CAPÍTULO 13
CIELO Y TIERRA

Más adelante examinaremos la función divina de la tierra a través del simbolismo de Geb: en el contexto puramente celestial, conviene recordar sin embargo desde ahora a la pareja cielo-tierra sobre la que insisten los Textos de las Pirámides.

Cielo y tierra no siempre han existido, y su nacimiento es el resultado de una mutación, de una transformación (jeper, término que se escribe con un escarabajo). La vida verdadera es, por otra parte, de orden celestial, [1] como lo indica una fórmula sorprendente:

En el cielo, se vive (anj); en la tierra, se existe (jeper). [2]

El cielo ha sido separado de la tierra en el momento de la ascensión de los dioses al cielo, y el Faraón no cae del cielo a la tierra. No obstante, [3][4] no descuida ni a uno ni a la otra:

El Faraón sostiene el cielo en su lado derecho,

Lleva la tierra en su lado izquierdo. [5]

El Faraón sostiene el cielo con la vida.

Lleva la tierra con alegría. [6]

Esta mano derecha que es suya sostiene el cielo con potencia.

Esta mano izquierda que es suya lleva la tierra con alegría.

El cielo no está vacío de Faraón, [7]

Esta tierra no está vacía de Faraón.

La morada del Faraón en el cielo no será destruida.

La sede del Faraón en la tierra no será aniquilada. [8]

Cielo y tierra son ofrecidos al Faraón por orden del Principio creador, los dos cielos y las dos tierras se dirigen hacia el rey en señal de sumisión, [9] las aguas de vida que están en el cielo y la tierra se liberan para él. [10][11] Frente al Faraón, cielo y tierra pueden temblar de un temor respetuoso. [12]

El paso del Faraón no se ve obstaculizado en el cielo ni en la tierra: [13] eternamente, asciende al cielo y desciende a la tierra, él que es una llama [14] en el viento hasta el confín del cielo, hasta el confín de la tierra y a quien ningún obstáculo detiene. [15][16]

Estas dos entidades tienen su número: Tres para el cielo. Dos para la [17] tierra. Y cabría pensar que las «tríadas» esculpidas, como las de Micerino representando al rey entre una divinidad y una provincia divinizada, anclan el gobierno del Faraón en la esfera celestial.