Identificado con Atum, el Faraón cruza las puertas abiertas del cielo y de la tierra y se convierte él mismo en un Atum, un Principio [13] creador para cada dios. [14]

Es la energía primordial que confía al Faraón al Principio creador, y este último lo llama «hacia el cielo para la vida». Por [15][16] eso el Faraón asciende al cielo como el Principio creador, su padre [17][18] que le toma de la mano y le pone «a la cabeza de los dioses [19] excelentes, sabios e imperecederos».

El Faraón se encuentra al lado de Atum, entre las dos [20] potencias del universo, es subido hasta la «amplia sala del [21] Principio creador».

Unas fórmulas sorprendentes resumen la acción de Atum:

El Principio creador ha hecho lo que dijo que haría para el Faraón. [22]

¡Oh, Atum, eleva al Faraón hacia ti,

Abrázale entre tus brazos. [23]

Atum, eleva al Faraón, rodéale con tu abrazo.

Es el hijo de tu cuerpo para toda la eternidad! [24]

Levantar al Faraón Osiris (resucitarle) es levantar a Atum, el cual alza la cabeza del Faraón. La fiesta de Atum corresponde, por [25] otra parte, a la resurrección de Osiris. [26]

Atum ha venido a la existencia en tanto que jeperer, es decir, «Manifestación, Devenir, Mutación incesante», «se ha vuelto alto en tanto que altura», y ha aparecido en tanto que piedra primordial en el templo del fénix en Heliópolis. [27]

Atum prolonga su propia creación cogiéndose el falo con la mano y masturbándose para dar origen a la pareja primordial, Shu (la luz) y Tefnut [28] (el fuego creador) que se convierten en los ojos y las orejas del Faraón, así como en sus miembros. Este simbolismo puede parecer crudo, pero [29] insiste con fuerza en el hecho de que todo nace de la sustancia íntima del Principio y que es efectivamente el Uno el que se convierte en Dos. La mano de Atum es su esposa, es el Uno el que se fecunda a sí mismo para fecundar, en un acto creador que se lleva a cabo en el corazón del misterio de la divinidad.

La tierra ha surgido del Principio creador que, bajo su forma de Existencia y de Devenir, la escupe para manifestarla. También en este caso, [30] es de una sustancia íntima, portadora de la unidad de su ser, de donde Atum forma el mundo manifestado. Y esta organización del espacio vital se convierte en una obligación del Faraón:

El Faraón toma lo que pertenece a Atum, a él que separa el cielo de la tierra y de la energía primordial. [31]

Para que el concepto de «Principio creador» viva en la tierra, preciso es que el Faraón realice una gran ofrenda a los dioses de la región de luz: y a los toros de Atum se les pide volver floreciente al rey y más fuerte [32] que la corona roja y la «gran ola», que le concedan, por consiguiente, una energía inagotable, la cual se encarna en la pirámide y el templo que [33] Atum y Geb entregan al Faraón. [34]

Es en tanto que hijo de Atum como el Faraón recibe las barcas solares necesarias para bogar de un mundo al otro y en las extensiones acuáticas del universo; es para Atum para quien se libera de su impureza a fin de descender con él en «el cielo inferior»; es con Atum con quien cobra [35] realmente existencia ton quien puede estar alto y despuntar en el horizonte [36] como un nuevo sol. [37]

El Faraón aparece en su gloria como Nefertem, «la perfecta realización del Principio creador» y entonces toma la forma simbólica de un loto cuyo sublime aroma, Ra la luz divina, huele. [38]